17: La verdad del otro lado.

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Titanes en Rose: "La verdad del otro lado."





Miraba el techo de la habitación, recién se acababa de despertar. Era un día soleado a pesar de que hace un par de días habían perdido a casi la mitad de la Legión rescatando a Eren. Selene solo estaba torturándose mentalmente, Hannes había muerto. La única persona adulta de su niñez los había dejado, había muerto en las mismas manos que el titan que acabó con su madre. Giro su cabeza y miro como Eren dormía apoyando su cabeza en la cama y sentado en un banco. Suspiro mientras llevaba su mano a los pelos de Eren y los acariciaba. Desde que llegaron no se había separado de ella en ningún momento. Estuvo a su lado como una garrapata y no pretendía soltarla. Según un doctor, ese mismo día la revisaría y si estaba en condiciones podría salir de la cama, siempre que no se sobre exigiera. Aún debía esperar a que las heridas sanaran.

Se había roto un dedo de la mano y esguinzado un tobillo. Eso le había asombrado bastante, por un momento pensó que se había roto cada una de sus extremidades, pero al parecer era invencible. Solo tenía demasiado moretones, además de un gran corte en la pierna que se clavó la cuchilla. Eso le dejaría una cicatriz importante, pero según el doctor no sería muy visible. Eren levantó la cabeza del colchón y la miro algo dormido. No quería imaginar lo que le debía doler la espalda, pero nadie lo podía sacar de la habitación. Tenia ganas de hablar con Jean y de ver a Sasha y Connie. Lo que más le frustraba era que su hermano no dejaba pasar a Jean. Eren le sonrió y le pasó el agua para que pudiera tomar un poco.

— ¿Te sientes mejor? ¿Te duele algo? ¿Quieres que llame a alguien para que te acompañe al baño?

— Me ciento para la mierda, sin embargo no es necesario que estés todo el día pegado a mi. Tu también deberías descansar de forma correcta. Ambos pasamos por momentos terribles.— le sonrió.— Además de seguro deberías pasar más tiempo con Mikasa.

— ¿Qué crees que dices, Selene?— preguntó algo exaltado con las mejillas con un leve color carmesí.

— Ay, que tierno. El niño se puso rojito.— llevó sus manos a cada mejilla y las estiró un poco mientras hacía un puchero en broma.

Antes de que Eren pudiera reclamar, la puerta fue abierta de forma brusca. Tras eso entró Jean y miro mal a Eren. Llevaba una camisa blanca y unos pantalones marrones con unos zapatos. Su cabello estaba húmedo indicando que se había bañado y miraba con fastidio a Eren. Selene sonrió en cuanto lo vio, después de lo que pasaron esperaba con ansias poder hablar con el y dejar en claro lo que seria de ellos en adelante. Para el mayor de los hermanos no paso desapercibido la felicidad que emanaba su hermana después de que el chico con el que se la pasaba discutiendo entrara sin tocar. Por esa razón el también lo vio con fastidio.

— ¡¿Qué crees que haces, cara de caballo?! No puedes entrar sin tocar a la habitación. ¡Además mi hermana debe descansar y no perder el tiempo con idiotas como tú!— Eren se levantó del banco y se paró cerca de Jean.

— Hace dos días no me dejas verla y estoy en todo mi derecho. Ni siquiera has dejado que que Sasha y Connie la vengan a ver. Todos estamos preocupados. Y para tu información tengo todo el derecho de ver a mi pareja y tu no debes interferir.— la habitación se lleno de silencio. Selene se quería golpear la frente con la mano. Suspiro mientras notaba como Eren iba a volver a pelear.

— ¿¡Cómo que pareja?!

— ¡Ustedes dos ya dejen de discutir! Si me podría levantar los ubiese agarrado de las orejas. Eren no es necesario que te la pases todo el día aquí, además de que si alguien quiere venir a verme esta en todo su derecho. Puedes quedarte tranquilo, por mis conocimientos básicos ningún titan aparecerá por arte de magia aquí. Y en cuanto a Jean, el se quedará y tu te irás un rato.

The end of the world | Jean KirschteinWhere stories live. Discover now