19. Los Guardianes de los Cuatro Puntos Cardinales

103 6 0
                                    

Encontrándose en medio de Sagrada Montaña Nevada, Shi fue abordado por Yuan Ji una vez más.

—¿Por qué abandonaste a tu madre en Ciudad Hoja de Nieve? —inquirió con acento de reproche.

—No la abandoné; simplemente no pude llevarla conmigo en ese momento —respondió Shi con simpleza—. Y no podía pedirle a Fang Yin que me ayudara con eso, después de todo lo que ella ha hecho. Pero iré a rescatarla esta misma noche.

—No te molestes. Yo la rescataré.

—¿Por qué estás tan interesado en mi madre?

Pero Yuan Ji no tuvo oportunidad de contestarle, pues notó que Fang Yin se aproximaba y se marchó.

—Yuan Ji estuvo aquí, ¿cierto? —confirmó la inmortal, acercándose con pasos rápidos a Shi.

—Así es —afirmó Shi, sin darle importancia—. ¿Hacia dónde iremos ahora?

—Nos instalaremos en mi antigua recámara, el Templo de la Llama Azul —respondió Fang Yin con cierto aire de nostalgia—. Yuan Ji construyó su Templo Sagrado de Nieve en el punto opuesto al de mi residencia. Si él está aquí, no tendremos que lidiar con él de inmediato.

La inmortal guió a su sobrino hacia la base de una colina, en la cual se encontraba una soberbia construcción al estilo clásico de los templos, que el paso del tiempo apenas había desgastado. Fang Yin liberó sus poderes mágicos, rodeando el lugar con su potente aura; en respuesta, una docena de rayos luminosos impactaron el suelo ante ellos. Cuando la luz se disipó, unos cuantos seres con vestimenta de guerreros que parecían humanos, pero cuyas pieles eran armaduras como escamas de reptil, se dejaron ver. El de mayor estatura, que parecía ser el líder, abrió los ojos a todo dar al percatarse de la presencia de Fang Yin y se arrojó a los pies de la inmortal de ojos dorados.

—Mi señora, ha vuelto —musitó el ente con voz solemne, pero sin poder ocultar la emoción que lo embargaba.

—No es a mí a quien deben recibir de esta manera, sino al joven que está a mi lado —manifestó Fang Yin, señalando a Shi con un gesto de su mano—. Él es nuestro último descendiente legítimo y el verdadero heredero de la Tribu Llama de Hielo.

El ser alzó la cabeza, con la cual hizo un gesto para indicarles a sus acompañantes que se acercaran. Todos ellos comenzaron a rodear a Shi, quien permaneció muy tranquilo bajo su atento escrutinio. Luego de olisquearlo y examinarlo atentamente, el que parecía dirigir el grupo se irguió con orgullo y gritó:

—¡Salve el nuevo rey de Sagrada Montaña Nevada!

Los demás no tardaron en corear estas palabras, y luego todos se arrojaron a los pies de Shi. Tras este pequeño acto de aceptación, Fang Yin pidió que le asignaran una habitación adecuada al nuevo monarca. La recámara que Shi poseía en el Palacio de Hielo no era nada a comparación de la suntuosidad que poseía esta. Aquellos seres, identificados por Fang Yin como suhos, se ocupaban de satisfacer todas sus necesidades con verdadera diligencia. Una vez instalados, Shi y Fang Yin decidieron limitarse a esperar pacientemente a que Yuan Ji hiciera su primer movimiento.

Fiel a su palabra, Yuan Ji partió hacia la Tribu de Hielo y liberó a Lian Ji, poseyendo de paso su cuerpo para poder deshacerse fácilmente de los soldados que intentaron impedir su huida. Tras llevársela con él a su residencia en Sagrada Montaña Nevada –el Templo Sagrado de Nieve mencionado por Fang Yin– y recuperar su forma física de la misma manera en que lo había hecho su hermana, Yuan Ji le explicó a la ex concubina que la había conocido en la Isla Flor de Cerezo, cuando ella era una joven sirena que practicaba con sus piernas temporales y él aún estaba atrapado bajo el Encantamiento Escudo que cubría el Océano Infinito. La posibilidad de verla más de cerca fue lo que le incentivó a forzarse a romper su prisión luego de 10.000 años de cautiverio. Cuando logró su objetivo, su alma quedó tan debilitada, que tuvo que refugiarse en el primer ser viviente que encontró, el cual resultó ser un zorro de las nieves a quien la joven Lian Ji cuidó con cariño. Cuando Hou Yi la rechazó al enterarse de que ella no era una legítima princesa sirena, Yuan Ji vio su tristeza y utilizó sus últimas fuerzas para usar el Reemplazo de Apariencia, convirtiéndose en el Rey de Fuego y logrando conocer carnalmente a la sirena, con la esperanza de que la nueva vida que engendraran le hiciera compañía mientras él intentaba recuperar sus energías.

La Princesa de Hielo entre redes de sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora