12. Un día negro

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—Eda despierta, llegamos —veo a mi alrededor y veo que estoy sentada en mi camioneta.

—¿Qué hora es?

—Son las 7 de la noche, te quedaste dormida en la camioneta.

—Estaba cansada.

—Llegaremos pronto al hospital, ven – me acerca a él para abrazarme.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por estar a mi lado.

—Siempre estaré a tu lado, porque te amo.

Al oír esas palabras sé que le haré daño y no quiero hacerle daño, él es una persona especial para mí, y cuando una persona te dice te amo y no le dices lo mismo es como clavarle un puñal.

—Señorita, ya llegamos – dice el chofer.

—Eda iré contigo.

—Gracias Adam.

Entro al hospital y como era de esperarse hay periodistas, los parásitos de la sociedad es como les decía papá.

Llego al pasillo y veo a mi hermano sentado, con las manos en la cabeza.

—Eren..., – corro hasta mi hermano y lo abrazo— ¿cómo está?

—Eda siempre te he dicho la verdad.

—Acaso ella...

—Los doctores dicen que está en estado muy crítico y puede que no pase de esta noche.

Al escuchar las palabras de mi hermano mi alrededor se vuelve oscuro y solo escucho a mi hermano como si estuviera lejos.

La persona que me amo y apoyo cuando aún era una niña, esa persona a quien siempre he dedicado todos mis logros, ella es mi madre y la amo y no quiero que se vaya en estos momentos.

—Eda reacciona —lágrimas caen de mis ojos.

—¿Puedo verla?

—Sí, ¿quieres que te acompañe?

—No.

Entro a la habitación, veo a mamá, mis lágrimas caen, voy hasta ella y tomo su mano.

—Hola mamá, sé que estás dormida y tal vez no me escuches, pero te quería decir que te amo mucho.

—E-da...

—Mamá

—Mi querida niña – pone su mano en mi mejilla.

—Mamá, han pasado tantas cosas en Berlín que me arrepiento de haber viajado y dejarte sola.

—No.

—Mamá, aún no es momento para que mueras, si tú te vas quedaré devastada y no quiero volver a estar como antes.

—Eda, mi querida niña recuerda mis palabras, nunca nadie nos tiene que ver llorando, aunque sea tu familia, no tiene que verte llorar.

—Tú eres la excepción madre.

—Te amo mucho y si muero quiero que sepas que no estarás sola y que no volverás a estar en ese pozo lleno de tristezas.

—Primero murió Leonard, después papá y ahora no quiero que seas tú.

—Eda.

—No quiero que me dejes, aún no.

—Mi niña, no llores, no quiero pasar los últimos momentos de mi vida sabiendo que mi hija lloro y no puede reconfortarla. Llama a tu hermano.

Me levanto y asomo mi cabeza por la puerta para llamar a mi hermano.

Mi contrato, mis reglas [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora