49. Rápido y despacio

217 47 2
                                    

Ostyn

Tenemos una nueva cita con Trina, esta vez en el centro comercial. Mi novia se pone la ropa en el probador y me mantengo sentado en la silla esperando. Una de mis piernas se mueve por estar aburrido, así que decido levantarme a comprar un refresco, pero me detengo cuando la pelirroja abre la cortina.

—¿Cómo me queda? —me pregunta tímida.

Sonrío.

—Muy bien.

—¡Eso me dijiste del anterior! —se queja—. ¡¡Y con este también me veo gorda!!

Parpadeo varias veces seguidas.

—¿Gorda? Yo te veo bien.

—¡Ay, no entiendes nada! —Cierra la cortina—. ¡Tú porque eres perfecto!

—Ya te dije que no me idealices. —Bufo.

—¡¡¿Sabes lo que me cuesta tener una buena cintura?!! —grita indignada—. ¡Maldito cierre, no funciona!

Creo que fue mala idea ir de compras.

Pasa un carrito y me distraigo.

—¡Ah, se lo compro! —grito al ver un refresco y soy feliz cuando el vendedor me lo da.

—¡Ostyn! —me vuelve a llamar Trina, suena preocupada, abre la cortina y me observa avergonzada—. Lo siento, no te vayas, ayúdame.

Bebo de mi refresco.

—¿Qué pasó?

—El cierre se atascó —dice sonrojada y se muerde el labio—. Ven.

—No puedo entrar ahí, es ilegal.

—Por eso es más divertido. —Revolotea las pestañas.

—No voy a entrar ahí —digo firme en mi idea.

—Deja tu moral por un lado y atiéndeme ¿Acaso no eres pandillero?

—Solo incumplo la ley cuando mi jefe me lo pide y tú no lo eres.

—Maldito Flex, siempre arruinando todo, incluso aunque no esté. —Hace puchero.

—Vas muy rápido —opino.

—¡¿Quién dijo que me iba a mostrar cómo es íntimamente?! —chilla lloriqueando.

—Ya recordé por qué me gustan las castañas.

—¡Ay, qué malo!

—Me voy. —Me giro para largarme.

—¡No, Ostyn, espera! —grita para luego agregar—. ¡Es de mala educación irse! —expresa, así que me tengo que detener.

Frunzo el ceño y me giro a observarla, luego fuerzo una sonrisa.

—Eso es jugar sucio.

Ella sonríe con confianza.

—Soy muy sucia. —Se relame los labios.

—Trina, no estoy de humor.

—Yo tampoco. —Frunce el ceño.

—Ya deja el berrinche.

—No.

—No estás gorda —le recuerdo.

—¡Mientes! —Lloriquea—. No entiendes mi sufrimiento.

Bufo, me acerco con prepotencia y abro la cortina de manera abrupta, así que se sobresalta, la giro entonces la hago mirarse en el espejo.

—¡¿Dónde ves lo gorda?!

—¡Ahí! —insiste y lo señala.

—¿Aquí? —Le toco la panza y se sonroja—. Ya sé, aquí. —Le hago cosquillas y se carcajea.

—¡No, Ostyn, me muero! —Ríe a más no poder.

—No, me equivoqué, no siento nada de grasa, acá solo veo cosquillas.

—¡AY, JA, JA, JA! Ay, me caigo, me caigo. —Sigue riendo y se gira para agarrarse de mí. Todo se hace silencio cuando freno y termina mirándome fijo—. ¿Qué fue todo eso? —expresa avergonzada.

—Ah, una chica linda riendo —aclaro.

—Ay, Ostyn. —Pone las manos en sus cachetes—. No te merezco.

—Por favor, si vamos a ser pareja, no te compares conmigo, ni mucho menos te sientas inferior, y hazme el favor de los favores. —Suspiro—. Di lo que realmente piensas, claro y conciso que no soy adivino. —Toco su nariz por un momento.

—Encima te das cuenta, me muero.

—Nada de histeriqueos.

—No puedo evitarlos. —Se ríe nerviosa.

—Bueno, solo un poquito.

Viene corriendo la vendedora.

—¡Ay, te queda hermoso, mejor que el anterior! ¡¿Lo vas a comprar?! ¡Dime que sí! —expresa emocionada la mujer.

—¿Ves? Ella sabe cómo hacer una venta —me reclama Trina.

Me golpeo en la cabeza.

—Mejor me tomo mi refresco —opino y ya no lo tengo—. ¡Ay, lo perdí! —me alarmo.

¡Mi refresco, no!

—¡Aquí! —chilla la pelirroja y lo encuentra debajo de una estantería, se levanta, entonces me lo entrega—. Seguro se te cayó cuando me hiciste cosquillas, si hubieras hecho otras cosas...

Pongo un dedo en su boca un momento y se calla.

—Silencio, eso déjalo para después —digo serio y se sonroja, luego cambio de tema—. Por cierto ¿Tienes tu chelo en la academia, no?

—Sí ¿Por?

—Quiero escucharte tocar. —Sonrío.

—¡Ay! —chilla la vendedora emocionada—. ¡Qué hermosos son los jóvenes de hoy en día! —Mantiene una gran sonrisa—. ¿Me van a comprar el vestido o no?

Ya da miedo.

—Sí, lo queremos. —Le doy la tarjeta y la mujer se va a registrarla feliz.

—¡Hey! —se queja Trina—. ¡Todavía no decidí si lo quiero y el cierre...!

—Yo te lo quito, no te preocupes —aclaro serio, así que termina por callarse.

~~~

Ya más tarde, en la sala de música de la academia, escucho a Trina tocar el chelo. Se ve bastante concentrada haciéndolo y le sale perfecto. Sonrío feliz al mirarla y escuchar su hermosa melodía.

—¿Te das cuenta el talento que tienes? —le consulto.

Abre los ojos, pues los tenía cerrados para sentir la música. Sus mejillas vuelven a sonrojarse como casi todo el día de hoy y se muerde el labio inferior.

—Tú eres un motor de motivación.

—Gracias. —Sonrío.

—¿Y bien? ¿Me vas a quitar el vestido? Me está apretando. —Bufa—. Al final solo era la talla, me quejé para nada y pagamos un vestido equivocado.

—Me alegra que te dieras cuenta. —Me río y me le acerco—. Pero no es un error. —La ayudo a levantarse de la silla, la giro y le bajo la cremallera atascada—. Solo es cuestión de tacto —le susurro en el oído.

—Ay, mierda, Ostyn —expresa cuando mis labios se encuentran en su espalda, una de mis manos descendiendo la tira de su hombro y la otra en su muslo, llegando debajo de su falda—. Qué velocidad —opina mientras sus piernas se flexionan.

¿No se suponía que iba a ir despacio? Maldito impulso de idiotez. Bueno, ya no importa.

___

Siendo sincera tengo este capítulo hace rato, pero no sabía cómo continuarlo, así que decidí dejarlo abierto, así el problema es de la Viviana del capítulo 50 😂

Atte: Vivi.

Pelirroja PeligrosaWhere stories live. Discover now