Capítulo 37. Ultimátum.

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Demonios, había olvidado eso. Y yo aquí pensando que su suegra la había convertido en bruja.

—Pues, sí, sucedió algo...

—Pero habla, niña. No solo digas eso que ya lo sé —urge.

Suelto una pequeña risa por su impaciencia. Me acomodo en mi lugar para verla de frente y ella hace lo mismo.

—¿Recuerdas que te conté que mi papá planeaba proponerle matrimonio a Bridget?

Ella asiente.

—¿Se arrepintió?

—El día que se enfermó la mamá de Cameron fue el día de la propuesta —continúo, ignorando su pregunta—. Ella le dijo que no.

Maia se lleva ambas manos a la boca, cubriéndolas debido a la sorpresa. Yo río por su reacción. Como siempre su dramatismo no puede faltar.

—Joder, eso no me lo esperaba —asegura, sonando asombrada—. ¿Y luego qué pasó?

—Nada. Terminaron —respondo, encogiéndome de hombros.

Maia estira su mano para tomar la botella de agua. La abre y le da un trago largo. Yo solo sonrío viendo sus reacciones.

—Dios mío, ¿sabes lo que eso significa? —pregunta ella, cambiando de pronto su asombro por emoción.

Frunzo el ceño y niego con la cabeza.

—Significa que ahora puedes estar con Darian —dice ella, como si hubiese descubierto un nuevo planeta.

Me sonrojo y bajo la mirada. Por supuesto que ya lo había pensado. Había querido enviarle mensajes, llamarlo, incluso ir a verlo, pero no había tenido el valor. No sabía cómo.

—No creo que...

—Calla y escúchame. Si tú dejas ir esta oportunidad juro que no vuelvo a hablarte en mi vida —sentencia ella. Alzo mis cejas, sorprendida y a la misma vez recelosa—. Lo digo en serio.

—¿Qué oportunidad? —pregunta Jacob, sentándose junto a nosotras.

Ambas giramos a verle y luego a nosotras.

—Te contamos luego —responde su hermana.

Él asiente, dándose por satisfecho con esa respuesta. Vuelvo a ver a Maia y ella me da una mirada que dice: ultimátum. Ruedo los ojos y devuelvo la atención a mi pasta ya fría.

[...]

Retuerzo mis manos, nerviosa. Volteo a ver sobre mi hombro y veo a Maia a través de la ventada del copiloto haciéndome señas para que continúe. Vuelvo a girarme, encontrándome con la puerta de la casa de Darian. Respiro profundo y con mi mano temblorosa toco el timbre. Escucho cómo el sonido se extiende por todo el interior de la casa. Esperen, ¿qué diablos estoy haciendo? ¿Y si abre la puerta Bridget? Joder, apenas si le he hablado en la escuela.

No, debo irme. Esto ha sido toda una mala idea.

Giro sobre mis talones dispuesta a marcharme cuando la puerta se abre.

—¿Nia?

Su voz me congela. Me quedo paralizada de espaldas a él. ¿Hace cuánto no hablamos? Había olvidado lo bien que se escuchaba mi nombre en su voz. Sin mencionar lo sensual en su tono levemente ronco. Malditas hormonas traicioneras.

—¿Qué haces aquí?

Finalmente soy capaz de reaccionar y me giro, pero otra vez me paralizo en el instante en el que sus profundos ojos azules conectan con los míos. Siento cómo mi corazón comienza a correr erráticamente. Siento que estoy a punto de desmayarme. Bueno, al menos así él podría tomarme entre sus brazos... Concéntrate, Nia.

—¿Nia? ¿Me escu...?

—Sí, lo siento. Yo... disculpa —balbuceo.

—¿Qué ha...?

—Qué hago aquí, eso —vuelvo a interrumpirlo. Demonios, ¿podría verme más ridícula? —. Yo... ehm... necesito hablar contigo, ¿puedes?

—No creo que...

—Por favor —interrumpo una vez más.

Él alza sus cejas en sorpresa, y aún en medio de la aparente confusión que crece dentro de él, asiente. Cierra la puerta de su casa y hace un ademán para que camine primero. Tomamos asiento en las sillas que están en su porche.

—Bien, ¿de qué quieres hablar? —pregunta él en tono amable, lo cual me sorprende porque la última vez que hablamos no fue así.

Alejo la vista de sus ojos porque estoy comenzando a sentir que pierdo la consciencia otra vez.

—Yo, eh... primero quería disculparme contigo por todo lo que sucedió. La última vez que hablamos no nos fue bien y si en algún momento yo te lastimé o algo, quiero que sepas que no fue intencional. Nunca lo haría...

Lo escucho suspirar. Alzo la mirada para verlo. Darian me mira fijamente y yo comienzo a entrar en ese agujero azul que me absorbe y me quita toda capacidad de razón.

—Está bien, no te preocupes. Después de que hablamos lo estuve pensando y logré entenderte —menciona, y yo me sorprendo. ¿Me entendió? —. Yo simplemente estaba enojado.

—¿Conmigo? —inquiero al instante.

—También —responde él, sonriendo—. Estaba muy ilusionado, Nia. Creí que tendríamos algo especial y de pronto todo se terminó. Y me sentía enojado conmigo por no haber hecho lo suficiente para retenerte. Con la vida, por habernos puesto en el lugar equivocado. Contigo por haberme roto el corazón...

—Lo siento mucho. Te juro que no quería...

Él alza una mano, haciéndome callar y niega con la cabeza.

—Ya no te preocupes por eso. Ya pasó.

Asiento y sonrío. Él me devuelve la sonrisa, pero no es una de las que me daba antes. Simplemente es una sonrisa de cortesía. Trago grueso y respiro profundo.

—Bien, aclarado eso, hay algo más que quiero decirte. —Darian ladea su cabeza, haciéndome saber que tengo su atención—. De hecho, es más bien una pregunta. Algo que necesito saber.

—Adelante —insta.

Vuelvo a respirar profundo.

—¿Tú crees que...? ¿Será posible que...? —hablo, nerviosa y sin encontrar la mejor forma de decirlo—. ¿Podemos volver a intentarlo? —suelto.

La sonrisa en el rostro de Darian crece. Niega con el cabeza, divertido, y lo escucho soltar una pequeña risa.

—Nia, me sigues gustando, eso no voy a negártelo —menciona y yo relajo mis hombros, llenándome de alivio—. Pero no creo que sea lo más adecuado.

Joder, nunca creí que fuera posible tener esperanzas en algo y que luego todo acabara al siguiente segundo. Fue como recibir una caricia antes del golpe, lo cual es todavía peor que cuando es al contrario. Bajo la mirada. Siento como mi pecho se contrae, aplastando a mi pobre corazón e impidiéndome respirar. Había olvidado cómo se sentía un corazón roto. 

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