5. No iras a ningún lado

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Regla 2°: No interferir con la vida laboral del otro por ningún motivo, aunque el motivo sea de importancia. 

—¿En serio? ¿Cuándo te lo propuso?

—Fue ayer por la noche y me dio cien rosas.

—Wow ¿Y en dónde te casaras?

—No lo sé, pero vine para pedirte algo.

—Claro dime.

—¿Quieres ser mi dama de honor?

—Ah... no sé que responder, una dama de honor tiene que ayudar a la novia y con el trabajo no se si pueda ayudarte.

—Yo quiero que mi mejor amiga sea mi dama de honor.

—Esta bien seré tu dama de honor, cuando vuelva de Berlín festejamos, ¿te parece?

—Que felicidad la pareja acepto y claro que debemos de festejar.

—¿A qué te refieres con la pareja acepto?

—Ya lo sabrás en algunos días.

—Eda el señor Dylan está en la línea uno. - dice Adam asomándose a la puerta

—Espero un momento Eli. - se siente frete a mí

—No te preocupes, pon la llamada en altavoz.

—Qué chismosa, lo haré— tomo el teléfono y pongo la llamada en altavoz— Buenos días, señor Dylan.

—Hola querida Eda, ¿Cómo estás?

—No muy bien.

—Adivino, es por lo que sucedió en el hotel de Berlín.

—Si tiene unos buenos informantes.

—Claro, es por eso que necesito Henry, vaya contigo a Berlín.

—¿Qué?

—Sí, tiene que acompañarte para que vean la unida pareja que son.

—No, el problema que tiene mi hotel es muy complicado y no quiero que vaya alguien cercano a mí.

—¿Tan delicado es el problema?

—Por lo que me has dicho sí, no solo es delicado, tan bien es peligroso.

—Si es peligroso, entonces que te acompañe Henry, él llegara tu oficina en un minuto.

—¿Cómo que llegara en un minuto?

—Eda, vuela con cuidado nos vemos— el señor corta la llamada, Eli empieza a reír

—sé que no me tengo que reír, pero tendrás que pasar un tiempo a solas con Henry.

—Él no puede interferir en mi vida laboral, eso está en la regla dos del contrato.

—¿Por qué pusiste esas reglas?

—Para que no haya ningún tipo de problema como este— se abre la puerta

—Hola Eda.

—¿Qué haces aquí?

—Solo viene a decirte que no quiero ir de viaje contigo, leí las reglas.

—Tendrás que viajar a otro lugar para que tu padre crea que estoy contigo.

—Lo sé, me mudaré a tu casa.

—¿Qué?, ¿estás loco? No iras a mi casa.

—No me refería a tu casa principal, me refiero a la mansión que tienes fuera de la ciudad.

Mi contrato, mis reglas [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora