Cena Familiar

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Capítulo Quince



Debo entrar, comprar un regalo y salir, sería fácil y sencillo si otra persona atendiera, me armé de valor para finalmente entrar.

Prácticamente corrí hasta la zona de ropa sólo para evitarla, busqué alguna de MCR en color negro.

Chris me dijo su talla y a pesar de llevarse tan solo unos centímetros de diferencia comparten talla, mis padres se fueron a Canadá para pasar las fiestas con mi abuela, opté por quedarme y mamá logró convencer a papá.

Una vez tuve la prenda caminé hasta la caja.

—Buenas tardes, quiero llevar esta prenda.

—Claro linda, espérame un minuto que terminó de cerrar esta caja.

—No hay problema.

—¿Escuchaste One More Light de linkin park?

—Algunas canciones.

—Entonces sabes de música —se dio la vuelta y tal cómo la última vez su sonrisa se esfumó—. Tu voz se me hizo familiar.

—Un gusto verte nuevamente, Mae.

—Me gustaría decir lo mismo, ¿qué quieres?

—Llevar esta prenda —la coloqué sobre le mostrador.

—Tendrás que venir otro día, acabamos se cerrar.

—El letrero en la puerta dice que cierran hasta las diez.

—Mira princesita, no pienso atenderte, busca otra persona que lo haga.

Fruncí el ceño ante su contestación grosera y el tono tan hostil con el que habló.

—Eres una empleada y debes atender a los clientes en vez de echarlos, no sé cuál es tu problema conmigo pero no pienso soportar su actitud.

—Cierra la boca y lárgate.

—¡No me iré! —exclamé cruzando los brazos—. Compraré esta prenda.

—Por mí quédate todo el día parada que no pienso atenderte, tienes tan mal gusto que Brais se reirá de tu regalo.

—Ya me tienes harta, ¿no tienes otra excusa para justificar tus celos?

—Celosa ¿de ti? —sonrió cínicamente—. Ni muerta, solo mírate, eres simple y ordinaria.

—Estas equivocada si piensas que tus palabras me afectarán, así de simple y ordinaria Brais me considera más que a ti.

—Sólo hay un motivo para eso, seguramente quiere estar contigo una noche para luego lanzarte como la basura que eres.

Con mi mano di un golpe que gracias al cielo no rompió el cristal del mostrador.

—Seguro hablas por ti misma.

—¿Qué?

—Lo estás acusando de ser un mujeriego que busca acostarse con chicas a por montón, claramente no le gustará saber que lo estás difamando.

—No me interesa que le digas, a él no le importa el qué dirán las personas.

—Tu odio es irracional y para ser una adulta deberías saber mantener la compostura, cambiaste de actitud al saber que venía con él y me continúas atacando como si fuera una amenaza.

—Eres una niña insolente que no sabe...

—¡Malexa! —gritó una chica que se posicionó a mi lado—. Dile el precio y termina con esta escena ridícula.

Atril de SonreirWhere stories live. Discover now