Capítulo 64 🖤

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Los nervios del Rey iban en aumento, y la salud de Franz lo empeoraba.

La decisión del Rey había sido tanto repentina como insensata. Estaba al tanto de que él, al igual que Franz habían batallado contra la amenaza de la bruja del Caos, y sabía que no era el culpable, sin embargo, los ojos del Rey habían rechazado la existencia de Eliot por completo. Había enlazado la presencia de él en la fiesta como uno de los motivos por los que había aparecido Casiopea allí. Con el paso de los días se había vuelto cada vez más paranoico con respecto a Eliot, y que siguiera con vida podría crearle una amenaza inminente, ya que la bruja sanguinaria podría estar planeando llevarlo para su bando y usarlo para atacar su reinado. Después de todo, la sangre de una bruja del caos caminaba por los pasillos reales, y el poder que obtenía por sus hazañas lo afirmaban más al ojo público como el elegido. Por ese motivo el Rey había comenzado a movilizarse en contra del segundo príncipe para así encuentre un exilio eterno, o en el mejor de los casos la muerte. De lo que estaba seguro es que no podía hacerlo ahora, sabía que Eliot tenía una alianza que lo intentaría derrocar si fuera a eliminarlo sin causa alguna, además que el mismo pueblo odiaría sus actos tiránicos. El segundo príncipe, su hijo, se había convertido en un contrincante casi intocable. Era ingenioso y muy talentoso para su propio bien, y en momentos como este el Rey deseaba nunca haber sido convencido a tener un hijo con Casiopea, pero lo cierto es que no tenía alternativa, siendo que fue maldecido por una bruja oscura llamada Pamela, que se había hecho pasar por una seguidora de la catedral solo para llegar al palacio limpiamente y lograr engañarlo para paulatinamente sembrarle sus artes oscuras. Debía ser muy poderosa como para influir en su organismo y modificar su funcionamiento reproductivo. Y su maldición consistía en la incapacidad de generar vida, a menos que copulase con el gen de Casiopea, ninguna otra. Pero lo más rebuscado e inteligente en su hazaña fue que antes de finalizar la maldición, Pamela había creado una garantía, y esa misma garantía había sido el príncipe heredero Franz.

Conectó con su hechizo, mediante infusiones que la reina consumía en el té, la esencia de Casiopea, lo que con el tiempo de gestación del niño provoca que crezca con la necesidad de esa esencia, y si ésta fuera a desaparecer, su energía interna también desaparecería. En otras palabras, si el Rey mata a Casiopea, Franz también morirá.

Eso es lo que estaba investigando Madame Rosette, y había descubierto como último engranaje de la historia. Podría haber otras explicaciones, pero ciertamente todo apuntaba a ello. Obtuvo mucha información de compañeros del pasado, pero el objeto que todo lo unió fue el estante de libros que Pamela solía frecuentar. Era como si de alguna manera ella hubiera dejado las evidencias para que Rosette lo descubriera, de otra manera por qué dejaría en su despacho, y a la vista, los libros que transcribían los conjuros y maldiciones que encajaban a la perfección con los propósitos y síntomas que el Rey padecía. Cabe recalcar que todo este entramado sucedió antes de que Pamela conociera a Rosette, además que su personalidad no denotaba malicia ni parecía continuar agraviando la situación, es más, parecía que había llegado a ella luego de escapar de algo, o alguien, lo que confiere que era resultado de su traición a Casiopea.

Así que aquí estaba Rosette nuevamente, en su despacho olvidado y polvoso, lo que detestaba, pero que igualmente no limpiaría ya que se iría en poco tiempo. Lamentablemente ella no podía quedarse en el mismo lugar por mucho tiempo, era la amenaza más grande para Casiopea.

—Acaso... cuando sonreías con tanto énfasis, y reías alegremente, ¿estabas por dentro sufriendo? —Rosette con la mirada apagada sostiene fuertemente el libro —¿Por qué has causado tantos desastres?, ¿Por qué jamás has dicho nada?... ¡¡¿Por qué mierda luego te arrepientes?!!

LA SOMBRA DEL DESTINOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant