15. La verdad desnuda

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Liu Mai seguía estudiando el método que Fang Yin le había sugerido para liberar a su hermano mayor de las hadas espadas que le arrebataban la vida: invocar a la Voluntad del Caído.
La buena noticia era que Li Luo había regresado, como constató la princesa al verla bailando abrazada a Ka Suo en la entrada del castillo.

—¡Li Luo! —la saludó alborozada, yendo hacia ella con la alegría marcando sus pasos; la arrebató de los brazos de su hermano para abrazarla afectuosamente—. ¡Ge, no la acapares solo para ti!

Ka Suo sonrió ante la queja de su hermana. La Enviada del Guardián le devolvió la sonrisa y el abrazo con igual cariño.

—Gracias, Liu Mai —dijo, con la honestidad que le caracterizaba—. También me alegro mucho de verte.









[...]










El inicio de la ceremonia de coronación de Ying Kong Shi como nuevo Rey de la Tribu de Hielo se aproximaba. Pensando que su hermano menor quizá estaría nervioso debido a su nueva responsabilidad a asumir, Liu Mai lo invitó a su sala de música privada, donde tocó el piano para él con melodías relajantes y armónicas.

—Shi, he compuesto algunas canciones para ti —comentó, sacando su cuaderno de composiciones y mostrándoselo—. Me gustaría que escogieras alguna para que la cantaras tú misma.

Shi tomó el cuaderno y pasó sus páginas con cuidado, observándolas atentamente hasta que una de las letras captó su interés.

—Elijo esta —señaló, mostrándosela a su hermana.

—¿Esa? —Liu Mai frunció el entrecejo al leer la página—. Pero es demasiado triste.

—No importa, me gusta. Siento que estaré a gusto cantándola.

No muy segura, Liu Mai comenzó a tocar la melodía en el piano mientras Shi cantaba. A medida que las melancólicas palabras iban surcando el viento, una extraña opresión se apoderó del pecho de la princesa, como una especie de mal presentimiento; se le hizo un nudo en el estómago. Cuando la canción concluyó, abrazó a Shi y lo hizo apoyar la cabeza sobre su regazo.

—Shi, quiero que sepas que, hagas lo que hagas, jiejie siempre te va a perdonar —le susurró con ternura—. Mi amor por ti permanecerá inamovible, pase lo que pase.

Shi no se movió, dejándose acariciar por su hermana; empero, una gran inquietud habitaba en su interior, pensando en la posibilidad de que Liu Mai lo hubiese descubierto todo.

Pocos días atrás, Shi había confirmado lo que ya venía sospechando desde hacía algún tiempo: era hijo ilegítimo del Rey de Fuego, y no descendiente de la Tribu de Hielo. Hou Yi se había aprovechado de sus circunstancias para chantajearlo vilmente, en busca de un Talismán Lágrima de una princesa sirena de sangre pura, con el que pretendía llegar al fondo del Océano Infinito. El motivo de este deseo era aún un misterio para el futuro Rey de Hielo.

Jiejie, ¿por qué me dices eso? —indagó el joven, levantando la cabeza preocupado por la posible respuesta.

—Solo quiero hacerte saber que tienes todo mi apoyo, Shi.

—Gracias, jiejie.

No pasó mucho tiempo antes de que se iniciara la ceremonia de coronación. Como había sugerido Xing Jiu días atrás, los líderes de las tribus mostraron su apoyo al nuevo rey obsequiándole un valioso objeto mágico. El verdadero propósito de esta sugerencia había sido descubrir al traidor de la Tribu de Hielo, tras cuya pista estaban Xing Jiu y Xuan Ta desde hacía semanas.

Todo transcurrió con normalidad, hasta que llegó el turno de la madre de Shi, quien le regaló un collar con su Talismán Lágrima, llena de orgullo y cariño. Para sorpresa de todos, el collar explotó y se incendió con la magia de la Tribu de Fuego. Las alarmas se activaron, y pronto unos soldados lograron dar con un intruso. Se trataba de Shuo Gang, a quien Xuan Ta capturó y apalizó.

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