CORAZONADA

20 5 5
                                    

No sé en qué parte de mi razonamiento lógico quedaba lo que estaba haciendo, una extraña venía hacia mí a decirme cosas como que es mi hermana y a pedirme que la siguiera y yo sin más había decidido hacerlo, ¿por qué lo estoy haciendo? Por una sola maldita razón, prometió responder todas mis preguntas y eso es mucho más de lo que nadie incluso mi familia ha hecho por mí.

Ya no tengo nada que perder, estoy sola, humillada, hambrienta, con sueño, sin dinero ni teléfono, sin dignidad, sin amigos, novio o hermano, ¿qué más podía salir mal?

—¿Entonces vienes? —dijo la pelirroja aun con el brazo extendido, estreché su mano y me levanté con esfuerzo de la acera en la que estaba sentada, ella tomo mi brazo y lo entrelazó con el suyo y caminamos hasta la esquina siguiente donde una camioneta blindada aparcó frente a nosotras—pasa por favor—me invitó abriéndome la puerta trasera, observé la calle donde estábamos antes de entrar, a pesar de que ya había amanecido estaba desolada, nadie me vería entrar a ese auto con estas personas, si desaparecía no habría rastro alguno que seguir, consciente de ello subí, me fui con la extraña mujer que apareció para decirme que era mi hermana. Ya dentro había dos hombre vestidos de negro, uno conduciendo y el otro de copiloto, no se detuvieron a observarme ni un segundo, nosotras nos acomodamos atrás sin pronunciar una sola palabra, recorrimos un par de manzanas en aquel mutismo que nos había envuelto hasta que la mujer se volteó para buscar algo en su bolso—lamento hacer esto, es por seguridad, prometo que nada va a pasarte—expresó de la nada y el miedo se apoderó de mí de inmediato.

—¿De qué hablas? —no pude terminar de decir esa frase cuando ella puso un pañuelo impregnado de algún químico demasiado fuerte que hizo que me sumiera en profundo y abrupto sueño en el que hubiera deseado quedarme.

—¿Qué quieres que haga con ella? —una pequeña pizca de conciencia vislumbraba cuando aún sin poder abrir los ojos escuchaba voces discutiendo a mi alrededor, mis parpados se sentían como bloques de cemento, aun así oía todo lo que pasaba casi como un susurro pero lo suficientemente claro para procesarlo.

—Quiero que te quedes con ella, vigílala, que no haga estupideces—respondía una voz femenina.

—¿Pero...?, siempre hay un pero, dímelo ya, te conozco demasiado como para no saber que hay una segunda intensión, no creas que me hace gracia ser la niñera de esa mujercita.

—Por eso te elegí a ti, tú me conoces Dallas.

—Me elegiste porque hago el trabajo sucio, ¿no soy eso? ¿el que hace tu trabajo sucio? —la voz del hombre se escuchaba grave y sarcástica.

—Tu sabes perfectamente como son las cosas, evítate tus reclamos y ponme atención.

—¿Qué quieres que haga?

—Si llegado el momento no hace lo que yo espero encárgate de ella.

—Creí que querrías hacerlo tu misma.

—Así es, pero prefiero encargarme del premio mayor.

Mi cuerpo al fin respondió a las ordenes que mi cerebro le daba, comencé a recuperar la movilidad y de a poco pude incorporarme.

—¡Espera!, ya está moviéndose, dile a Clara que traiga algo de ropa limpia—la voz femenina ordenó.

—¿Estás bien? —finalmente abrí los ojos encontrándome con un dolor de cabeza demoledor y con la pelirroja ofreciéndome una pastilla y un vaso de agua, la miré fijamente tratando de descifrar lo que pasaba pero fue inútil, no recordaba cómo había llegado hasta aquí, ¿qué era este lugar?

—Toma esto, te ayudará con el dolor de cabeza, es un efecto secundario—entonces de golpe recordé todo lo que había pasado, me había subido en esa camioneta y luego perdí el conocimiento.

Bala PerdidaWhere stories live. Discover now