25. Clases de moral

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Trina

Cuando Flex y yo conquistamos juntos un territorio del colegio, nos regalamos unas pequeñas banderitas, las cuales están atadas a una cadenita y se pueden usar tanto como collar o pulsera.

No puedo creer que las guardara, yo ni sé dónde dejé las mías.

Me quiero matar, justo cuando pensé que lo había olvidado, me afecta demasiado, aunque también es porque estoy afectada por la existencia de esa Mily. Tengo las defensas bajas, no tengo oportunidad con Ostyn y Flex me viene con esto.

Tiene que haber un truco.

El timbre suena y me levanto de mi pupitre, tomo mi mochila, entonces me preparo para caminar a la siguiente clase, sin embargo no voy, pues veo a mi superhombre en el pasillo, así que me le acerco.

—¿Cómo te fue en el trabajo práctico? —consulto.

Sus ojos grises se viran hacia mí, dejando de leer el libro que sostiene, entonces veo que me sonríe y mi corazón golpetea rápido.

¿Flex? ¿Quién es Flex? ¿Quién necesita sus regalos cuando puedo ver la hermosa sonrisa de Ostyn?

—Bien, gracias. —Vuelve a su lectura.

—¿No vas a preguntarme si maltraté a Mily?

—¿Lo hiciste? —Mantiene la mirada en su libro.

—¡Obvio que no! —digo con la cabeza en alto, llena de orgullo.

—¿Ves? Ahí tienes la razón por la que no pregunté, sabía que no harías nada para herirla.

—Tu confianza en mí me enloquece. —Siento mis mejillas ruborizarse.

No responde, continúa leyendo, ignorándome, pero no puedo ofenderme cuando se ve tan lindo concentrado en su lectura.

—Ostyn —lo menciono y me muerdo el labio inferior.

—¿Sí? —Mantiene su vista en su libro.

—Quiero decirte cosas sucias, pero no es el lugar ni el momento. —Sonrío y al fin me mira—. Es broma, pero si quieres no es broma. —Me río—. Es que no te quería interrumpir, aunque también deseaba que me miraras, lo siento.

—Tú... —Hace una pausa y creo que cambia lo que iba a contestar—. Tú y Flex son tal para cual, son unos libidinosos, vuelvan a ser conejos y no me incluyan. —Se gira para irse, entonces quedo indignada.

—¡No digas estupideces! —Lo sigo, así que camino a su lado—. Además ¿Es mentira, cierto? Debes ser bueno besando y lo demás, eres el superhombre, tienes que ser súper en todo, lo puedo imaginar.

Me observa extrañado.

—Me idealizas demasiado, y lo que haga o no en mi vida sexual no te incumbe —expresa lo último enfadado, así que nos detenemos.

—De acuerdo, lo siento, no te enojes. —Bufo—. Es que tengo curiosidad.

Sonríe.

—Está bien, pero recuerda para la próxima no puedes meterte en la vida privada de una persona si esta no te lo permite, y no se insiste si te dieron una negativa.

Suspiro enamorada.

—Me encantan tus clases de moral.

Sonríe.

—Gracias.

Lo veo retirarse y suspiro otra vez.

Pelirroja PeligrosaWhere stories live. Discover now