8. Una historia divertida

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Ostyn

Estoy sentado en la silla de mi pupitre, haciendo los ejercicios de matemáticas, muy concentrado. Luego veo algo que no me cuadra, entonces alzo la vista a mirar al profesor.

—Si la respuesta es 34, ¿por qué hay un 5 ahí? —consulto mirando el pizarrón.

El hombre se sobresalta.

—Cierto. —Se da cuenta—. Tienes mucha razón, Ostyn. —Lo corrige.

—¿Esto está bien? —Le entrego el papel con los cálculos resueltos.

—A ver. —Lo revisa—. Excelente —expresa asombrado y luego me observa—. ¿Has pensado a qué universidad te vas a unir? La academia Crud es una transición a las mejores, podrías...

Frunzo el ceño, por lo tanto mantengo mi vista hacia abajo, al quedarme pensativo. El hombre se calla, entonces hay puro silencio cuando analizo qué contestar, pero estoy tan sumergido en mis pensamientos que no presto atención a los demás.

—No creo que mi padre quiera —decido responder, después oigo un ruido y alzo la vista, visualizo a todos pegados cerca de las ventanas, incluido al profesor, así que sonrío—. ¿Qué les pasa?

Todos se alivian al volverme el humor, aunque yo continúo confundido. Elijo ignorarlos, me pongo los auriculares, para perderme en la música, la mochila en el hombro y me levanto del asiento para retirarme del aula. La gente se aleja cuando voy por el pasillo. Al dejarme el paso libre de esa forma extraña, les agradezco de manera amable. Soy educado a pesar de sus comportamientos raros contra mí.

A lo lejos veo a Trina correr a toda velocidad hacia mí. Cuando intenta golpearme con su palo, la esquivo rápido. Uno de los auriculares se me cae, así que prefiero guardarlos y hablarle a la pelirroja.

—¿Qué pasa? —consulto tranquilo.

—Te unirás a mi equipo, me dirás todos los secretos de la pandilla de Flex y cooperarás en todo lo que te diga o me las vas a pagar —amenaza.

—Pero te vas a lastimar.

—¡Tú te vas a lastimar! —Salta para golpearme, levantando el palo, pero la esquivo otra vez—. ¡No te atrevas a escapar!

—No me he ido —aclaro—. Pero yo te lo advertí —expreso continuando con mi calma.

En un movimiento ágil, le quito el palo y forcejeamos con este. Hago más fuerza, entonces su espalda choca con la pared y se queda atrapada con ambas manos sosteniendo la vara en horizontal, porque yo tampoco la suelto.

—Deberías tener más cuidado —declaro.

—¿Por qué? ¿Vas a lastimarme? —dice de manera amenazadora.

—¿Yo? ¿Por qué? —exclamo confundido.

De verdad que no entiendo a las personas.

—¡Superhombre! ¡¿No te das cuenta de tu fuerza o qué?! —chilla furiosa.

—¿Y tú? —consulto.

—¡¿Eh?! —grita al sobresaltarse y un pequeño rubor crece en sus mejillas—. ¿Qué quieres decir?

Me aparto y me llevo el palo conmigo. Ella lo soltó de una manera suave, al quedarse quieta.

—Valora tu fuerza, pelirroja peligrosa. —Me doy la vuelta para retirarme—. Ya me voy, llego tarde a mi práctica de boxeo en la pandilla.

—¡Espera! —grita y me detengo, me giro a observarla, entonces se sobresalta otra vez—. ¿Por... ¿Por qué no te unes a mi grupo?

—Eso sería traicionar a Flex. —Apoyo la vara en mi hombro—. No sería respetable ni como miembro de los Salvajes ni como su amigo —explico.

—No comprendo, ¿cómo puedes ser amigo de ese idiota?

—No sé a qué te refieres, pero ya me debo ir. —El recuerdo de sus lágrimas cayendo en mi rostro llega hasta mí, entonces me toco un momento la cara—. Te regreso tu vara. —La tiro al suelo—. No la dejes por ahí, la vas a perder.

—Escúchame. —Camina y toma el palo—. Dime ¿Por qué eres su amigo?

Me río.

—Supongo que es porque no se comporta raro como todos los demás —refiriéndome a que huyen.

—¿Raro? —consulta pensativa—. ¿Por qué? ¿Por correr? ¿No sabes la razón? Me gustaría conocerla, no vi nada sospechoso en tu expediente y nadie me dice nada ¡Explícame! —exige con fuerza.

Me lo pienso.

—Supongo que es por eso de "El monstruo de la clase 22". —Me río—. Es una historia divertida.

Pelirroja PeligrosaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant