Adios Evans.

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A la mañana siguiente fui al instituto como de costumbre.

Había bastante gente a pesar de lo temprano que era.

Aunque no me importaba.

Generalmente, yo no me fijaba en la gente, a no ser que hubiera algo mal y me viera en la situación de actuar.

Llevaba un auricular puesto y otro quitado, como siempre.

Alguien me estaba vigilando, lo sentía.

Levanté la vista del paisaje, al que en realidad no prestaba atención, para darme cuenta de la anciana que había sentada enfrente de mí.

Iba vestida con ropa ancha, como si llevara muchos fulares uno encima de otro.

Muy extravagante. Como si quisiera llamar la atención.

En cambio, nadie parecía verla.

Sus ojos grises casi parecían como si quisieran poseer algo que era mío.

Y, de pronto, bloqueé mis pensamientos, recuerdos, conocimientos.

Como si esos ojos realmente pudieran o quisieran leerme, descifrarme.

La mujer se sorprendió.

Había llegado a su parada y antes de bajarse me lanzó una mirada de reprimenda.

Y susurró algo.

Me susurró algo.

Cuando llegué a mi parada allí estaba Cele, esperándome.

Nada más verme llegar se lanzó a abrazarme.

-Ey, hola.

-no nos vemos desde ayer, tampoco es para tanto.

En realidad sí lo era, y más desde que estaba castigada y no podíamos quedar ni hablar por la tarde.

Era horrible.

-te he echado de menos,- me dijo ladeando la cabeza y fingiendo pucheros.

-y he pensado, que podríamos ir después de las clases a comer y a "hacer un trabajo".

-¿tu madre te ha creído?- la dije yo, extrañada.

-sí, porque realmente tengo que hacer un trabajo, para el lunes.

-y supongo,- la contesté, - que el trabajo lo harás el domingo.

-sí.- contestó, sonriente.

-y... ¿Qué más?- pregunté.

Me miró frunciendo el ceño.

-¿Cómo que qué más?

Estuve a punto de decirla que dejara de hacerse la dramática y me lo dijera.

Pero antes de siquiera decidir si decírselo o no, ella contestó.

-ah, Pedro y Raúl vienen con nosotras.

Puse los ojos en blanco.

-¿Qué? - me contestó frustrada.

-¿Pedro? ¿Pedro el de Poe es una listilla bla bla bla?

-es muy guapo.- me dijo, intentando convencerme.

-me da igual lo guapo que sea si es mala persona. NO ME GUSTAN LAS MALAS PERSONAS. Igual que a ti no te gustan los feos.

-eres muy rara, en serio.

-ya lo sé.- la dije como si acabara de decir la cosa más común y lógica del mundo.

Ambas entramos en clase.

Y ojalá hubiera sido una cita lo que nos esperaba a la salida.

En el primer recreo Cele y yo nos fuimos a la parte delantera del edificio, donde daba el sol.

Con este frío se agradecía.

Pedro miraba hacia nosotras con aire de suficiencia.

Era insoportable.

Tanto, que su personalidad estúpida, si a eso se podía llamar personalidad, me cegaba, y me hacía deformar su físico, hasta el punto de no gustarme.

-le gustas- me dijo Cele.- solo que le fastidia que haya alguien más listo que él.

Iba a contestarla cuando todo empezó a sonar de fondo, Cele miraba en la misma dirección que yo.

La señora Evans cruzando la calle.

Un coche con demasiada velocidad y un conductor con demasiada prisa cruzaban la esquina.

No le daría tiempo a frenar, eso es algo que todos los que estábamos mirando podíamos adivinar.

El frenazo fue lo primero que escuché, Cele tiraba de mí hacia la verja para verlo de más cerca.

El cuerpo de la señora Evans voló y cayó con una postura anormal para cualquier persona viva.

Había gente chillando y corriendo hacia la verja.

Cele se abrazó a mí.

Estaba llorando.

La ambulancia no tardó en llegar.

Pero yo ya lo sabía.

Evans estaba muerta.

Mi amigo imaginario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora