28. Ella no está aquí

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Dios siento que la cabeza me va a explotar, no debí de beber, me arrepiento, no volveré a tomar nunca, de eso estoy más que segura.

Si claro Eda, veremos cuanto duran tus palabras.

—¿Por qué hay tanta luz? —cubro mis ojos con la almohada

—Al fin despiertas —volteo un poco mi cabeza y ahí está con los brazos cruzados— tomate estas pastillas —deja una pequeña caja en la mesa de noche.

—Buenos días —digo con un poco de alegría

—No te olvides tomar las pastillas —cierra la puerta de un golpe

Otra vez está de mal humor, claro que está así por mi culpa, ayer lo dejé.

Bajo a tomar desayuno y lo veo en la cocina con un semblante serio.

—¡Que bien hay café! —exclamo

—Deja ese café que no es para ti —no deja de seguirme con la mirada— haz tu propio café

—¿Disculpa?

—Cada uno prepara su desayuno desde ahora

—Que no se te olvide que estás en mi casa —tomo la cafetera y me sirvo café— y solo es café —le doy un sorbo

—Claro, me olvidé que no te puedo decir nada

Él con el tono que me hablo no me gusta, es la segunda vez en años que lo veo muy molesto.

—¿Se puede saber qué te pasa?

—No tengo que darte explicaciones —alzo mis hombros— adiós — sale de la cocina, voy tras el

—¿A dónde vas?

—¿Por qué quieres saberlo?

Dudo si responder —Solo quiero saber a dónde vas, es domingo.

—Eda Sorni no tengo por qué darte explicaciones de mi vida.

Por dentro siento pequeñas punzadas, siento como la tristeza me invade con sus tan frías y cortantes respuestas.

—Si tienes razón, pero quiero arreglar lo de ayer —toma su abrigo y sale de casa.

Qué buena manera de empezar la mañana.

Henry

Al salir de casa me siento más libre, al pensar que lo que dijo ayer si fue como recibir una patada en los huevos, pero ella tiene todas las de ganar cuando se trata de ese tema.

¿La amo? ¿Sahara de verdad la amo? 

Antes de subir a mi auto veo llegar a Adam

—Buenos días, Adam

—Buenos días, Henry —nos quedamos viendo

—Eda no trabaja los domingos ¿Qué haces aquí?

—Lo que he hecho desde que la conozco, cuidarla

—Ella ya tiene quien la cuide, así que aléjate

—¿Y si no quiero?

—No me retes, será mejor que te vayas porque tú aquí sobras

—Di lo que quieras, yo me alejaré de ella cuando Eda me lo diga

—Acaso...

—Si ella no me dice nada, yo me quedaré con ella

—No le vayas a tocar un cabello

—Y tú no lo hagas con Sahara, que sé que ella está en otra ciudad

Mi contrato, mis reglas [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora