12. Guerra de corazones

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Trina

Entro a la vieja sala de gimnasia, la cual es territorio de los Slash y nuestra guarida principal, es como nuestro centro de operaciones. Observo a un castaño de espaldas y supongo que es el tal Diryon, paso por su lado sin prestarle atención, haciéndome la superior y me siento en la silla central, cruzo mis piernas, entonces lo miro de arriba abajo.

—Vistes muy formal para ser jefe de una pandilla —opino.

Una sonrisa llena de confianza se forma en su rostro.

—Mi grupo es muy exclusivo y selectivo, pero aunque somos algo distintos a ustedes, decidimos escuchar su propuesta.

—Te considero alguien muy valiente para decir eso, y viendo las circunstancias que ocupa la academia Crud con esta guerra, me atrevo a expresar un agradecimiento, todas las demás pandillas han sido cobardes.

—Me gustó tu estrategia, tomar zonas vulnerables que no tengan vigilancia, me parece algo muy inteligente —me hace un cumplido y asiento—. Supongo que sabes que los Salvajes —el grupo de Flex—, tienen un punto fuerte.

Ruedo los ojos.

—Sí, ya sé, su amiguito.

—El monstruo de la clase 22.

—¿Sabes sobre eso? —Enarco una ceja.

—Claro que sí.

—¡¿Por qué yo no sé nada?! —chillo con exasperación—. ¡¡Sandal!! —le grito a mi amiga que está justo a mi lado—. ¡¿La gente me oculta cosas o qué?!

—¡No creo, jefa! —expresa asustada—. ¡Pero lo averiguaré!

—No es necesario —la interrumpe Diryon—. Lo que pasa es que de eso no se habla, el mismo director ocultó todo, tiene un trato con el padre de Macgregory.

Curioso.

—¿Tanto así? —digo intrigada.

—Sí, pero no hablemos de cosas prohibidas, si no te enteraste en ese momento, no lo sabrás ahora.

—¡Pero necesito saber! —Me levanto de mi silla con furia y lo agarro de su ropa—. ¡Dímelo! ¡Dímelo ya! ¡Dime por qué todos le tienen miedo!

—No puedo hablarte de ese día, aunque sí puedo decirte que ya deberías saber la razón de que todos huyen de él, es obvio, se nota en sus acciones, Ostyn Macgregory no es alguien normal.

—Bueno, sí, es un superhombre. —Lo suelto—. Pero eso no es razón suficiente para escapar como cobarde, ni que hubiera matado a alguien.

Diryon se ríe.

—Eres una buena persona para ser una jefa pandillera.

—Mira, estúpido, yo golpeo a quién se lo merece, fin. —Frunzo el ceño—. Así que si no vas a ser mi aliado, apártate de mi camino.

—¿Y quién dice que no? —Toma mi mano y la besa—. Estoy tan encantadísimo contigo, necesito conocerte más.

Me quedo tildada un segundo.

—¿Eh?

—Le está coqueteando —me susurra Sandal en la oreja por si no entendí.

—¡Ya sé! —le grito a mi amiga y me suelto del jefe pandillero—. Gracias, pero no estoy interesada —digo a secas, pero algo nerviosa.

Él vuelve a reír.

—Bueno, pero un día me puedes decir que sí y tendríamos una cita, prometo ser un caballero.

Oigan ¿Qué está pasando aquí? Detengan el carro, no estoy buscando novio ¡Yo quiero guerra! ¡¿Por qué es tan difícil de entender?!

Esto me trae recuerdos sobre Flex. 

Pelirroja PeligrosaWhere stories live. Discover now