Capítulo 33 El Reino de las Amazonas

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Nevra POV

Sabía que las cosas no iban a ser fáciles una vez estuviéramos en el Reino de las Amazonas, pero nunca imagine que la situación fuera tan complicada.

-Eso de dejarte hablar a ti no funcionó mucho ¿no crees? -Ezarel lanzó otra piedrecita contra los barrotes frente a él. El choque causo un pequeño ruido agudo, fácil de ignorar.

-Cómo si tú lo hubieras hecho mejor -Ezarel me miró mal, pero no dijo nada al respecto. Él sabía que lo que decía era cierto y por eso prefirió quedarse en silencio. -Si Hipólita hubiera estado aquí no estaríamos encerrados. Solo tenemos que esperar a que regresé

-Mientras tanto los Cazadores pueden estar acercándose o, bien, estamos perdiendo nuestro tiempo aquí mientras ellos planean como atacar otra parte -Se podría decir que Karenn estaba aún más enfurruñada que Ezarel y yo por nuestra situación actual.

-No hay nada que podamos hacer Karenn. Conocíamos las posibles consecuencias cuando decidimos venir acá, no tenemos más opción que esperar salir de esta situación pronto -Dije, causando que mi hermana bajara la mirada algo avergonzada. Ezarel suspiró resignado y siguió arrojando piedritas contra los barrotes de la celda.

Me dirigí a un espacio lejos de Karenn y Ezarel y me senté contra la pared de nuestra celda. Comprendía por qué ambos se sentían tan frustrados, ya que yo me sentía de la misma manera. No voy a decir que no tuve en cuenta la posibilidad de que llegáramos al Reino de las Amazonas y que Hipólita no se encontrará ahí, sin embargo, la probabilidad de eso era tan baja, que me convencí a mí mismo de que no podíamos tener tan mala suerte.

Obviamente, estaba equivocado.

Aunque me estresaba la situación en la que estábamos, sabía, gracias a una de las amazonas, que Hipólita regresaría pronto, así que no íbamos a estar mucho tiempo en esta celda. Por lo tanto, no estaba preocupado por eso.

Pero si estaba preocupado por Alysa.

Habían pasado ya cinco días desde la última vez que había hablado con ella. Dos de esos días los había pasado encerrado en esta celda, sin nada más que hacer que pensar en porque mi compañera había cerrado nuestro vínculo por completo.

No la escuchaba, ni podía sentirla. Había pasado prácticamente toda mi vida con mis pensamientos y sentimientos para mí mismo, pero ahora ni siquiera podía recordar lo que era eso. Saber que Alysa siempre estaba al otro lado de nuestro vínculo, era un bálsamo para mi alma, era saber que por más lejos que estuviéramos el uno del otro, seguíamos estando conectados.

Hubo momentos en que cerramos el vínculo al otro por X o Y motivo, pero en esas ocasiones estábamos en el mismo lugar y yo sabía que Alysa se encontraba bien porque podía verla. Este no era el caso.

Podía intentar entrar a su mente a la fuerza, como había hecho Alysa en mi estadía en Molinvia, pero iba a ser difícil y además de doloroso para ella. Tener un vínculo no era una vía libre para invadir su privacidad así que esa opción no me entusiasmaba mucho.

No había nada que pudiera hacer, realmente, más que esperar que Alysa abriera nuevamente el vínculo. Ahora solo tenía que centrarme en la misión que teníamos por delante, empezando por salir de esta celda.

Como si el Oráculo hubiera escuchado mis pensamientos. Dos amazonas con lanzas en las manos entraron hasta donde estábamos y dieron paso a una tercera amazona que conocía a la perfección.

-Ha sido un muy largo tiempo desde la última vez que nos vimos, Nevra -La Reina Amazona, Hipólita, iba vestida con el traje de guerra característico de las amazonas. Estaba hecho totalmente de cuero y dejaba al descubierto sus muslos y sus brazos con el fin de tener más libertad en sus movimientos. Solo que, a diferencia de las demás amazonas, Hipólita llevaba puesta una corona hierro que se ajustaba alrededor de su frente. La corona era básicamente un aro con espinas que se extendían y cubrían la frente de Hipólita.

El Príncipe de las Sombras [Nevra Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora