14. Invitaciones confusas

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Trina

Camino por los pasillos de la academia, mirando las entradas para el cine, las cuales me fueron entregadas en mano hace nada. No puedo creer que Sandal haya aceptado por mí estas invitaciones, pero ya me va a oír cuando hablemos muy seriamente, no se me va a escapar la próxima vez ¡No quiero tener una cita con ese Diryon! ¡¿Quién dijo que podía aceptar esto?! ¡Claro que no! Mi irrita que sea así, pues solo me recuerda a mi noviazgo con Flex. Necesito destruirlo para saciar mi sed de venganza.

Y hablando del Rey de Roma...

—Mi amor. —Recibo unas flores muy cerca de mi cara.

—¿Qué quieres, Flex? —Muevo el enorme ramo para mirarlo.

—Empezamos mal, arreglemos las cosas, no discutamos.

Me titila un ojo.

—Escúchame, Flex, ríndete, no vamos a volver.

—Pero mi amor quema como mil soles. —Alza sus manos con el ramo.

—Eres patético. —Lo esquivo.

Toma mi muñeca.

—¿Con quién vas a salir?

—Eso no te incumbe, ve a atender a tu amiguito a otra parte.

—No hasta que aceptes mis flores. —Vuelve a acercar el ramo.

—¡Te dije que no! —Lo golpeo con este y todo, entonces varias flores se le meten en la boca, así que me río—. Te pasa por imbécil.

Me largo.

Camino por el patio y visualizo a Ostyn, esta vez con sus auriculares, escuchando música, mejor dicho perdido en la música. Tiene cerrados los ojos, sonríe, avanza oyendo la melodía y mueve la cabeza sintiéndola.

Me le acerco.

—Superhombre.

Se detiene, abre los ojos y mantiene su sonrisa.

—Pelirroja peligrosa.

—Quítate eso —digo sobre sus auriculares, haciendo una seña en dirección a mi oreja, luego me cruzo de brazos cuando lo hace—. Al fin me obedeces.

—No entendí. —Se ríe.

Frunzo el ceño.

—¡¿Pero qué te pasa?! —Pongo las manos en la cintura.

—No sé, dímelo tú, que yo sepa no me pasa nada. —Mueve los hombros.

—¿Por qué me dejaste escapar? —Cambio de tema.

—¿Lo hice?

—¡Eres el superhombre, imposible que no hubieras evitado mi salto!

—Me estás idealizando y te estás subestimando.

—Soy una jefa pandillera, sé cuando tengo que admitir mi derrota —expreso levantando la cabeza con alta superioridad y orgullo.

—Bien por ti ¿Puedo seguir mi camino?

—¡No! —Lo miro directo.

—¿Por qué me estás siguiendo? —Enarca una ceja—. ¿No encontraste otra manera de vencer a Flex? Esto se vuelve repetitivo.

—No puedo descartar ninguna opción.

—Pierdes tu tiempo, no voy a unirme a tu grupo. —Aproxima su rostro al mío y me paralizo—. ¿Sabes cómo se llama eso? Lealtad.

—¿A Flex? No lo vale —balbuceo teniéndolo tan cerca.

—A mí no me ha traicionado, así que no es mi problema.

—Señorita Trina Lerein. —Oímos, entonces Ostyn se aparta, vemos venir a Diryon hasta nosotros, toma mi mano y la besa—. Escuché que aceptó mi invitación.

Me suelto rápido.

—Ah sí, es que como jefa tengo que ser amable con mis aliados —explico—. Es por cortesía, nada más.

—Esperaré con ansias este fin de semana. —Ignora mi acotación, entonces veo como se retira con sus altos matones detrás.

—Así que era cierto —susurra Ostyn.

Me giro de forma brusca a mirarlo.

—¡¿Qué cosa era cierto?! —cuestiono.

—Ah, tu conejo anda lloriqueando porque lo engañas. —Sonríe.

—¡No lo engaño, no es mi novio!

—Es lo que le dije.

Me quedo tildada.

—Ah, ya veo.

—¿Qué pasa? ¿Ya me puedo ir? —Señala el edificio de los dormitorios.

—Yo... —Presiono los dientes y luego bufo—. Sí.

Me quedo fija observándolo mientras se está yendo ¿Qué me pasa? Creo que esto ya no es una obsesión por tener un aliado. Estoy muy confundida. 

Pelirroja PeligrosaWhere stories live. Discover now