Prólogo

5.6K 397 42
                                    

Año 845, Distrito Shiganshina.

Las calles de aquella población eran transitadas por las personas. Mujeres comprando lo necesario para el hogar junto a sus hijos, personas vendiendo en los puestos y soldados de tropas estacionarias borrachos relajados "cuidando a las personas de cualquier riesgo". Siendo realistas ni a un mosquito podían defender en ese estado.

Todos ellos eran observados y analizados por una pequeña niña de diez años desde las profundidades. Tenia cabello corto castaño inflado llegando hacer ondas, ojos llamativos celestes, unos labios un poco gruesos y algunas pecas cubriendo su nariz. Vestía un pequeño vestido violeta con una zapatillas de su hermano.

Observaba a las personas como todos los días intentando comprender la forma de pensar de cada una. Había llegado a la conclusión de que todas las personas se comportaban de distintas maneras, ya fuera en su forma de caminar, de tratar a los demás o por el simple hecho de comunicarse. Muchas veces se le hacía divertido ver esos comportamientos conviviendo con el mundo.

Era divertido a su manera, después de todo a su hermano le molestaba que estuviera todo el tiempo siguiéndolo así que prefería estar sola entre las penumbras intentando comprender el comportamiento humano. Era mucho mejor que estar con su madre en casa, mucho más cuando su padre llegaba a ella.

— ¡Selene es hora de ir a casa!— escucho a sus espaldas la voz de su hermano. Con un poco de pesadez camino cerca de ellos para ir a casa.

— Selene dile a tu hermano que unirse a la Legión de reconocimiento es una locura.— le pidió Mikasa con una expresión neutral, aunque su voz parecía sonar como una súplica.

— ¿Quieres unirte a la legión de reconocimiento?— le cuestionó a Eren. El chico le asintió con la cabeza mientras miraba a otro lado frustrado por ser delatado por Mikasa.— Bueno a decir verdad yo pienso que tienen un objetivo bueno, además de que me encantaría ver el mundo exterior. Sin ofender pero a la primera vez que veas a alguien siendo comido por un titán intentarías matarlo enseguida. Pero de igual forma si eso es lo que quieres te apoyó.

En el rostro del muchacho apareció una sonrisa triunfante, mientras que Mikasa se escondió entre la bufanda un poco decepcionada. Finalmente los tres entraron a su casa, que tenia la misma apariencia que las otras. Con base de madera, de dos piso y un techo de ladrillos. Selene sonrió al oler la comida que preparaba su madre, siempre le gustó su forma de cocinar.

Tomo su plato de comida y se sentó al lado de su padre. El al no recibir el saludo cotidiano de su hija, llevo su mano a la cabeza y la despeino. Selene río un poco, le parecía divertido cuando hacían eso porque su pelo corto quedaba parado pero nunca se enredaba.

— Eren quiere unirse a la Legión de Reconocimiento.— dijo Mikasa.

Toda la sala quedó en absoluto silencio. Lo único que se escuchó fue el ruido del cubierto de Selene cayendo sobre la mesa. La menor de los Jeager no esperaba la declaración de Mikasa. Si bien comprendía que estuviera preocupada por el, sabía que esa situación alteraría a su madre. Y tal como lo pensó, de un momento para el otro su madre estaba frente a Eren furiosa.

— ¿¡Sabes cuántas personas mueren fuera de estas paredes!?— observo de reojo a su hermano, sabia que no el no cambiaría de opinión ni aunque del fin del mundo se tratara.

— Madre no te alteres. Quizás antes de retarlo podrías escuchar su razones.— Selene intento tranquilizarla, pero fue absurdo, Carla siguió retando a su hijo.

Aunque no siguieron mucho, ambos pararon cuando el monarca de la familia Jeager le dio un beso en la frente a su hija y camino hacia la puerta.

— Eren, ¿por qué quieres salir?— le preguntó mientras se ponía un gorro.

— Yo quiero ver y comprender el mundo exterior. No quiero quedarme encerrado en estas paredes sin saber que hay detrás de las murallas.

— Eren cuando vuelva te contare que hay en el sótano que te prohibí ver.— dijo.— ahora tengo que irme antes de que el barco se vaya.

Eso fue lo último que dijo para después irse. Selene ignoró por completo la discusión de su hermano con su madre y su mente repetía una y otra vez la palabra sótano. Ella también quería saber que era lo que escondía dentro. Sentía un poco de envidia de que su hermano siempre se llevara la información buena. Acaso tenía algún libro de combates, de estrategia o incluso con información sobre titanes que a ella le encantaría descubrir.

Pero no, ella no iba a descubrir lo que había dentro. Por eso ahora estaba acostada en las piernas de Mikasa mientras escuchaba a Eren y a Armin hablar. Todo parecía estar normal, era sumamente relajante. El ruido de los niños jugando, las aves que pasaban sobre ellos y las caricias que su amiga le daba en la cabeza. Y sin saberlo el ruido de la campana de la iglesia dio inicio al caos.

Un fuerte ruido en las murallas y una fuerte ráfaga de viento hizo que cayera al piso. Podía escuchar la voz de las personas asustadas y al levantar la vista vio a un titán que pasaba los cincuenta metros del muro. La imagen más horrorosa que había tenido era ese momento, donde los titanes entraban con sonrisa de satisfacción y empezaban a devorar a las personas. Eren al notar el estado de Shock de su hermana la tomo de la mano y empezó a caminar con ella en busca de su madre.

Los pasos de Eren la hacían correr, eran difícil de seguir. La cara de Selene reflejaba terror, personas bajo escombros muertas, titanes comiéndoselas y sobre todo esas siniestras sonrisas. Su corazón dejó de latir al instante que vio su casa aplastada por una gigantesca roca. Al acercarse su madre estaba aplastada entre los escombros de la casa.

Intentaron sacarla de ahí incluso con la ayuda de Hannes, pero ni siquiera pudo acabar con ese titán de pelo rubio que caminaba hacia ellos. Era imposible que tres niños pudieran sacar a la mujer de ahí y lo más probable era que si no se apuraban terminarían siendo devorados por ese titán.

— Los titanes se acercan, Eren. Huye con Mikasa y Selene.— rogó su madre.

Y cuando menos lo esperaron Hannes los agarró a los tres y salió corriendo de esa horrorosa escena. Selene veía en Shock como su madre era partida a la mirada y el titán de pelo rubio se la metía en la boca. Lagrimas solo era lo que caían de sus ojos mientras escuchaba el grito desgarrador de su hermano. Todo lo que la rodeó en su vida estaba destruido, su madre estaba muerta y los muros no servían de nada. Siempre había vivido en una mentira u de esa cruel forma lo comprendió. Ellos estaban en una jaula esperando a ser sacados para que los titanes se divirtieran. Ellos eran las presas.

De esa forma, por primera vez en su vida Selene presenció el fin del mundo, el fin de su mundo.

The end of the world | Jean KirschteinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora