17. Sagrada Montaña Nevada

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Al igual que Liu Mai, Ka Suo también estaba deseoso de que sus padres aprobaran su ya próximo matrimonio con Li Luo, por lo que acudió a pedir su autorización; pero no esperaba encontrarse con tan férrea oposición.

—Padre, madre, me voy a casar con Li Luo —anunció felizmente el príncipe, aferrando la mano de la Enviada del Guardián.

—¿Quién consintió ese matrimonio? —cuestionó su padre.

—Fue una orden de Shi.

—Escúchenme. No lo permitiré —fue la tajante contestación del antiguo Rey de Hielo a su petición.

—¿Por qué no? —preguntó Ka Suo, presa de un profundo desconcierto—. ¿Es porque Li Luo es una mortal?

—No habría problemas si fuese una simple mujer mortal; sin embargo, Li Luo ha sido maldecida por la Voluntad del Caído.

—¡Li Luo fue maldecida por salvar mi vida!

—Ka Suo, debes entenderlo. ¿Qué va a decir la gente cuando sepa que la Princesa Consorte de la Tribu de Hielo es un monstruo? —añadió la ex Reina de Hielo.

—¡Van a decir que Li Luo es una gran mujer, capaz de sacrificarse por amor! —intervino Liu Mai, entrando en la habitación con pasos fuertes—. ¡No se atrevan a volver a llamarla “monstruo”!

—¡No intervengas, Liu Mai! —tronó su padre.

—Ka Suo... Tal vez sea mejor que yo me vaya —dijo Li Luo con tristeza, tomando las manos del príncipe y abrumada por el conflicto que había desencadenado.

—No —negó el príncipe de hielo con firmeza, aferrándose a ella—. Yo me casaré contigo.

—Li Luo, no te rindas —agregó Liu Mai—. La felicidad de mi hermano depende de ello.

—Padre, me casaré con Li Luo y luego nos iremos de la ciudad —decidió Ka Suo, encarando a su progenitor.

Ya había dado media vuelta para retirarse junto a su futura esposa, cuando una barrera de ilusión creada por el antiguo Rey de Hielo los detuvo. Viéndose obligados a enfrentar al progenitor de Ka Suo frente a frente, notaron que este tenía una mano alzada, lista para lanzarle sus poderes. La reina lo sujetó para contenerlo y Li Luo cubrió a Ka Suo con su propio cuerpo.

—¡He dicho que no lo permitiré! —rugió el autor de sus días.

—Ka Suo, ya no enfurezcas más al Rey de Hielo —pidió Li Luo—. Será mejor que yo me vayas.

—Ni hablar, Li Luo —resolvió Liu Mai con las manos sobre las empuñaduras de sus espadas, dispuesta a hacer lo que fuera necesario—. Padre se está poniendo muy pesado, pero tendrá que aceptar la decisión de mi hermano.

Ka Suo se arrodilló ante el autor de sus días.

—Padre, jamás he desobedecido una orden suya —le recordó—. Esta es la excepción. ¡Por favor, acepte mi matrimonio con Li Luo!

—¡Bien! ¡Te mataré entonces!

Antes de que las cosas empeoraran, Shi hizo acto de presencia y se entrometió en la discusión.

—Padre, yo autoricé este matrimonio —dijo—. ¿Por qué lo prohíbe?

—¿Sabías que Li Luo ha sido maldecida por la Voluntad del Caído y se transforma en un monstruo? —masculló el anterior monarca—. ¿Intentas hacer que maten a tu hermano?

—No debe de importarle tanto su vida, cuando hace un momento amenazó con matarlo —soltó Liu Mai en un tono gélido y afilado.

—Mi hermano solo será feliz al lado de Li Luo —continuó Shi—. Eso es lo único que importa. Padre, ¿se ha olvidado de que usted abdicó? Ahora yo soy el Rey de Hielo. Mis órdenes nunca pueden ser desobedecidas.

La Princesa de Hielo entre redes de sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora