Una oveja entre lobos

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Después del viaje en avión, me sentí ansiosa por alguna razón, empecé a mirar por todos lados esperando ver mi nombre en algún cartel, ya que según la información enviarían a alguien en mi busca luego del aterrizaje, toda una novedad, el hecho de que mi madre sea una diseñadora con muchas ventas, a veces tiene sus ventajas como por ejemplo pude ingresar en un campamento de alta matricula, pero no era por ser presumida o creída, sino porque me estaba asegurando de no encontrarme con nadie del instituto en vacaciones o acabaría llevando una nubecita negra sobre la cabeza todo el tiempo.


Junto con mis maletas espere sentada en uno de los bancos que rodeaban un gran pilar de piedra varias personas se encontraban en el aeropuerto unas hablaban un idioma extraño que relacione como árabe, lo cual fue confirmado por sus ropas y turbantes, más haya otro grupo se entretenía en el interior de un restaurante parecía una gran familia disfrutando su encuentro, sin querer pensé en mi madre no hace nada que la había dejado en el aeropuerto, pero pensé que debería mandarle un mensaje.


"Acabando de aterrizar, espero a que vengan por mí, por ahora todo bien, aún no me han secuestrado para mi sorpresa, te quiero".


Presione enviar, llevaba ya 5 minutos esperando, quien quiera que estuviera destinado a recogerme debería llegar pronto, y tenía razón.


Escuche una voz masculina ronca y dudosa llamar por mi nombre.


-¿ Melody limber? -Me pregunto un hombre, cuando estuvo a solo unos pocos metros de distancia de mí, vestía de manera informal jeans oscuros, una camiseta verde en la cual ponía "No hay mejor cosa que la comida", zapatos deportivos me quede mirándolo debía tener unos 27 años ya que aún se veía joven, pero no tanto como para confundirlo con un adolescente, era alto, con anchos hombros, llevaba su cabello castaño bastante corto, sus rasgos eran suaves en comparación con su voz, mandíbula un poco afilada en la punta, pómulos ligeramente prominentes, usaba unas gafas de marco negro que le daban un aspecto sociable, sobre unos grandes ojos marrones que me miraban expectantes, esperando que confirmara o negra su pregunta.


-Sí, soy yo- dije evitando tartamudear, al momento en que en que le ofrecí mi mano en señal de saludo una acción muy poco común en mí.


-Encantado-dijo tomando mi mano con un agarre firme pero suave, a pesar de la aspereza que percibí en sus manos, con una sonrisa- mi nombre es Alfredo y seré algo así como tu guía y consejero en el campamento ¿ese es tu equipaje?- señalando con la cabeza las dos maletas grandes que descansaban en el filo del banco.


Asentí, él paso por mi lado tomo ambas maletas por la agarradera rodándolas hasta llegar a mi lado.


-Bueno es mejor que nos pongamos en marcha, ¿tienes la planilla que te enviamos la necesitaras para entrar?-.


Automáticamente baje la mirada en busca de la planilla, la cual guarde en uno de los bolsillos de mi bolso doblada dentro de una libreta para no arrugarla.


-Sí, aquí esta- Se la mostré, Alfredo asintió y me dedico sonrisa en respuesta mostrando unos hoyuelos.


-Bueno vámonos-.


Intente seguirle el paso pero muy pronto quede atrás, su caminar era rápido a pesar de llevar arrastrando mis dos maletas las cuales no estaban muy ligeras que digamos, al salir sentí el cambio de temperatura con respecto al interior en donde había aire acondicionado por todos lados, era cálido y la brisa tenía una cierta cantidad de humedad que la hacía fresca, la cual me recordaba la brisa marina pero sin ese olor característico de sal o peces. A unos cuantos metros de donde me encontraba estaba Alfredo, este subía con facilidad ambas maletas en el asiento trasero de un jeep todo terreno naranja muy limpio si no contabas con el polvo que llevaban las ruedas, para luego volver la mirada hacia mí.

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