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Erick dejó la caja que había preparado en la entrada de su casa y corrió hasta su habitación. 

—Noah. Vamos, venga. Te he dicho tres veces que te despiertes. 

El niño gruñó y se tapó más con las sábanas. Hacía una semana que se había ido Joel, pero su hijo seguía durmiendo en la cama de Erick. 

Noah pareció recordar algo muy importante, porque se levantó veloz y salió de la cama con un salto, antes de comenzar a correr por toda la casa. 

Erick intentó detenerlo, porque sabía lo que estaba haciendo. Lo había hecho cada mañana; cada maldita mañana. 

Pero su hijo no se rehusó. 

Al llegar a la cocina, hizo un puchero y se giró hasta el desierto salón. 

—Papi… 

Erick suspiró con pesadez y se acercó para cargarlo entre sus brazos. Dejó un beso en su sien y fue hasta la mesa de la cocina, donde se sentó y apoyó al niño en su regazo. 

Noah no había borrado su puchero. Erick le acarició la mejilla con delicadeza. 

—Dada dijo… D-Dijo que un día iba a despertar y él… 

—Lo sé. Lo sé, amor. ¿Qué te dijo papá ayer? 

El niño se escondió en su pecho y absorbió por su nariz. 

A Erick le dolía verlo así. Acarició su espalda de arriba a abajo y dejó un beso largo entre las hebras del niño. 

—Dada va a tardar un poquito…— susurró citando las palabras de su padre.

—Exacto. Tenemos que esperarlo, ¿vale? Y tener un poco de paciencia. 

—Un poco de patiencia...

—Paciencia— corrigió Erick, apretando sus labios para no sonreír. 

—Paciencia.

—Muy bien. Ahora a desayunar, por favor. 

Su día después de eso fue un tanto extremo. Tenía un plan descabellado, que posiblemente meses atrás ni siquiera se hubiera atrevido a pensar. 

Nada más dejar a Noah en la escuela— y después de escuchar de fondo como algunas mujeres conversaban sobre el robo a una joyería lejos de ahí y la manera en la que la policía atrapó al ladrón, que curiosamente era un fugitivo y alguien conocido para Erick—, el ojiverde se subió de nuevo al coche y condujo hasta su destino planificado. 

La radio seguía hablando sobre ese suceso nombrado anteriormente. No daban nombres específicos, pero con decir que lo llevaron de vuelta a la Prisión Federal de South Fleet, Erick no necesitó más para saber de quién se trataba. 

Cuando aparcó el vehículo, su teléfono comenzó a sonar dentro de su bolsillo. 

Era Richard. Había estado llamando cada día para saber cómo estaban Noah y él. Incluso se empeñó en acompañarlo cuando le comentó que hablaría con Zabdiel días atrás, aunque Erick se negó. 

Yocelyn fue ayer a su casa, justo después de dejar a las niñas en el colegio. Pasaron la mañana juntos y Erick se permitió desfogarse con ella sobre lo que atormentaba su mente. 

Richard solamente le preguntó cómo estaba y si necesitaba algo. Él negó y le agradeció de vuelta. Le comentó lo que estaba a escasos segundos de hacer y colgó, escuchando de fondo la buena suerte que le deseaba el moreno. 

Erick respiró profundamente y salió del coche. Agarró la caja de cartón del maletero y después cerró el Range Rover definitivamente. 

Caminó por ese sendero de piedra, fijándose en el ligero rocío que caía en forma de gotas por el largo césped a su alrededor. Se notaba que el riego había estado en funcionamiento durante la noche. 

Arkhé || JoerickWhere stories live. Discover now