Capítulo 14 🖤

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Rebecca se tomó la tosca libertad de pasear por la mansión haciéndose pasar por otra sirvienta de la familia Del Fatsia. No tenía tiempo de pedir permiso, y tampoco de esperar a la confirmación, si es que se le hubieran aceptado siquiera, por lo que se tragó los nervios y actuó como parte de ese sistema, cabizbaja, para que no tomaran todos sus rasgos. Fue a la cocina, al lavadero, a las habitaciones de invitados y nada había hallado, como si se hubiera evaporado en el aire. Estaba realmente angustiada cuando ve pasar por el pasillo de fuera de la cocina a la misma chica que las había recibido junto a su compañera.

—Te digo que esa señorita fue amable conmigo.

—Vamos, eres nueva en esto por lo que también ingenua, ¿no sabes de las historias que rondan detrás de ella?

—Sí, lo oí... ¿pero no es mejor creer lo que uno conoce en vez de lo que escucha de otros?

—Tu, que... cielos, tuvieron que entrar dos personas nuevas, una es tonta y la otra maleducada, ¿Quién contrata al servicio?

—Señora no se enoje, pero si yo soy la tonta, ¿la maleducada es la chica que entro el mismo día que yo?

—Exacto, esa descarada hace un momento me empujo y apenas se disculpó, no sé ni que estaba haciendo yendo para los establos. Las nuevas no suelen encargarse de los caballos.

Las cejas de Rebecca se levantaron de la suerte que había acontecido. Enseguida se dio la vuelta hacia la siguiente curva del pasillo para que no la reconozcan y ni bien pasaron a su lado, continuo detrás de ellas para tomar la puerta que la llevaría a los establos. ¿Estaría tratando de huir?, sus pasos se aceleraban de solo pensar lo terrible que eso seria. Tenía que pasar por el pasillo principal para acortar camino y transitar entre los jóvenes nobles que al parecer ya habían vuelto del lago. Pensó en su señorita, de si ir a decirle, pero no quería decepcionarla ni ver su rostro cuando le diga que le robaron su regalo. Así que sin ver hacia sus lados fue directo a la puerta, pero una voz masculina, como desgastada, la detiene.

—Espere ahí —conectó la mirada con Rebecca, y por el ruido de varias voces nadie pudo escucharlo, solo ella —Tu eres la doncella de Deva ¿verdad?

Espantada de sus ojos clavados en ella, contesta por lo bajo.

—A-así es... que me disculpe, tengo algo urgente que debo...

—Espere, iré con usted, no puede negarse a mi orden —se volvió amenazante.

Rebecca no comprendía el porqué de sus palabras y lo ve más detenidamente.

—Ah, joven Tartalia, disculpe no reconocerlo antes.

Ella lo conocía por aquella vez cuando Emil tenía diez años y había visitado la mansión.

—Está bien —mira desinteresado hacia donde ella se dirigía antes —¿Le robaron algo cierto?

—¿Cómo lo supo?

—No importa, el punto es que la ayudare, así que no perdamos tiempo y guíeme.

La garganta de Rebecca se había trabado sin obtener respuesta, pero lo dejó ser, ya que no podía seguir dudando, tampoco negarle nada a alguien de su influencia. Asintió con efusividad y los dos caminaron rápidamente hacia afuera. Sharon en un desliz ve como ellos salían con tanta prisa.

—¿Qué, Emil y....?

—Señorita Sharon —aparece el mayordomo del segundo príncipe a su lado —lamento la interrupción, debe estar ocupada con los invitados, pero necesitaría de su ayuda, si pudiera acompañarme unos minutos.

LA SOMBRA DEL DESTINOWhere stories live. Discover now