Los Vestuarios

41 4 3
                                    

Capítulo Uno

Raras ocasiones suelo llegar temprano a la escuela, como ahora, por lo general siempre recibo quejas por mi retraso pero no es mi culpa que la alarma no funcione, por más que ponga miles siempre termino por apagarlas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Raras ocasiones suelo llegar temprano a la escuela, como ahora, por lo general siempre recibo quejas por mi retraso pero no es mi culpa que la alarma no funcione, por más que ponga miles siempre termino por apagarlas.

Los pasillos estaban desolados, tanto que incluso el ruido al abrir la puerta retumbó por todo el lugar, detesto que rechine por que es típico de las películas de terror.

Tomé asiento en la fila central, estar en completo silencio me incomoda ya que eso da paso a los molestosos pensamientos.

Sacudí la cabeza. Tengo tarea por hacer, no se como algunas personas pueden acordarse los temas que llevaron hace tres o cuatro años atrás, apenas recuerdo lo básico y eso que presto atención a las clases.

Matemática nunca fue mi fuerte, me aburre demasiado, tardo bastante en comprender la explicación del profesor y cuando lo entiendo pasa a otro tema, es fastidioso.

Por la puerta entró una pelirroja igual o peor que un muerto viviente, sus ojeras se notaban con exageración y su ropa de diferentes colores delataba que no tuvo tiempo de arreglarse.

—¿A qué santo debo rezarle?

—A ninguno, mi madre me despertó. ¿Porqué llegaste antes?

—Digamos que tenía unas cosas que hacer.

—¿Todo bien? —pregunté.

—Si, todo en orden aunque...

—Oigan, una maldito infeliz tiró mi café en el pasillo —Tamara habló molesta.

—Seguro fue un accidente —interviene.

Se sentó delante de mi, su maquillaje eran tan perfecto que le hacen ver más hermosa de lo que es, su melena rubia la ató en una coleta ya que el señor Clarens le dijo que lo tiene muy largo.

—Por su culpa no tengo desayuno y mi dinero ahora es un pito charco café en el suelo —volvió a quejarse.

—Sabes que debes limpiarlo o el conserje te acusará con el director —comentó Ariana estirando sus brazos.

—El tonto que me empujó lo está limpiando, si me hubiera manchado él tendría que pagarme nueva ropa. ¿Hicieron la tarea?

—Sí, me quedé toda la madrugada haciendola y por eso no me arreglé.

—Recién la terminé —dije.

—Les pago cinco dólares si me hacen copiar los últimos ejercicios.

—De todas formas lo hubieras conseguido de algún otro estudiante con sólo hablarle —Ari le pasó el cuaderno, me sorprende que no pida todos los ejercicios.

Tam y su manera de seducir es peligrosa, cuando queremos rebajas ella engatusa al vendedor y pagamos la mitad del precio.

La campana sonó y todos ingresaron apresurados, el señor Clarens volvía aburrida su clase, nunca me cansaré de decirlo. Ni bien entró comenzó a escribir algunos ejercicios que parecían estar hechos en griego o incluso arameo.

Atril de SonreirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora