TEMER

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Lux

— ¡Triana! ¿Dónde carajos está Triana? —entré gritando a la estación de policía como una demente mientras tambaleaba y Paula me sostenía de un costado, apestaba a alcohol, toda mi ropa y mi aliento estaba impregnados, los dos policías que hacía guardia en la entrada trataron de detenerme en cuanto estuve dentro pero Paula se los impidió de inmediato.

—Si le tocan un solo maldito pelo voy a denunciarlos por abuso de fuerza policial, ¿no se dan cuenta de que es una mujer? Haré todo un escándalo en los medios—Paula tomó su teléfono y comenzó a grabar todo lo que sucedía. Ya estaba hecho, nos habíamos metido a esa estación y ahora solo la suerte podría definir cómo íbamos a salir, no hay marcha atrás así que, que empiece la función.

— ¿Dónde está la maldita agente Triana? —Comencé a gritar—que venga a darme la cara, que me explique su ineptitud, que me explique que hizo con Castillo— avancé hasta donde estaban los escritorios y lancé todo lo que estaba encima al suelo, papeles volaron y sillas fueron pateadas, los guardias estaban desconcertados.

—Señorita, necesitamos que controle a su amiga o de lo contrario tendremos que intervenir—le dijeron a Paula quien seguía grabando la escena.

—No puedo hacer nada, no se da cuenta el estado en el que está, solo traigan a la tal Triana o esto se puede descontrolar, no saben de lo que es capaz—Paula echaba leña al fuego justo como lo habíamos planeado.

—Maldita sea Triana, maldita cobarde, de la cara—estaba entrando en un ataque de pánico al no ver a la oficial por ningún lado, nada de nuestro plan tendría sentido si ella no se hallaba en la estación, habíamos revisado con anterioridad el horario en el que usualmente ella se encontraba trabajando, no podía ser que precisamente este día en particular hubiese salido.

— ¿Qué demonios pasa aquí? —el alma me volvió al cuerpo cuando saliendo de la oficina que compartía con Castillo Triana gritaba mientras salía a ver de qué se trataba tal escándalo, estaba furiosa, lo que le sigue a furiosa, justo como lo esperaba, tendría que aumentar la intensidad de mi numerito si quería lograr que Paula pudiese entrar a esa oficina— ¿Qué significa esto señorita Withman?

—Hasta que al fin apareció, oficial, dígame ¿está disfrutando mucho de su nuevo rango? —estoy jugando un juego muy peligroso, solo rogaba por no tener que pasar encerrada mucho tiempo.

— ¿De qué está hablando señorita Withman? Cuide sus palabras, le recuerdo que está en una estación de policía, diga a que vino y márchese antes de que sea demasiado tarde.

— ¿Ahora me está amenazando? Cuénteme oficial Triana, ¿Qué ha averiguado del paradero de Castillo?

—Le dije que si tenía cualquier información yo la llamaría.

—Y no me llamó—la interrumpí de inmediato—lo que significa que no ha averiguado una mierda, no sé por qué no me sorprende, digo finalmente usted es la que más se beneficia con la desaparición de Castillo, dígame ¿está cómoda en su oficina? —cada una de mis palabras pudiesen significar una noche tras las rejas, Dios mío protégeme, ¿de dónde salió toda esta valentía? No tengo ni la más mínima idea, me cansé de ser la estúpida a la que todo el mundo le miente, ahora soy esta, la que está insultando a una oficial en una estación de policía.

—Ya basta señorita, no le voy a permitir que venga a mi oficina a hacer ese tipo de acusaciones sin fundamento, Morales, Cardona llévensela fuera antes de que le levante cargos—cuando Triana dijo eso de inmediato giré a ver a Paula aterrada, no podían sacarme de la estación, tenían que llevarme a la sala de interrogación para dejarle la oficina sola a Paula, maldición tendría que desbloquear otro nivel de locura. Cuando los oficiales de guardia trataron de tomarme para sacarme tuve que escabullirme, tenía totalmente claro que tendría que hacer, ahora si no salgo de esta. Tomé una silla que estaba frente a uno de los escritorios que yo había desordenado, la levanté y con toda la fuerza que tenía la arrojé hacia la ventana de la oficina de Triana, el vidrio se hizo añicos de inmediato, fragmentos salieron volando y todas las personas cerca salieron corriendo de allí refugiándose de las esquirlas que salían disparadas en todas las direcciones, el rostro de Triana era para enmarcar, supe que ahora si estaba en serios problemas, ella comenzó a gritar y desenfundó su arma apuntándome con su arma.

Bala PerdidaWhere stories live. Discover now