EL ALMA Y EL CUERPO

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A Nelly, la tercera de mis ángeles en el cielo.

Lux

Hoy pensaba en las cicatrices, tengo un par de ellas producto del accidente, en la rodilla izquierda, en el pecho y en la Sien, a pesar de que las heridas sanaron aquel parche permanente de tejido que quedó me recuerda cada vez que me veo al espejo a uno de los eventos más horribles que he tenido que pasar. El reflejo de mi cuerpo desnudo me transporta de nuevo a esa autopista, casi puedo sentir el auto dando vueltas por el acantilado mientras mi cabeza choca una y otra vez con el vidrio de la ventana, veo a mi madre, su cuerpo es sacudido con violencia pero el cinturón de seguridad la retiene, me observa con pánico mientras mi padre se golpea abruptamente contra el volante, luego de eso no hay nada, completa oscuridad, luego el hospital, exámenes, heridas, operaciones, recuperación y finalmente cicatrices, después de todo eso solo me quedaron cicatrices.

Me observo de nuevo en el espejo, recorro con el dedo índice el trozo de piel que se levanta por donde alguna vez un pedazo de latón del auto quedó incrustado en mi pecho. Dicen que las cicatrices son el cierre natural de una herida, en mi caso, son el recordatorio del día que perdí a mis padres, tal vez su verdadera función es evitar que olvidemos por lo que hemos tenido que pasar, que estuvimos heridos pero no morimos, que toda llaga por más profunda que sea al final siempre sana, ¿es así verdad? Tiene que ser así.

La puñalada que recibí al conocer la muerte de mi hermano me paralizó, el dolor es tan fuerte que se manifiesta físicamente, no sé exactamente cómo comenzar a describir mi sufrimiento, es que no puedo identificar claramente dónde duele, es como una fuerte sensación de presión en el pecho, en el estómago y en mi cabeza, me impide respirar y pensar, tengo ganas de vomitar todo el tiempo y soy incapaz de moverme más allá de lo estrictamente necesario, me pregunto si algún día esta herida también sanará, si finalmente será solo una más de las cicatrices que tengo en el alma.

Lucas no me ha dejado como lo pensaba, sigue en el apartamento, trae comida tres veces al día, se recuesta a mi lado y me abraza por horas sin decir una sola palabra, no sé cuánto tiempo ha pasado, las cortinas de mi habitación siempre se encuentran cerradas y ya no distingo el día de la noche, es como si el tiempo se hubiera congelado, como si cualquier posibilidad de avanzar se hubiera detenido.

—Tienes que comer algo por favor—dijo Lucas entrando a mi habitación, me sorprendió desnuda frente al espejo viendo mis cicatrices, apenas noté su presencia. Se puso de pie tras de mi viéndose al espejo y comenzó a acariciar mi pelo suave y delicadamente, casi como si temiera que un movimiento brusco fuera a romperme, pasó una de sus frías manos rozando mi hombro, sus dedos eran como plumas suaves y tersas, casi no reconocía a la mujer en el espejo, lucía pálida, delgada y demacrada, las ojeras se marcaban en un tono moráceo que resaltaba aún más el color enrojecido de mis ojos irritados de tanto llanto. Lucas tomó una manta del armario y me cubrió abrazándome por la espalda, me recostó con cuidado en la cama y se quedó a mi lado hasta que finalmente volví a dormir.

Últimamente dormir era un arma de doble filo, era increíblemente reconfortante cuando lograba no tener sueños, casi era como una tregua, el único momento en el que no sentía nada, eso hasta que comencé a verlo casi todas las noches, los recuerdos de mi hermano se reproducían casi como una película en mi mente cada vez que cerraba los ojos y cuando volvía a abrirlos una dosis de realidad me golpeaba de nuevo al recordar que él ya no estaba, que yo no lo había encontrado a tiempo.

—Por favor come algo, hice tu pasta favorita—Lucas hacía su segundo intento por hacerme comer algo, realmente no quería hacerlo pero no podía soportar su rostro de preocupación, sé que lo estaba haciendo sufrir, ¡otra vez!, intentaba tranquilizarlo comiendo un poco o tratando de tener una conversación casual algunas veces pero sabía que no podía engañarlo, es la persona que más me conoce, descubre cuando hago algo solo para no angustiarlo. Un pensamiento recurrente invade mi cabeza, lo he tenido desde hace varias noches, me estoy hundiendo, lo sé y no quiero llevarme a Lucas conmigo, él se quedará a menos que yo lo eche, ¿no es eso siempre lo que dice?, mi cabeza sabe lo que tiene que hacer pero mi corazón se niega.

Bala PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora