Ca¶ítulo | 27

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Era raro imaginar que a los 17 años de mi vida estaría encerrada en una comisaría. Estaba sola, en espera de un adulto altamente responsable que solucionaría con un acuerdo la retirada de mi estáncia. Seguramente mi madre vendría en un rato después, alarmada y gritándome todo lo que no debí haber hecho y ella sería increíblemente el adulto responsable. Sumándole a eso, el viejo policía al frente de mi que solo  miraba de arriba abajo y volvía al papeleo. Negaba unas cuantas veces, mientras lo hacía pero volvía a lo mismo. Seguramente veía a la vez las heridas de mi mano y mi imagen handragoza y si handragoza, el vestido negro parecía café, estaba descalza y tanto mis pies como mis manos llevaban una que otra cortada, obvio las manos peores pero mi pelo... Mejor no hablemos de mi pelo

"Increíble que una niña como ella Se junte con tal alta alcurnia".

Si era lo que estaba pensando, estaría en lo cierto. Sería la que menos quisiera juntarse. Estúpido chico en silla de ruedas. Apreté mis manos en enojo, pero solté el hecho al instante, me dolía no les iba a mentir, pero me desesperaba más una cosa y era todo ésto, sumar además que su cumpleaños fue una desgracia y yo  no termine mejor, aunque no me arrepentía claro está.

- Nombre-. El joven que a pesar de no poseer uniforme hacia de guardia sentado en un escritorio al frente de la celda preguntaba.

- Se los he dicho ya -. Respondí tajante.

- Necesito rectificar-. Menciona el joven que al parecer se encargaría de archivar el papeleo de los que meterian en las rejas. Provisionarias. Que nadie se confunda. Todavía estaba muy joven para entrar a una de "verdad" y a este ritmo pareciera que no faltaría mucho.

- Johanna Prescot-.

- Dos o una...

- Dos enes-. Termino y el joven asiente para después anotar.

- Hagan la pasar -. Mira a otro de los guardias que se dirige a mi y el mismo me abre la reja y niciquiera necesitarían fuerza, que mejor, pasaría sin chistar.- Siendo una señorita no entiendo cómo caiste en esto-. Comienza a hablar viéndome desde su escritorio.

- No exagere caballero-. Me acomodo en el piso de la celda y extiendo mis piernas, afincando mi espalda en la pared.- Se lo merecía-. Cierro los ojos y escucho como el joven se ríe.

- Toda una fiera ¿no?-. Los abro.

- Adtengace de sus comentarios innecesarios, usted y yo no somos amigos-. Lo miro, sonrío y lo dejo de hacer al mismo tiempo, vuelvo a cerrar los ojos y ahora sí en calma esperaría que me sacará mi madre de aquí.

- ¿Una mala noche?-.

- Sí y es aún peor si no se calla-.

- Hasta fuera del instituto eres igual-. Suspiro.

- ¿Que rayos quieres?-. Me paro y me acerco a las rejas. Este me mira.- Según yo, nunca en mi vida te había visto-. Lo analice. Lentes, camisa blanca un poncho bastante pasado y solo eso. Un pelo castaño que no me sonaba y los lentes por la luz ni sus ojos me hacían distinguir.- Si, no te conozco.

- Aunque eso me hiere un poco-. Tose.

- No me importa-. Lo interrumpí y me afinque a la reja.- ¿Que quieres?-.

- Creí que te sería más agradable la estancia-. Bufo mientas lo miro  y este se alza los lentes.

- "Estoy en la comisaría", no creo que el hecho que abras la boca lo haga más agradable.

- Yo era...

- Johanna-. Miro la entrada del lugar y al contrario de lo que esperaba, era mi tío el que entraba en vez de mi madre. Me enderece.- Lo siento todo lo que pasó...

RuedaS •|Si quieres te puedo llevar|•Where stories live. Discover now