Capítulo 54 🖤

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Ni bien las trompetas cesaron, las voces eufóricas de los invitados resonaron en el salón. Se oía claramente desde el ala izquierda, fue entonces que Emil luego de desconcentrarse por el ruido, se gira y observa otra vez a Abel, pero con un rostro pensativo.

—Tu... me pareces familiar —entrecierra sus ojos con deducción.

Yo no sabía por qué lo decía Emil. Puede haberlo visto antes, tal vez su carrera de Emisario la reconociera, o, por otro lado, la similitud de los ojos con el príncipe Eliot lo desencadenaría. Estaba nerviosa por la situación de antes, me había quedado en blanco al ver la cara de Abel tan cerca, y sabía que debía volver al salón principal, entonces fue que Abel sin prestarle atención a Emil se gira a verme con su característica inexpresividad y señala su ojo derecho.

—Tienes una pestaña debajo de tu ojo, eso me estuvo molestando un tiempo.

—Ah, ¿una pestaña? —me refriego debajo del ojo y lo miro —¿ya se fue?

"Qué vergüenza, por un momento había pensado otra cosa"

Abel hace una pequeña mueca y se gira.

—Sí, se ha ido. Me voy primero —camina recto hacia el salón y pasa por al lado de Emil sin dirigirle la mirada.

Emil no lo detiene, se me queda mirando con calma. Me sentía un poco incomoda, por lo que me acerque rápidamente a él.

—Que gusto verte Emil, ya estuve hablando con Sharon por lo que me estaba preguntando en donde estabas —digo con una sonrisa coloquial y me inclino hacia el salón —¿Por qué no continuamos hablando en la fiesta?

Caminé unos pasos hacia esa dirección y Emil sin llevarme la contra me ofrece su mano con una sonrisa que ignoraba el escenario anterior. Él era de esa manera, sus ojos lilas me miraban sin intenciones de cuestionamiento ni preguntas innecesarias. Por dentro tal vez no quería defraudar la confianza.

—Concédame entonces el placer de escoltarla.

Lo mirada con impresión, ya que sus aires maduros parecían superar su edad. Veinte años no eran suficientes años vividos para sobrellevar tanta cordialidad. Con gusto agarre su mano, y caminamos sin apuros. En ese ínterin no pude evitar pensar en la expresión de Abel. Entiendo que había querido quitarme la pestaña hace un momento, pero... aquella mirada me había hecho temblar como una idiota. No debería malentender las cosas otra vez.

—Te ves muy pensativa —Emil me llama la atención a mi lado —deberías relajarte un poco y disfrutar, esta es tu fiesta.

Bajo mi cabeza con asertividad y la levanto con una mirada serena.

—¿No vas a preguntarme nada?

Emil mira hacia el frente extendiendo un poco el silencio. Parecía un bello muñeco de porcelana con su traje plateado y su rostro armonioso.

—No le veo el sentido a preguntar algo que desde un principio no estarías dispuesta a contarme por tu propia iniciativa.

Ante su respuesta una ligera sonrisa se asomó en mis labios.

—Pero hace unos momentos parecías tener curiosidad.

—Ciertamente.

—¿Por qué eres tan considerado?

—Porque te respeto Deva —me vuelve a dirigir la mirada —y deseo que me veas como alguien de confianza. Nada más que eso.

Las primeras luces doradas del salón acariciaron mi rostro cuando escuchaba las palabras suaves de Emil, el bullicio se oía alrededor al llegar nuevamente al banquete, y por lo increíble que pareciera, las palabras sinceras de él habían mejorado mi estabilidad y actitud. Me sentía bañada en la suerte así que cuando Emil soltó mi mano al llegar al banquete, me gire hacia él y exprese mi gratitud antes de saludar formalmente la llegada de los príncipes.

LA SOMBRA DEL DESTINOWhere stories live. Discover now