29. ¡Una semana libre!

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Trina

Camino detrás de Ostyn hasta que llegamos a un pasillo clausurado. Estas instalaciones no se usan hace tiempo. Llegamos a una puerta, la cual tiene escrita "clase 22" en el cartel y unas cintas amarillas forman una X, para no pasar. Ostyn las quita, entonces entramos al aula.

No hay nada, está vacía, un poco sucia solamente, no hay algo distinto a otras aulas.

—¿Qué tiene de especial este lugar? —Pongo las manos en mi cintura.

Oigo un suspiro de parte de mi superhombre y me estremezco.

—No sé si habrás notado, pero tengo problemas de ira.

—Bueno, sí, no es para tanto —digo sin importancia.

Alza la mano que tiene una venda, no me mira y se mantiene de espaldas hacia mí.

—No es la primera ni la última vez que me lastimo, aunque ese no es el problema. —Baja su mano—. El problema es cuando lastimo a otros.

—¿O sea que agarraste a golpazos a uno por aquí? —Enarco una ceja.

Se ríe sin humor.

—¿A uno? Fueron varios, mejor dicho, toda la clase. Es que tenía un mal día, era el aniversario de la muerte de mi madre, alguien me provocó, reaccioné, lo molí a golpes y luego siguieron los que intervinieron. Nunca vi tanta sangre en toda mi vida.

—Vaya —susurro.

—¿Sabes? Me culpo, pude haberme ido y no lo hice. —Tiene la voz entrecortada, entonces reacciono.

—¡Ay, no! —chillo y alzo las manos, camino rápido para ponerme en frente de él—. ¡Estás llorando! —expreso cuando veo sus ojos humedecidos—. ¡Soy estúpida, no debí haber insistido!

Se ríe y pasa su dedo por su ojo.

—Solo un poco, no cayó nada, ¿ves? —Me muestra su palma.

—Ay, qué bonito, hasta ocultándolo te ves lindo.

—Una semana. —Me sonríe—. Soy libre una semana —repite.

—¡No hemos terminado de hablar! —me quejo.

—¿Qué más quieres saber? —Bufa

—Quiero charlar, o sea que por eso te llaman El monstruo de la clase 22 —afirmo y asiente—. Pero yo no tenía idea y creo que algunos corren solo porque sí —opino, entonces se ríe.

—Tienes razón, algunos se inventan historias o le siguen la corriente a los demás, en conclusión el altercado está lleno de rumores, pero la que te dije es la versión oficial, así se creó mi reputación.

—Ya veo ¿Y por qué tanto secreto? O sea parece que ni se puede hablar del tema.

—Ah, eso es culpa de mi padre —dice de malhumor—. Quiere tapar el sol con un dedo, pero está equivocado, así no se arreglan las cosas, tarde o temprano sale a luz.

—Tu padre...

—Ah, no te dije, es uno de los principales acreedores de la Academia Crud. Puso una gran cantidad de dinero para que todos se callaran. Quiere controlarme, pero no le sale, y no creo que nunca lo haga.

—Wow —exclamo sorprendida—. Eso explicaría la gran entrada.

—No, eso es porque le gusta montar espectáculos. —Rueda los ojos.

Me río.

—Puedo sentir ese odio hasta aquí.

—Se ha pasado la mitad de mi vida controlándome, así que no tengo mucho para decir sobre él.

—No sé si sentir envidia o qué, cada extremo es malo —opino—. Mi madre no me presta mucha atención y mi padre no sé ni si conoce de mi existencia o si solo me ignora como ella.

—Concuerdo, es mejor un equilibrio —expresa serio y luego vuelve a sonreír—. ¡Una semana sin acosadora, sí! —insiste contento.

—¡Ay, no me lo recuerdes!

—Haré fiesta y no podré invitarte —bromea.

—Ja, ja, muy gracioso —digo con sarcasmo.

De un momento a otro estamos riendo, aunque las risas se acaban cuando se oye la puerta y el individuo que entra formula palabras hirientes:

—El delincuente siempre vuelve al lugar del crimen.

Es el papá de Ostyn.

Mi superhombre se queda de espaldas, para no mirar a su padre, su gesto es muy serio.

Decido responder yo:

—Disculpe, buen hombre, tenemos clase de literatura, no hay tiempo para sus nimiedades.

Tomo la mano de Ostyn y lo hago salir corriendo, una vez nos largamos de esos pasillos del terror, nos detenemos en los caminos habituales.

Ostyn reacciona.

—¿Clase de literatura? ¿Buen hombre? —Se ríe.

—¿A qué soy una gran actriz? —Muevo mi cabello.

—Y una que sabe aprovechar la oportunidad. —Agita su mano para que lo suelte, hasta que lo logra.

Me río.

—Me descubriste.

—Eres una pelirroja peligrosa. —Se gira.

—¡¿A dónde vas?! —chillo.

—¡Una semana libre! —Se va corriendo a supervelocidad.

¡No es humano!

¡Ah, mis ojos van a morir una semana, regresa!

Maldito trato. 

Pelirroja PeligrosaWhere stories live. Discover now