52: Sombra (Parte 9)

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Aún recuerdo esa noche...
Después de haber permanecido tanto tiempo sin hablarnos, tanto tiempo en el que me evitabas... Logré conseguir que me miraras aunque fuera por un segundo, Gustabo... ¿Por qué te apartas de mi lado? Oye... ¡Gustabo!

Mis manos sujetaron con fuerza tus hombros, tu intentaste apartarme, pero no te lo permití, te sujeté del brazo y te llevé conmigo hasta la azotea de comisaría, necesitaba aclarar las cosas contigo de una buena vez, más que nada debido a los malditos rumores que han rondado por toda comisaría... Unos rumores los cuales me quitaban el sueño por las noches, al pensar en siquiera la posibilidad de que estos fuesen reales.

Tu cuerpo estaba siendo acorralado por mi, nuevamente te negabas a mirarme, eso me molestó bastante por lo que sujeté tu mentón y te forcé a mirarme, odiaba que me evitaras, odiaba que dejaras de buscarme para seducirme, odiaba no escuchar tu voz, no ser el dueño de aquellas miradas tan especiales... Quería que fueras mío.

“Lo siento mucho Greco pero te diré que no puedo estar más tiempo cerca de ti”

“Greco... Estoy saliendo con alguien”

“No me mires así, te dije que yo no estaba jugando, yo necesitaba a alguien con quien... Bueno, ya sabes, hacer las cosas que tu no quisiste hacer conmigo”

“No tienes que saber con quien estuve”

“¿Qué rumores?... ¿Conway dices?... Esta bien si tanto insistes, sí me acosté con el viejo”

“¡No me grites! ¡Detesto que me griten! Te dije que yo comenzaba a desesperarme ante tus continuos rechazos, ese hombre en cambio no dudó ni un solo segundo en tomarme y follarme”

“Greco, nosotros no somos nada, nunca lo fuimos, así que no te tomes tan personal esto”

Yo no podía creerlo... Tú te habías entregado a otro hombre, me estabas dejando de lado para estar junto a él, me sentía increíblemente culpable, pensaba que de no haber sido por mi comportamiento... Tal vez no te hubiese perdido, pero es que todo lo hice con la mejor intención del mundo, Gustabo... Yo te amaba, quería lo mejor para ti.

Esa noche, me sentía destrozado y me negaba a dejarte ir... Por ello en un impulso, tomé tu rostro y te besé, un beso que debió haber surgido mucho antes y que ahora no tenía valor alguno para ti, al verte apartarme de ti... El ver como limpiabas tu boca con tu mano y me mirabas con una expresión de desagrado... Me hizo saber que ya no me querías... Aunque ahora que el tiempo pasó, puedo saber que en realidad nunca me quisiste.

Porque así eres tú, tan bello, tan soberbio, tan ambicioso y desde luego tan malvado, un ser tan maligno que me causó tanto daño pero pese a ello... Yo seguí amándote, incluso cuando se supone que no debo hacerlo.

Greco estaba saliendo de la casa de su pareja, tenía un mal sentimiento por aquel incidente que había tenido con su pareja, el haber recordado a Gustabo... Solamente sería el comienzo de grandes conflictos, claro si es que no lograba darle una solución.

El hombre se dirigió a su hogar, necesitaba descansar o más bien pensar sobre lo que haría al respecto, era curioso se supone que debería estar feliz, sentir una infinita alegría al haber obtenido el sí de aquel chico al que tanto cortejaba, se supone había logrado su cometido... Incluso pudo rozar ciertos límites con él... No obstante, más que algún sentimiento de felicidad, se sentía preocupado.

Preocupado por el temor de que algún día, terminase causando daño a quien decía amar y todo por no saber como decir adiós al recuerdo de Gustabo.

“¿Por qué no puedo olvidarte?”
“Esto no está bien... Yo estoy con Toni ahora, solo debería tener ojos para él, solo el debería ser el dueño de mis pensamientos”

Al llegar a su hogar, el hombre de barba se recostó en su cama, pensando y pensando más del asunto, inconscientemente sus pensamientos se dirigieron a ese momento en el su “relación” por así decirlo con Gustabo, se fue deteriorando, como aquel rubio se fue alejando más y más de él simplemente sin dar ningún tipo de explicación o algo por el estilo.

Aunque lo que sí podía recordar con claridad era como ese chico se hizo apegado a su superior, un hombre de carácter duro y presencia imponente, Gustabo comenzaba a ir con él en todo momento, a los patrullajes, los atracos, los trabajos de oficina, básicamente se convirtió en su acompañante para todo y con ello vinieron los primeros rumores.

Greco no podía olvidar aquella vez que Gustabo le dijo a la cara que en efecto, si había hecho tales cosas con aquel hombre, dejando la idea de que todo ello era responsabilidad del propio Greco por nunca haber “aceptado sus atenciones” Gustabo al ser un hombre tan orgulloso y narcisista, asumía que el no tenía razón para esperar e ir detrás de Greco, el joven obtendría lo que quería sea de donde sea y como sea.

Sin embargo, la escena que jamás podría olvidar fue cuando una vez, el mismo comprobó lo ciertas que eran las palabras de Gustabo, una ocasión en la cual Greco al dirigirse a la oficina de Conway se encontró con la desgarradora escena de aquel rubio sentado sobre el escritorio del pelinegro y este se encontraba entre sus piernas, besándole el cuello insistentemente, sus manos desplazándose por sus piernas hasta llegar a sus caderas para jalarle y presionar su cuerpo contra el suyo, las manos de Gustabo se deslizaban por toda la espalda de su superior.

Hasta que aquellos ojos azules se encontraron con los de Greco, una sonrisa de cinismo se posó en los labios del chico, una sonrisa la cual causó un severo daño en el comisario, quien de inmediato se dio la vuelta y huyó de ello.

Greco suspiró pesadamente, cruzó sus brazos cubriendo su rostro, ese desastre no iba a volver a suceder, no porque esta vez era una persona diferente, no era Gustabo, era Toni.

Toni... Ese chico era suyo, no hay quien pueda arrebatarselo, él era todo lo que necesitaba ¿Verdad? El italiano podrá ser feliz junto a Greco ¿Cierto? Eso tiene que suceder a como dé lugar, esta oportunidad no se va a desperdiciar... No está vez.

Continuará...

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