65: Creyente (Parte 7)

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Tras la cita en aquella feria, las expectativas de Raúl con Toni estaban en las nubes, estaba de lo más contento por saber que ya tenía algo especial con su amado chico, lo siguiente que Raúl tenía planeado era invitarle a su residencia, dejarle ver que en efecto Salinas podría darle una vida repleta de riquezas, que con él tendría un futuro asegurado.

Salinas fue muy especifico con el personal de limpieza, la mansión debía estar de lo más impecable y presentable para la visita del futuro señor de esa residencia, era increíble, Salinas era bastante ambicioso, ahora que ya tenía como novio a Toni, ya deseaba hacerlo su esposo y vivir junto a él.

El pelinegro sonreía al pensarlo, quería tener al hermoso de Toni en su cama, hacerle el amor todas las noches, ser el dueño de sus sonrisas, ser su fiel confidente, tal vez podrían incluso adoptar un niño, en realidad Raúl siempre fue temeroso de la paternidad, pero si se trataba de un chico tan especial como lo era Toni, entonces todo estaría bien.

Raúl si que estaba completamente flechado tanto como precisamente demostraba el hecho de que el quería traer a ese chico a su hogar, cuando se supone que era de las cosas con las que Salina solía ser bastante precavido en su día a día, por el temor de que un día llegase a ser atrapado finalmente por las autoridades.

El hombre se encontraba mirándose al espejo, se aseguraba de que su traje se encontrase perfectamente colocado, la corbata que usaba desde luego que era la que el rubio le había obsequiado, Salinas le tenía un gran aprecio por el hecho de ser aquello que su encantador novio le había entregado y más por ser el mismo día en el que finalmente obtuvo el “sí” de su parte.

Una vez completamente listo, bajó hacia la sala de estar, sus latidos del corazón se aceleraban con cada minuto de espera, su sonrisa de chiquillo enamorado era incontenible, había mandado a un chófer para que trajera a su amado, por lo que únicamente quedaba esperar, Raúl miró una última vez su atuendo, está vez hacia sus pantalones y zapatos, por suerte sus zapatos estaban brillantes y perfectamente impecables, su pantalón sin ningún tipo de basurilla o mancha de suciedad, estaba más que perfecto.

La espera se vio concluida al escucharse el abrir de las bellas puertas principales, Salinas de inmediato se puso de pie al notar a su amado novio entrar, el chico vestía una camisa de manga larga color azul, unos pantalones grises oscuros y unos tirantes como accesorio, el rubio caminó mientras observaba lo hermosa y enorme que era la residencia del pelinegro, fue así que terminó por llegar junto a su pareja.

— Raúl estás muy elegante, de haber sabido yo también me hubiese preparado más — pronunció el rubio algo apenado

— No te preocupes Toni, te ves muy bien — dicho esto Salinas tomó la mano del rubio acercándose a él

— Oh gracias, es un lugar muy lindo, conseguir casas como esta, son muy difíciles de hacer en esta ciudad

— Sí, la verdad es que está bastante bien — el pelinegro no demoró más en acercarse a los labios de su novio y brindarle un pequeño beso

— Raúl... — el rubio se avergonzó ligeramente ante ello, pues aún le era un poco raro asimilar que en efecto, ellos dos ya eran algo más que sólo conocidos

— ¿Tienes hambre?

— Bueno, no me vendría mal algo de comer — el rubio soltó una risilla para posteriormente acomodar sus mechones rubios por detrás de su oreja

Salinas apreció con detalle cada pequeño gesto hecho por su amado, todo en él era una completa obra de arte, se le veía tan adorable desde su punto de vista, sus sonrisas, sus ojos repletos de ingenuidad, sus cabellos que por más que pretendiese despejarlos, estos simplemente regresaban a su lugar de forma rebelde, su piel era muy blanca y muy suave, Salinas tenía deseos de presionar esas mejillas tan lindas que eran adornadas por un rubor cada que sus miradas se encontraban.

Después de ello, ambos yacían en el comedor, Salinas sonreía de forma triunfal al ver a su pareja observar los alrededores con curiosidad, puesto que la habitación era bastante elegante, los muebles eran muy finos al igual que las vajillas empleadas para servir los alimentos que tenían una presentación increíble.

Lo cierto era que en verdad Toni estaba muy sorprendido de toda la elegancia que desprendía aquel lugar, si bien el mismo era alguien a quien le sobraba el dinero, jamás hizo el intento en emplearlo para comprar o decorar su hogar de esa forma, en realidad era su hermano Carlo quien se encargaba de esas cosas.

— Adelante, puedes comer — pidió el pelinegro al desenvolver sus cubiertos

— Todo es muy lindo Raúl, te felicito por tu buen gusto

— Oh gracias — Salinas desvío la mirada pues en realidad toda la decoración y demás había sido elegida por sus empleados, puesto que en verdad esas cosas se le daban muy mal a él

— Quizás pueda vernir a visitarte más seguido — pronunció el rubio al cortar la jugosa carne con el cuchillo

— Estaría encantado de recibirte Toni, esta también es tu casa, puedes venir cuando quieras y quedarte a dormir incluso

— Tal vez te tome la palabra — dicho esto el rubio llevó el tenedor con el trozo de carne hacia su boca, degustando los sabores tan espléndidos de aquella carne

— ¿Te gusta? — cuestionó el hombre al servirse una copa de vino

— Dios, es muy delicioso — respondió al cerrar los ojos y hacer un sonido de gozo

— Me alegro de que te guste — la mirada de Salinas se enfocó en las pequeñas manchas que se habían quedado en los labios de su pareja, por lo que tomó su servilleta y procedió a limpiarle cuidadosamente

—Ah lo siento, soy muy descuidado a la hora de comer

— No te preocupes, eres muy lindo así

— Siempre estás diciendo que soy lindo

— Porque lo eres, eres el chico más hermoso que se ha cruzado en mi vida

— Oh vamos Raúl... Tu también te ves bien, eres elegante, tienes buen gusto y eres muy agradable, es raro que hayas estado soltero cuando te conocí

— Bueno, eso tal vez se debería a que estaba esperando a alguien como tú en mi vida, alguien con quien quisiera pasar el resto de mis días

— No digas cosas tan vergonzosas — el rubio tomo unos trozos de verduras con el tenedor y las llevó a la boca de su pareja para hacerle callar

El pelinegro masticó el alimento mientras que su mano sujetaba la muñeca del rubio dándole un par de caricias, el rubio apenado, apartó su mano para posarla en su pecho pues sus latidos se habían acelerado por un momento.

— Que tierno, Toni... ¿No bebes? — cuestionó el hombre al notar la copa de vino intacta

— No suelo beber con frecuencia... Pero supongo que podría hacerlo por esta vez... Es decir es un día especial, tu me vas a cuidar ¿Cierto?

— Desde luego, además estás en mi casa, nada malo podría sucederte, si te emborrachas sólo es cuestión de llevarte a una habitación para que descanses

— No quiero ser una molestia Raúl

— Cariño, tú jamás serás una molestia

— De acuerdo — el rubio miró su copa, la sujetó delicadamente con sus manos y procedió a tomar un trago de aquel licor oscuro

— Brindemos — sugirió el pelinegro al levantar su copa — por este día tan especial y el inicio de nuestra relación, una relación que sólo traerá días de felicidad a ambos

— Si por supuesto — el rubio levantó su copa y brindó con su novio, dejando escuchar el sonido de los cristales chocando suavemente

Continuará...

Corrupción (En Corrección) Where stories live. Discover now