Hermosa oscuridad.

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Llamé a Cele tan pronto como pude. Pero no me cogía en teléfono. Lo única opción que me quedaba era ir a su casa. Así que me preparé, me puse un conjunto para hacer deporte, así aprovecharía para correr, y me fui a buscarla a su casa.

El camino se me hizo corto con los auriculares puestos. Llegué a casa de Cele unos veinte minutos después. Llamé a la puerta y una voz débil me gritó desde dentro que esperara.

Al cabo de unos minutos una Cele despeinada y con los ojos hinchados de dormir me abrió la puerta. Ojalá que siempre que la veía con los ojos hinchados fuera de dormir,- pensé,- y no de llorar.

Hizo un gesto de descontento con la cara.

-que cara tienes,- dijo.

-¿qué cara esperas que tenga? Me levanto esta mañana y lo primero que he visto son cuatro llamadas tuyas y un mensaje pidiéndome ayuda. ¡Cómo se supone que debo estar!,- y anoche creo que pude estar muerta por unas horas y luego resucité, pero tranquila que la muerte es muy dulce, si es que eso era la muerte.- Pensé con ironía.

Cele me puso cara rara.

-yo no te he enviado ningún mensaje.

-¿estás de broma no?

-no,- me miró como si estuviera zumbada,- quizá fue Raúl gastándote una broma,- dijo intentando quitarlo importancia.

Dudé y barajé un abanico de posibilidades. Pensé que quizá se había arrepentido del mensaje después de haberlo escrito, pero no, ella estaba bien. La conocía tanto como para saberlo sin necesidad de preguntarla.

-vale,- dije yo, suspirando,- intentaré no matarle.

-oye, ¿quieres que vayamos a desayunar?

-como quieras,- dije yo,- aunque yo ya he comido. Y son las... doce y media,- dije mirando la hora en mi reloj,- así que ya lo mejor es que te preparas para comer.

Cele miró su reloj sorprendida por la hora.

No sé qué la sorprendía exactamente, ¿levantarse todos los sábados tarde? ¿O quizá las doce y media era muy temprano?

Me reí.

Puso cara de algún me enteraré de que te ríes y luego puso cara de pocas ganas.

-¿y me tengo que preparar para ir a comer fuera?

-o puedo ir a correr y quedamos esta tarde.

-sí, mejor. Además creo que voy hacer el trabajo,- me dijo, poniendo cara de fastidio,- a no ser que quieras ayudarme y...

-tengo un examen el lunes,- la dije yo, negándome.- si es urgente sí, sino no, además ¿tienes compañeros no?

-sí,- dijo,- pero me gustaría que te distrajeras y eso...

-estoy bien,- la dije poniendo los ojos en blanco.- además voy a salir a correr, no voy a encerrarme en casa o algo así.

-está bien,- me dijo dándose por vencida,- pero prométeme que si tu ma...

-si mi madre se va a comer, te avisaré o me vendré a tu casa a comer bla bla bla,- dije recitándolo como una ley aburrida.

-eh,- dijo ella riéndose y dándome, lo que era según ella, un "suave golpe".

Debo aclarar que los "suaves golpes" terminaban en moratones la mayoría de las veces.

Nos despedimos y me puse a correr en dirección al río. Era una zona tranquila, donde se podía correr bien, pero transitada, en la que no había peligro alguno.

Mi amigo imaginario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora