24: Recuerdos entre las cenizas.

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Retorno a Shiganshina: "Recuerdos entre las cenizas."






Antes de partir a la misión, la Legión de reconocimiento tuvo una emotiva despedida. Por primera vez en años se sentía como las personas apoyaban al escuadrón suicida. Luego de muchas críticas, informes negativos y mal fama, lo habían conseguido. Habían conseguido que las personas confiarán en ellos y que tuvieran esperanza de recuperar la Muralla María. Selene no pudo evitar sonreír cuando entre la multitud encontró a los Jones. Río un poco cuando la señora Jones le grito que regresará porque la iría a buscar y la mataría ella. Después de todo la Legión se despidió con un grito que cantaba la victoria. Sin embargo, en ese momento donde todo los soldados festejaban, Erwin y Selene compartieron miradas. La chica le asintió con la cabeza, estaba decidida a pesar de saber lo que pasaría. Ellos dos sabían muy bien quién no regresaría.

El camino fue lento y tranquilo. Como habían planeado era de noche, por lo tanto la mayoría de titanes estaban inactivos en esas horas. Si todo iba bien, llegarían al amanecer a Shiganshina. A lo que quedaba de su hogar. De su hogar en llamas. Todos llevaban las capuchas puestas, era importante que no supieran dónde se encontraba Eren. Era realmente raro caminar por esos lugares, teniendo en claro que ahí fue donde se sembró el caos por primera vez.

— Gracias por llevar mi caballo.— le agradeció Eren a Mikasa.

— Tu debes guardar fuerzas.— contestó a Eren.

— Exacto. Tu descansa, Eren.— dijo Connie.

— De igual forma se va cansar caminando.— Selene le sacó la lengua a Eren para tranquilizarlo un poco. Desde muchos kilómetros había notado su nerviosismo.

— No lo llames por el nombre.

— Es verdad, lo siento.

— Hay que dar por hecho que siempre nos rodean enemigos.— dijo Jean bastante serio. Pero de inmediato su cara cambió a la de preocupación y con una linterna apunto a un titán.— ¡titán a la izquierda! ¡prepárense! Iluminen la zona.

— No pasa nada, esta dormido.— habló la capitana Hange.— Parece que este no es uno de los que se mueven en la noche. Que lástima. Dejémoslo.

Continuaron su camino de forma cuidadosa. Selene se encargaba de alumbrar bien el suelo para evitar caerse. De igual forma se sentía muy rara, muy pocas veces se imaginó volviendo a pisar esas tierras. Incluso reconoció el lugar en donde solían recolectar leña, junto a Mikasa y Eren. Unos grandes escalofríos recorrían su cuerpo. Todo le hacía recordar a ese día, en donde vio la maldad del mundo en el que vivían frente a sus ojos. Esperaba no ver muy pronto su casa, sería como revivir ese momento tenebroso.

— Te noto rara, ¿estás bien?— le preguntó Jean, llamando su atención.

— Solo que es raro estar aquí después de mucho tiempo. Luce tenebroso, toda la luz que recordaba, ya no está.— contestó con simpleza.

— No hay de que preocuparse, cuando recuperemos la muralla todo se verá mejor.— alentó Jean.

— Pero no se sentirá como antes.— susurró.

Cuando se quiso dar cuanta ya estaban a campo abierto, no quedaba mucho para llegar a Shiganshina. El amanecer estaba apareciendo junto a ellos montados en los caballos. Selene dejó un pequeño beso en su yegua, como también en su collar. Buscando la esperanza de que todo estaría bien. Después de todo estaba volviendo a casa.

The end of the world | Jean KirschteinWhere stories live. Discover now