Platillo 38

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Sanji

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Sanji

La noté con una mirada confusa luego de revisar su celular, aun así me sonrió y tomó mi mano antes de salir por la puerta del restaurante caminando a mi lado. Hoy fue el día más largo que había vivido en mucho tiempo, y extrañamente, aunque fuera tan largo y el cansancio por el día anterior me golpeara, realmente deseaba que no terminara. En cada minuto logro que esta sensación incierta en mi pecho se desvaneciera al verla, tal vez era porque no tenía dudas sobre lo que sentía y no podía evitar que mi corazón saltara descontrolado.

Y luego de mucho, la prueba de amor estaba por terminar, tenía que aceptar que habíamos aprendido mucho del otro y eso no solo me emocionaba, saber que ese vínculo de vecinos era un poco más que eso llenaba mi cabeza de pensamientos que no podía evitar revisar una y otra vez, como novela de media noche. Mientras más decidía abrirse a mí más quería saber de ella. Las preguntas, las razones, las dudas, el miedo, la emoción, y el palpitar en mi pecho, todo giraba en torno a ella, e incluso aunque quisiera intentar lo contrario, realmente no quería que esto acabara.

Le miré cuando llegamos a mitad del puente que unía el restaurante a la plaza central. Frené mi paso y al notarlo me miro confundida y curiosa, como si toda esa curiosidad que acumulo a lo largo del día me golpeara diciendo "Solo dímelo de una maldita vez", ella era tan brusca y terca, descuidada y llamativa, un libro abierto y al mismo tiempo guardaba sus candados haciendo que fuera difícil, aun así...

- Me gustas.- Solté con mis mejillas ardiendo ante su mirada y ella soltó una pequeña risa ante mi acción.

- Explícame, cocinero.- Habló con gracia mientras alzaba su mano y acariciaba mi mejilla con delicadeza. La frialdad de su tacto me sorprendió levemente, pero aun así no lo notó.- ¿Cómo una persona tan amable, amigable, adorable, sexy, y... básicamente perfecta terminó gustando de mí?- Preguntó suavemente mientras agarraba y estiraba mis mejillas con descaro, ese descaro extrañable que abuso cuando nos conocimos.

- Tienes tus encantos.- Aseguré y ella simplemente negó con un suspiro de risa.- Es así.- Reafirme y tomé su mano fría de mi mejilla para sostenerla entre mis cálidas manos dándole el calor para que su piel se calentara.- Yo sé que me gustas, T/N.- Volví a hablar y su mirada avergonzada no se desvió de mis ojos. Esos ojos tan hermosos que hacían iluminar cada mañana, y lo que menos hubiera esperado era que me miraran de la forma en la que los miro, sin embargo...- Y sé que no estás segura.- Si podía seguir intentando para que en algún momento me vieran...- Lo seguiré diciendo. Me gustas, me gustas, me gustas.- Repetí suavemente y sus mejillas se tiñeron poco a poco hasta que sus ojos no pudieron sostener mi mirada para desviarla.

- C-como digas, S-san... ji.- Habló dudosa al soltar mi nombre. Solté sus manos un momento y quité mi saco antes de cubrirla suavemente logrando conectar con su mirada una vez más.- ¿Qué...?

- Tus manos están frías...- Murmuré junto a una pequeña sonrisa antes de acomodar el cuello del saco para que la abrigara mejor.- Ya casi es hora... Así que por favor, sorpréndase, princesa.- Hablé tomando su mano acercándola a mis labios para dejar un pequeño beso sobre ella.- Hay veces, donde solo hay que esperar a que las luces se enciendan.- Terminé de hablar para poder ver como el piso debajo de nosotros se encendía en miles de colores que hicieron reflejo en sus ojos como un arcoíris de luz. Su rostro pereció sorprenderse antes de sonreírme suavemente ladeando su cabeza en una forma de decirme "Gracias". En ese momento... Fue ese momento, cuando lo supe, incluso sin saberlo, en el fondo de mi pecho desee que esa sonrisa brillara así todo el tiempo, que la felicidad la rodeara y que no temiera a volar, en el suelo yo quería ser el rescate si sus alas se rompían, así que lo desee, internamente lo desee, quería verla brillar así mucho más.

- Luces... ¿Quién lo esperaría? - Habló acomodando el saco y cubriendo su cuerpo completo con la tela.- Que... linda sorpresa.- Susurró escondiendo su rostro levemente en el cuello del abrigo y tomando suavemente mi mano sin mirarme. Su mano todavía estaba helada, pero no me disgustaba, realmente podía sentir que era su administrador de calor, eso era bastante agradable.- Es fantástico...- Sus mejillas estaban rojas y su mirada no estaba avergonzada, era más feliz y emocionada. Sonreí suavemente y deseé que los límites se omitieran, por un momento, solo un... maldito momento...

- T/N...- Suspiré suavemente al sentir que la tenía entre mis brazos.- Me... estás matando. Eres muy linda.- Solté con gracia y apoyé mi cabeza en su hombro sintiendo como ella se sorprendía y dudaba en aceptar él abrasó. Cada momento, ¿por qué poco a poco parecía algo tan deseado? Realmente odiaba el no haberla conocido antes, momentos donde notaba la distancia entre nosotros lo lamentaba, pero en momentos como este, donde los límites se desmoronaban, solo agradecía que haya aparecido aquel día en mi vida.

- Tonto, cejas rizadas...- Susurró con cariño antes de rodearme con sus brazos.- Últimamente... creo que todo me da miedo...- Comentó de imprevisto sin que pudiera llegar a comprender.- Pero, incluso así... creo que me gusta vagar sin un mapa...- Sus palabras dejaban que una dudosa esperanza creciera en mi pecho.- Encontrar... sabores nuevos...

- Encontrar el platillo perfecto.- Hablé mientras rodeaba con suavidad su cintura y su frío se transmitía a mí.- El platillo que te enamore.- Afirmé y ella asintió con duda... Suspiró y me miró un poco apenada, una mirada que no había mostrado en todo la semana, pero de pronto esa mirada causo un golpe frío a mis pensamientos.

- Yo...- Parecía que tenía algo que decir, algo importante, pero...- Creo que... No, no importa.- Suspiró con gracia y me sonrió suavemente. ¿Por qué siempre terminaba por poner esa línea? Incluso aunque me gustaría decirle, yo... no era lo suficiente, ni lo cercano para reclamar algo, respondí a su sonrisa y la solté antes de tomar su mano. No sabía como reaccionar ante ella, producía eso en mí.

- Creo que ya deberíamos volver.- Ella asintió y su mirada cansada se posó en mí, sin despegarla ni un momento a lo largo del resto del puente.

Había momentos, momentos únicos, momentos tristes, momentos complicados y confusos, pero también había momentos especiales, como este. La diferencia entre este y los demás era que, sin importar cuanto lo intentara, la sensación de que el mundo a mi alrededor no eran más que trozos insípidos no se iba, lo único que tenía color era el puente, y nosotros dos.

~Platillos que enamoran~Sanji y tu~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora