8: Sombra (Parte 3)

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Greco se encontraba sentado en el suave pasto, tenía una botella de alcohol a un lado junto a un par de vasos, el hombre sonreía al escuchar la voz de su amado hablarle.

— Comisario es una tarde muy bonita ¿No cree?

— Eso parece - el hombre miró a su alrededor, notando el bello paisaje de la ciudad a la distancia

— Es genial estar en un hermoso lugar junto a un hombre tan agradable como usted

— El honor es mío, sabes que para mí es un placer pasar tiempo contigo

— Normal también te digo, un hombre tan guapo como yo no se ve todos los días

— Vaya ego que te cargas Gustabo - Greco soltó una carcajada

— Sólo soy sincero, así como también digo claramente que usted es un hombre muy apuesto — pronunció el rubio aquel con una voz que denotaba un poco de seducción

— No es para tanto — murmuró el hombre en un intento de no prestar demasiada atención a los evidentes coqueteos

— No sea modesto comisario — el rubio colocó su mano en el hombro de Greco, dando pequeñas caricias mientras sonreía

Greco tragó saliva, estaba cerca de mandar a la mierda su compostura y ceder ante las insinuaciones del chico, tan cerca de simplemente derribarlo sobre el pasto y tomarlo como suyo de una vez por todas, quería marcarlo como su hombre para que nadie más intentase tomarlo, no era algo que había surgido en ese instante, más bien era resultado de muchas experiencias vividas a su lado, experiencias en las que Gustabo tentaba frecuentemente con los deseos de Greco.

— Greco... — el rubio se acercó aún más al hombre tomando su rostro con sus manos — míreme comisario ¿Cree que soy un hombre que pueda llegar a ser suficiente para usted?

— Gustabo... Estamos de servicio — dicho esto sujetó ambas manos del rubio, apartándolo de sí

— Sí, mucho servicio pero bien que estás aquí tomando alcohol conmigo, de eso no hablas ¿Verdad comisario?

El hombre de barba frunció el ceño, en sólo un instante se levantó y derribó al rubio sobre el pasto, sujetando con firmeza sus muñecas.

— No me faltes el puto respeto Gustabo — el hombre le miró fijamente a los ojos, segundos después bajó la mirada hacia aquel cuello blanco el cual parecía incitarle a besarlo

— Hah~ Greco... — gimió el chico

— ¿Gustabo? — cuestionó el hombre de barba con un leve sonrojo ante el inesperado sonido

— Aww mejor intenta intimidarme la próxima vez que realmente tengas el valor de... Bueno ya sabes guapo

— Eres un...

— Jajaja si ya acabaste entonces quítate de encima, aún queda algo de trabajo que hacer antes de que el viejete aquel me llame para insultarme

— Es nuestro superior, respétalo —regañó el hombre al levantarse

— El único que realmente aceptaría que me faltara el respeto eres tu, pero ni siquiera eso haces... Que decepción

— ¡¿Quiere parar ya con eso?!

Gustabo tan solo se levantó para enseguida correr bajando la pequeña colina hasta llegar frente al patrulla, donde se detuvo y se giró para mirar al hombre con una sonrisa.

Aquello había sido un sueño, el sonido de la odiosa alarma se escuchó por toda la habitación, el hombre de barba abrió los ojos con mucha pesadez, ese sueño tan maravilloso era un recuerdo de uno de sus momentos con aquel rubio al que amó en el pasado, sin embargo eso debía quedarse como eso, pasado.

Sin muchos ánimos se dispuso a meterse en la ducha, mientras estaba en ello seguía recordando el rostro de su amado en cuestión, ese chico tan hermoso, seductor y a la vez lleno de maldad, Greco a veces sentía algo de rencor hacia sí mismo por seguir amandolo después de todo lo que hizo.

El hombre miró su reflejo a través del agua estancada bajo sus pies, recordaba con claridad todas y cada una de las veces que había estado cerca de tomar a Gustabo, se supone que debía olvidarlo pero aquello simplemente le costaba, el joven era un tesoro que nunca pudo obtener, uno que hasta sus días actuales continuaba atormentandolo.

Finalmente salió de la ducha, secándose el cabello con una pequeña toalla, estaba apunto de colocarse su uniforme policial cuando entonces entró en razón. Ese día era su día de descanso, Greco sonrió aliviado por no tener que patrullar con la imagen de su antiguo amor imposible en su mente.

¿Qué debería hacer en su día? Bueno en realidad no tenía idea, no tenía absolutamente nada pensado y por ello ideó mejor que debería ir a por Toni, el chico con que pretendía tener algo, le propondría una cita, tal vez era demasiado apresurado de su parte pero tomando en cuenta que el chico parecía no desagradarle los pequeños coqueteos entonces no debería haber problema alguno.

Además en el fondo no quería cometer el mismo error que con Gustabo, el nunca haber tomado la puta iniciativa desde el principio, Greco creía fielmente que el pudo haber ayudado a Gustabo y evitar que el nefasto destino que tuvo se hubiese llevado a cabo.

Así que con tal mentalidad, estaba seguro de lo que iba a hacer, invitar a salir al italiano aquel, llevarlo de paseo e indagar más sobre él. Sus gustos, sus sueños, la vida que quería para sí mismo entre otras cosas.

El hombre se colocó algo de ropa casual y se puso en marcha al negocio de los hermanos, pues aquel sitio era lo único que sabía de Toni, al llegar Greco notó al rubio bajandose de un vehículo, el hombre de barba apresuró el paso para alcanzar al joven.

— Señor Toni ¿Cómo le va? — habló manteniendo una gran sonrisa

— Greco, hace un par de días que no te veía por aquí — saludó el rubio con una pequeña sonrisa — wow pero Greco estas mamadísimo

El hombre de barba estaba llevando puesto un chaleco de mezclilla, con una camisa blanca y unos pantalones ajustados, Toni le observó de arriba a abajo para enseguida tomar con ambas manos el brazo del hombre.

— Increíble... Greco tu me partes en dos en cualquier momento

— ¿Cómo dice? — Greco soltó una risa nerviosa pues realmente había pensado cosas que no debería ante el comentario inocente del chico, después de todo estaba acostumbrado a siempre hallarle doble sentido a las frases y todo gracias a Gustabo

— ¿Qué pasa? — cuestionó inocentemente el rubio

— Nada, nada... Es sólo que hoy he venido a verte con un único propósito

— ¿Cuál es?

— Toni... ¿Tendrías una cita conmigo?

— ¿Una cita? ¿En plan romántico?

— Cómo desees verlo... Yo solamente quería fortalecer mis lazos contigo y pues... Bueno ya en tiempo lo dirá

— Que directo es usted caballero

— ¿Te molesta? — preguntó Greco con una expresión de preocupación

— No, en lo absoluto, me gusta la idea en realidad... Sé que usted y yo nos llevaremos muy bien ¿Me esperaría un momento? Quiero arreglarme un poco para usted

— Adelante... Aunque no es necesario, yo no estoy arreglado en lo más mínimo

— Vamos Greco, si tú vas guapísimo, te comería el morro de la facha que traes — bromeó el rubio

— Toni... Sólo haga lo que desee

El rubio se adentró en el establecimiento, mientras Greco esperaba afuera, eso había sido más fácil de lo que había imaginado, Toni saldría con él en una cita, aún no tenía idea de dónde rayos lo llevaría pero quería que este se la pasara bastante bien, después de todo se trataba del chico que debía ser suyo.

Continuará...

Gracias por todos los bellos comentarios que han dejado en estas historias, los quiero mucho y les planto unos tremendos besotes.
Son las 3:41 de la madrugada y aquí estoy.

Corrupción (En Corrección) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora