6. El último cumpleaños

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Utilizando su sigilo de guerrera, Liu Mai se acercó a la Ciudad Hoja de Nieve pensando en infiltrarse; pero se ahorró el trabajo al enterarse por el camino de que la hermana de Xing Jiu había huido con la ayuda de la Abuela. El líder de la Tribu de los Tejedores de Sueños utilizó magia prohibida, a petición del Rey de Fuego, para controlar a los jefes tribales y que obedecieran  a la Tribu de Fuego sin mayores percances.

Entretanto, Li Luo había sido liberada por Shi y supo las verdaderas razones que se ocultaban tras la traicionera conducta de Xing Jiu por medio del administrador del clan, a quien tomó como rehén cuando el jefe de la tribu apareció para detenerla. No obstante, entre ella y el administrador lograron convencer a Xing Jiu de que le permitiese a Li Luo entrar al sueño de Ka Suo para intentar despertarlo, lo cual no fue tarea fácil, puesto que el príncipe la vio como una amenaza en su sueño, confundiéndola con Hou Yi y atacándola. Shi trató de apoyarla en esa misión tocando la Hoja Única de Bambú.

Mientras tanto, Liu Mai ayudó a la Abuela y a Xing Gui a deshacerse de las tropas del Rey de Fuego que las perseguían, al menos de momento: invocó una tormenta de nieve que borró sus rastros.

—¿Quién eres? —preguntó Xing Gui, observando fijamente a su salvadora.

—Soy Liu Mai, princesa de la Tribu de Hielo —se presentó ella, a lo que la niña le lanzó una mirada dudosa—. ¿Qué? Puede que no luzca muy real, pero sigo teniendo sangre de princesa.

—Mi nieta siempre ha sido muy bonita, pero poco femenina para ser una muchacha —comentó la Abuela.

—Dime, Xing Gui: ¿por qué escapaste de Hou Yi, si él tiene tu antídoto? —indagó Liu Mai, sospechando el verdadero motivo.

—Él le mintió a mi hermano —contestó Xing Gui—. Lo escuché. No tiene ningún Loto Velado.

—¡Ja! Lo sabía. Ya quiero ver la cara de ese idiota cuando se entere.

Mientras tanto, los dormidos Ka Suo y Li Luo habían sido entregados a los soldados del Rey de Fuego, quienes tenían órdenes de arrojarlos por el Acantilado Interminable. Shi fue tras ellos para asegurarse de salvarlos.

Xing Jiu había presentido la fuga de su hermana y acudió a su encuentro justo a tiempo, pues las tropas de Hou Yi estaban a punto de alcanzarlos. Xing Jiu los ocultó con un hechizo de invisibilidad y luego todos escaparon en un coche conducido por la Abuela. Estando allí, Xing Gui le contó a su hermano lo que había escuchado, provocando la indignación del Jefe de los Tejedores de Sueños.

—No quisiera decir “Te lo dije” —comentó Liu Mai, sentada en el techo del vehículo—. Pero sí se lo dije.

—Princesa Liu Mai, ¿por qué está sentada en el techo y no aquí adentro? —cuestionó Xing Jiu.

—Porque no quiero sentarme a su lado. La imbecilidad es muy contagiosa. Capte la indirecta y déjeme en paz.

—En realidad, está vigilando por si vienen soldados de la Tribu de Fuego, porque le preocupa nuestra seguridad —replicó la Abuela, tirando de las riendas de los caballos que conducían el carruaje.

—Muy oportuna tu intervención, abuela —bufó Liu Mai, a quien no le gustaba que sus verdaderos sentimientos se vieran expuestos.

Xing Jiu sonrió para sus adentros, comprendiendo el sentir de la Princesa de Hielo.

«Princesa Liu Mai... Con solo saber que se preocupa un poco por mí, me hace sentir feliz».

—Tenemos compañía —avisó la princesa, borrando la expresión arrobada del rostro de Xing Jiu.

La Princesa de Hielo entre redes de sueñosWhere stories live. Discover now