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¿Por qué a mis amigas les costaba entender tanto que la pizza no me gustaba? Es decir, si claro que era deliciosa con toneladas de queso y un montón de ingredientes con condimentos, pero yo no podía comer mucho queso y sabía condenadamente extraño sin él.

—Podemos pedir la mitad sin queso—repitió por lo que se sentía como la milésima vez  Keira.

Ella siempre hablaba por todas, así era en nuestro grupo y todas lo aceptábamos porque era más sencillo dejar que ella lo hiciera a hablar nosotras mismas, Keira tenía siempre las palabras perfectas, tenía autoridad y la mayoría de las veces era la más madura de nosotras.

—No. Dios mío, podemos pedir hamburguesas, comida china, sushi o hot dogs. La pizza no es la única —argumenté. Ya había comido queso tres veces esa semana y no podía más, mi intestino no lo soportaría, mi estómago se inflamaría cual globo y dolería como el infierno.

—Detesto los hot dogs, son como penes en un pan. —dijo Britney.

Era la clase de comentarios que me hacían preguntarme porqué seguía siendo mi amiga. Era la más alta de nuestro grupo, su cabello era castaño originalmente, pero por ahora estaba teñido de un rojo/rosa extraño, nada punk, era más como si su estilista se hubiera equivocado mezclando tonos; aunque de igual manera ella  siempre destacaba. Se la  vivía diciendo cosas inapropiadas y sus relaciones amorosas eran más frágiles que un castillo de naipes.

—Espera, creí que nos gustaban los penes—dijo Dina, levantando la vista de su teléfono en donde probablemente estaba mensajeándose con su novio.

Dina era la más bajita, pero ya había experimentado más cosas que el resto de nosotras. Tenía un novio de diecinueve años, fumaba, tenía varias perforaciones en la oreja, su cabello rizado había sido teñido más de diez veces en los últimos dos años, ella si de una manera punk, tenía un piercing entre los pechos, el cuál disfrutaba mostrar todos los días con sus blusas de pronunciado escote, y fue la primera que perdió su tarjeta V.

—Sí, pero no comerlos en un pan con cátsup y mostaza. —contestó Britney estremeciéndose ante el pensamiento.

Quería golpearme contra la pared, pero esto me ganaba por invitarlas a dormir sin tener comida ya hecha y cuando mi madre no estaba en casa para preparar algo.

—¿Pueden simplemente compadecerse de mí y mis órganos internos y ordenar algo diferente? —suplicar era mi última opción, pero sonaba tan patética que probablemente no lo lograría.

—Tu puedes hacerte un sándwich o algo, te queremos pero a la pizza más. —contestó Keira y las demás asintieron.

Gruñí frustrada mientras ella marcaba el número de alguna pizzería. Odiaba que me hicieran esto, y ni siquiera sabía cuánto costaría su amada pizza, porque era nuestra tradición que la anfitriona de la reunión pagara la comida.

—Espera, deberíamos esperar a que mis padres lleguen. No tengo dinero suficiente para la pizza. —traté de argumentar, ahora si era mi último recurso. Me senté al lado de Dina y crucé los brazos.

—Tonterías, para cuando la pizza llegue tus padres ya estarán aquí, dijeron que no tardarían mucho—opinó Britney.

Mi madre y padre habían ido a casa de mi tía, pero me aseguraron que no tardarían mucho. Sin embargo no estaba segura de lo habían dicho para que no invitáramos chicos o algo así mientras ellos no estaban. Esperaba que no, porque no tenía dinero a la mano.

De igual manera, Keira me ignoró completamente y comenzó a hablar con el recepcionista del lugar, coqueteando como siempre, aunque no solía hacerlo con esa intención, lo había observado muchas veces y era natural en ella, estaba segura de que ella no podía actuar amable sin que pareciera que coqueteaba.

pizza || hemmingsWhere stories live. Discover now