4. El novio fugitivo

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Cuando Ka Suo y Liu Mai llegaron al campamento de la Tribu de Fuego, se deshicieron de los soldados e inutilizaron a Yan Da, cayeron en una trampa de esta, que usó como cebo una imagen ilusión de Shi y los aprisionó tras una pared de fuego. Por suerte, Li Luo apareció amenazando a Yan Da con una de sus armas lanzadoras y la obligó a liberarlos.

—Gracias por salvarnos; pero, ¿cómo te deshiciste tan rápido de las esposas de hielo? —indagó Ka Suo con intriga en la mirada.

—Antes de irse, la princesa Liu Mai las rompió lo suficiente como para que pudiese liberarme —respondió Li Luo, dedicándole una sonrisa cómplice a la aludida.

—Sabía que no te quedarías sin hacer nada al respecto —replicó Ka Suo, mirando a su hermana.

—Me alegro de haberlo hecho —admitió Liu Mai—. Gracias a eso, estamos vivos.

—Li Luo, quiero disculparme por mi anterior actitud —Ka Suo bajó la cabeza, luciendo verdaderamente avergonzado de su proceder—. Te liberamos de tu responsabilidad como Enviada del Guardián. Ahora eres libre de ir adonde quieras.

—¿Sabes? En el mundo mortal, los amigos se pelean, pero también se reconcilian —Li Luo tomó asiento en una baranda a su lado, en actitud relajada—. Ahora ustedes no son mis príncipes, sino mis amigos. Y no hay ningún otro lugar en el mundo en el que me gustaría estar más que con mis amigos Ka Suo y Liu Mai.

La princesa chocó palmas con la Enviada del Guardián y pensó en darles su espacio, a ella y a Ka Suo; pero había un tema que urgía abordar.

—¿Cómo lograremos encontrar a Shi? —preguntó.

—Puedo hacer que Nabo, mi unicornio, lo rastree como hice con ustedes —ideó Li Luo—. Si el príncipe Shi escapó, tal vez fue a buscar las Hojas de Cristal de Hielo.

—La tribu más cercana es la de Los Sanadores —agregó Ka Suo.

—Pues allá iremos —decidió Liu Mai.

En cuanto llegaron al territorio de la Tribu de Los Sanadores, a los príncipes les llamó la atención ver una procesión encabezada por una Sanadora de Toxinas, y ambos le explicaron a Li Luo en qué consistía tan peculiar cualidad.

Lo que ninguno de los tres podía imaginarse era que Shi había sido nuevamente atrapado por Yan Da; aunque esta vez contando con la ventaja de que ella desconociera su verdadera identidad, pues el pequeño Ying Kong Shi se había transformado en un apuesto joven que dejó a la Princesa de Fuego tan cautivada con su belleza, que esta decidió tomarlo como esclavo. Ahora el joven príncipe se encontraba atorado en esa situación, con la única esperanza de esperar hasta reunirse con sus hermanos de manera circunstancial. Por suerte para él, Yan Da también se dirigía hacia la Tribu de Los Sanadores.

Entretanto, en su búsqueda de una manera de entrar al Palacio de Los Sanadores, Ka Suo, Li Luo y Liu Mai se habían encontrado con un chico en la habitación de una posada, al cual el príncipe retuvo con sus poderes.

—¿Quién eres tú? —indagó Ka Suo.

—¡Yo no he hecho nada! —reclamó el muchacho de cabello negro y vestimenta blanca y dorada.

En ese momento, unos toques violentos a la puerta captaron la atención de los tres.

—¡Por órdenes del Jefe de la Tribu de Los Sanadores, abran o echaremos la puerta abajo! —gritaron desde afuera.

—¡No abran, me buscan a mí! —suplicó el joven desconocido.

—Vamos a entregarlo —propuso Li Luo—. Tal vez así podamos tener una audiencia con el Jefe de Los Sanadores.

La Princesa de Hielo entre redes de sueñosWhere stories live. Discover now