Capítulo 16 🖤

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Era un poso de los lamentos, una sumida oscuridad en la que se veía tan solo un péndulo de luz que esclarecía un rostro de lágrimas secas. La mujer estaba amordazada de pies y manos en una silla astillada, con la boca obstruida por un paño viejo, y su única compañía era una rata que trataba de morderle los dedos descalzos de sus pies. Hace varias horas que había dejado de luchar, era inútil, por lo que se mordía los labios en su desesperación. Pero en el momento en que trato de hallar calma comenzó a oír pesados pasos acercándose.

Para llegar hasta ella tendrían que doblar una esquina, y enfrentarían los barrotes que la encerraban. Por lo que segundos antes de que llegaran, la mujer vestida aun de sirvienta de la familia Del Fatsia, observó como las luces de muchas lámparas alumbraban el frente, hasta que tres soldados y un hombre alto, de cabellos de un rosa oscuro y ojos filosos, se enfrentaron a los barrotes y compartieron una mirada desagradable. Se les ordeno a los escoltas que abrieran la cárcel y al entrar, uno de ellos le retiro el pañuelo de la boca a la sirvienta. Ella había tosido toscamente y tomado aire con tanta fuerza que su cara se había vuelto roja por segundos.

—¿Esta es la mujer que se atrevió a invadir nuestro territorio con intenciones maliciosas?

—¡Duque Del Fatsia yo no quise...! —el soldado a su lado le dio vuelta la cara en una cacheta.

—No se te ha permitido hablar —el duque afirma —le habrá sido bastante conveniente moverse cuando mi hija no tenía la compañía de sus padres.

La mujer casi abre la boca, pero recuerda el dolor agudo de la cachetada que aún se siente en su mejilla.

—Esto no será largo, efectivamente has deshonrado e invadido mi mansión, por lo que tendré la suficiente honestidad como para decirle que de aquí no saldrá viva señorita —se movía y gesticulaba como si no estuviera hablando de una sentencia de muerte.

—N-no, no... por favor —La cara de la mujer se distorsionaba del miedo.

El caballero amaga para encestarle otro golpe cuando el duque lo detiene.

—Pero podemos hacer que su muerte sea rápida e indolora. Solo debe decirme lo que sabe —se acerca a ella con falsa amabilidad —¿Qué le parece?

La mandíbula le temblaba de la aterradora sonrisa del duque y su sangre fría, y ella parecía dudar en hablar, pero estaba lo suficientemente consciente para entender que ya no importaba lo demás, al menos debía regalarle la vida una muerte tranquila a pesar que había nacido y transitado en el mundo como una rata de encargo.

—Está bien, le diré todo si promete usted que no sentiré nada —en lágrimas como cascadas y con mocos saliendo de su nariz humedecida, ponía toda su confianza en él.

—Lo prometo por mi honor de duque —se inclina con la mano tocando su pecho.

Sus pestañas bajaban y subían impulsivamente por los intensos nervios y después de tragar saliva dice entrecortadamente:

—Fui... enviada... po- — comenzaba a dar repentinas arcadas —me lo ordeno...

Sin poder retenerlo más expulsa el vómito que sentía subir por su garganta, para descubrir que en realidad lo que expulsaba era sangre, mucha.

—¿Qué?, ¿Qué me pas-?

—Mi señor, le está saliendo sangre por los ojos —sorprendido, un caballero le señala al Duque.

—Esto... —la expresión de extrañeza ocupaba el rostro del duque.

—¡¡¡GAAAAAAAAA!!

Los gritos de la mujer rebotaban en las paredes como un violín desafinado y grotesco. La sangre emanaba de sus ojos, orejas, nariz y boca sin parar. Su rostro se ponía cada vez más pálido y sin vida, hasta que no le quedo ni una gota de sangre en las venas, cerrando los ojos con lentitud después de padecer una repulsiva muerte. Los caballeros no estaban del todo desencajados al igual que el duque, ya que no era como si nunca hubieran visto morir a alguien, pero la forma en la que paso, los había dejado en silencio por momentos. El escolta más cercano al duque lo miraba con preocupación, y este le responde.

LA SOMBRA DEL DESTINOWhere stories live. Discover now