38. El beso de mis sueños

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Trina

Debo admitir que esta idea me gusta y a la vez no. Veo mis mechones de pelo teñidos de color castaño, así que hago puchero, ya extraño mi rojo.

—Deja esa cara —dice Sandal mientras me pone el antifaz—. Es tintura temporal, se saldrá luego.

—Iba a sugerir una peluca, pero no era muy creíble —acota Diryon.

—¿No es medio tonto usar máscara? —opino y luego agrego—. No es una fiesta de disfraces.

—Tú solo di que te equivocaste de fiesta y listo.

—¡Me va a descubrir! —grito nerviosa.

—Si te descubre, ya sabes a quién culpar —se burla Sandal de Diryon y él rueda los ojos.

—¡No sé qué pasa entre ustedes, pero yo me voy! —Salgo corriendo directo hacia la fiesta.

Sonrío nerviosa cuando veo al guardia del boliche y luego suspiro al entrar. Avanzo con mis bonitos tacos y observo para todos lados hasta que lo encuentro. Oh, está bailando, hasta eso hace bien, me muero.

Mi celular suena y atiendo.

—¿Sí?

—Deja de mirarlo como boba y acércate —dice Sandal del otro lado de la línea.

—¡Yo puedo hacerlo, no me vigiles!

—Te estoy ayudando, estaré cerca, llámame si sucede algo. —Me corta, así que guardo el teléfono.

Ay, está loca, creo que Diryon la descompaginó. Espera ¿No fue ella quién me arregló una cita con él? Bueno, yo ya no sé nada, hora de Ostyn.

Me choco con él y río nerviosa.

—Lo... lo siento.

Sonríe.

—No hay problema.

¡Me derrito!

—Qué alegría. —Sonrío también.

No me reconoció.

—¿Te conozco de alguna parte?

Demasiado pronto para cantar victoria.

—No... no creo —expreso nerviosa.

—Tu voz...

—No hablo mucho, soy tímida —susurro inventando.

—¿Tienes acompañante?

Niego con la cabeza.

—No, ¿y tú?

—Vine con mi amigo, pero bebió tanto que decidió irse. —Voy a decir algo, pero continúa, así que cierro la boca—. ¡Sé lo que piensas! Deje a mi amigo solo, pero no es así, ya me avisó que se encuentra en su camita y está bien.

—Eres un ser muy amable. —Suspiro.

—Gracias. —Sonríe—. ¿Quieres bailar? Me gustan las castañas.

¡Ostyn dijo que le gusto otra vez, tengo pelo castaño ahora, así que sí es cierto, pero no sabe que soy yo, aunque no me importa!

—Yo...

—Vine a ayudar a mi amigo, pero yo también necesitaba despejarme, y ahora que se fue, no tengo compañía, ¿me ayudas?

¡Me muero!

—¡Sí! —chillo—. Digo, sí —expreso más bajo y poniéndome nerviosa por culpa de mi entusiasmo que me puede hacer descubrir.

Toma mi mano y mi corazón bombea a mil. Me sobresalto cuando agarra mi cintura, entonces seguimos el ritmo de la música lenta ¿Sería muy arriesgado apoyarme en su pecho y sentir su perfume? ¡Ah, me encuentro tan cerca, estoy loca! Huele tan bien. Esta obsesión va a matarme.

Me sobresalto cuando la música se hace más rápida. Así que hay que cambiar la posición y las poses. Se me arruinó el romanticismo.

—Me disculpas, debo ir al baño.

Camino hasta el DJ y le pago para que vuelva la música lenta, me voy silbando para ir con disimulo hacia Ostyn.

—Oh, hoy está romántico el DJ —expreso en voz baja.

Mi superhombre se ríe.

—Sí. —Me ofrece su mano y la acepto.

Estoy en el cielo, mi corazón estalla de alegría.

—Me preguntaba... —Seguimos bailando—. ¿Por qué el antifaz?

—Es que me equivoqué de fiesta —finjo vergüenza—. Soy tan tonta.

—No creo que seas tonta. —Toma mi barbilla.

¡Ah, me está coqueteando!

¡Le está coqueteando a otra!

Bueno, técnicamente soy yo, así que no importa.

Mi corazón golpea con fuerza, lo oigo retumbar mientras nuestros rostros se aproximan el uno al otro, es entonces cuando nuestros labios se unen. Este sí es el beso de mis sueños y más mágico que el anterior. Aunque de alguna manera sigue sin ser por completo satisfactorio, porque le estoy mintiendo otra vez. No importa como sea, igual debo admitir, que hasta besando es muy bueno.

Luego de bailar un poco más, nos vamos a uno de los sillones del boliche y pedimos algo de beber. La culpa me ataca rápidamente. Bajo la vista triste, mirando mi gaseosa. Lágrimas recorren mis mejillas, sin poderlas detener.

—¿Qué sucede? —expresa preocupado.

—Ostyn, yo... —Dejo la lata encima de la mesa y me desato el antifaz, dejándolo sobre mis piernas—. Lo siento —digo triste, entonces noto mis ojos húmedos, me pican—. No me odies.

Se queda mirándome, sorprendido.

—Trina...

—Soy tan tonta, otra vez jugué contigo, esto se está volviendo en una obsesión, una muy mala. —Se hace un gran silencio y me refriego los ojos—. Si quieres llamar a la policía, puedes hacerlo. Lo lamento tanto.

Sonríe y todo en mi cara arde. Mi corazón bombea muy rápido cuando de repente se acerca a mi rostro, siento sus labios en mi mejilla. Es tan solo un instante, su tacto se percibe tan cálido y lindo, entonces reacciono, pues segundos después me doy cuenta que se levanta del sillón.

—No llores, no haré eso, pero será mejor que me vaya. —Agarra mi mano y pone su refresco entre mis dedos—. Toma, lo necesitas más que yo.

Lo veo irse y me quedo tildada, perdida en las nubes del enamoramiento. Toco la zona en la cual me besó. Oh, cielos, este sí es el beso de mis sueños, con nada de estrategias ni mentiras. Sé que solo fue en la mejilla, pero fue hermoso.

Pelirroja PeligrosaWhere stories live. Discover now