7. Estancia en el Palacio de los Sueños

98 7 0
                                    

—¡No! ¡No lo acepto!

De nada le valieron las protestas y el berrinche a Liu Mai; en esa ocasión, no podría imponer su opinión. La Abuela había descubierto lo seria que era la primera herida de la princesa mientras la curaba, pues se había complicado por la falta de cuidados y el sobreesfuerzo realizado por ella. Entonces, habían hecho llamar a Huang Tuo, quien le recomendó reposo durante unos días luego de examinarla.

—Tú buscaste esta complicación —rebatió Ka Suo, meneando la cabeza con pesar—. Si hubieras dicho antes que estabas herida, te habrían curado fácilmente en la Tribu de Los Sanadores.

—Pero eres más terca que una mula —completó Li Luo en tono de regaño, haciendo reír al príncipe mayor.

—Si lo hubiese dicho antes, me habrían dejado atrás mucho antes —rezongó la princesa, cruzada de brazos—. No es justo que me dejen aquí tirada como si les estorbase. Huang Tuo, me alegro mucho de verte, ¡pero no me mandes a reposar!

—Lo siento, princesa; pero necesitas descansar —dijo el sanador en un tono persuasivo—. Cuanto más colabores, más pronto te recuperarás.

—No me hables como si fuese una niña pequeña.

—Liu Mai, vas a reposar hasta que estés mejor —dictaminó Ka Suo—. Eso está fuera de discusión. Tenemos una misión de vital importancia, así que Shi, Li Luo y yo seguiremos adelante y tú te unirás a nosotros en cuanto te recuperes. Mientras tanto, quedarás al cuidado de Xing Jiu.

—Es un honor —asumió el Tejedor de Sueños, inclinando la cabeza; luego, tomó la mano de la princesa, causando que las mejillas de esta se tornasen color carmesí—. La protegeré muy bien.

—No necesito ser protegida —rebatió Liu Mai, sustrayendo su mano de la de él para disimular la emoción que ese gesto le había provocado.

Jiejie, ¿te encuentras bien? Te ves muy colorada —hizo notar Shi en un tono de preocupación.

—Estoy perfecta, hermanito —contestó la princesa, poniéndose todavía más roja.

—No te preocupes, princesa —intervino Huang Tuo, sonriendo—. Vendré a verte todos los días.

—Gracias, Huang Tuo —replicó Liu Mai, devolviéndole la sonrisa de una manera amistosa que provocó un leve carraspeo incómodo por parte de Xing Jiu.

¿Por qué ella parecía ser cercana al Jefe de Los Sanadores, mientras que con él seguía mostrándose fría? A Xing Jiu no le hacía la menor gracia la confianza que veía forjada entre ellos, pero tuvo que aceptar la situación. Ka Suo, Shi y Li Luo terminaron por irse, y él hubo de hacerse cargo de todo.

Esa misma tarde, cuando fue a echarle una ojeada a la princesa, no la encontró en la habitación que le había sido asignada. La buscó por todo el palacio, hasta que unas ruidosas risas delataron su paradero, justo en la parte más florecida del jardín real. Al asomarse a dar un vistazo, descubrió a Liu Mai metiendo las manos en el agua del lago que circundaba el lugar y salpicando juguetonamente con ella a Xing Gui, quien estaba sentada junto a la princesa de la Tribu de Hielo, tejiendo coronas de flores.

—Liu Mai, ¿qué haces levantada? —cuestionó Xing Jiu, apareciendo ante ellas con una mirada recriminadora—. Deberías estar guardando reposo. Y tú también, Xing Gui.

—¡Vamos! Si yo tuviese un hermano tan insoportable como tú, ya habría renunciado a mi inmortalidad —replicó Liu Mai en un tono bromista, echándole una salpicada a Xing Jiu, quien la esquivó a duras penas.

—No lo creas. ¡Ge es el mejor hermano del mundo! —rebatió Xing Gui, sacándole una sonrisa a su hermano mayor.

Esa sonrisa lució tan increíblemente atractiva a los ojos de Liu Mai.

La Princesa de Hielo entre redes de sueñosWhere stories live. Discover now