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Mientras conducía, Erick sentía los regueros salados y sombríos que bajaban por sus mejillas de porcelana. 

Si se concentraba mucho, todavía podía sentir los labios de Joel sobre los suyos. Todavía podía escuchar su voz y palpar su aroma en el ambiente, como si lo estuviera viendo por el rabillo del ojo en el asiento que ahora ocupaba Richard. 

Incluso la radio se apagó.

Su compañero colocó una mano en su hombro una vez que pararon en un semáforo. Erick se habría fusilado a sí mismo en otro momento por mostrar ese dolor frente a alguien. 

¿Pero a quién le importaba ahora? ¿Qué importaba mostrar lo descompuesto que estaba su interior? 

Richard no parecía afectado con eso. Era la primera vez que lo veía soltar ese líquido punzante, pero no comentaba nada. Sólo lo apoyaba, y Erick se atrevió a considerarlo su mejor amigo. 

Lo era. Richard realmente era su mejor amigo. 

Cuando frenaron delante de la casa del moreno, Erick se limpió las mejillas con el dorso de la mano y absorbió por la nariz. Richard no comentó nada, sino que se quedó esperando en silencio y sin moverse. 

Erick lo miró y tragó el enjambre de dolor en su garganta. 

—Rich... No le digas a Noah que he llorado, por favor. 

Richard negó rápidamente con la cabeza. Respiró profundamente y lo miró lento, con una mueca pintada en su expresión suave. 

Era tan bueno... Richard era de las personas mas buenas que Erick había conocido. Se preocupaba por él y por Noah, le acompañaba a cada lugar siempre que se lo pedía aunque su vida estuviera en juego, escuchaba y aconsejaba, llamaba mínimo una vez por semana para preguntar si todo estaba bien, confiaba en él... 

Era lo que necesitaba. Su familia elegida. 

—No te preocupes...— susurró el moreno. Su mueca se intensificó cuando ladeó la cabeza—. ¿Quieres hablar? 

Erick desvió la mirada cuando sintió que se volvía a cristalizar. Dibujó una pequeña y forzada sonrisa en sus fauces. Antes de que se pudiera dar cuenta, estaba encogiendo los hombros. 

El ambiente esa noche era demoledor. La lluvia había menguado escasamente, aunque todavía dejaba rastros con gotas molestas. No había nadie por las calles. 

Su susurro sonó intensificado entre las cuatro paredes del vehículo. 

—Supongo... 

—Bien— aseguró Richard con velocidad. Se sentó mejor en su asiento y carraspeó—. Bien. Te escucho. 

Él lo observó durante algunos segundos y después apartó la mirada hasta los contenedores de basura frente a ellos. No se creía capaz de seguir con eso durante mucho tiempo. 

—Vas a creer que estoy jodidamente loco.

—¿Sinceramente? Lo creo ahora sin una respuesta. 

Erick negó con la cabeza, todavía sin mirarlo. 

Su voz era suave; lejana. 

—Joel no es lo que se cuenta de él. 

—Erick...— murmuró con incomodidad—. Amigo, él mismo ha admitido matar a mucha gente porque le ha dado la gana... 

—Sí, lo sé y no voy a justificarlo, pero él... Joder, Richard, no te puedes imaginar la mierda que carga a su espalda... Ha sufrido tanto que no puede dar un paso adelante sin antes retroceder uno más. 

Arkhé || JoerickWhere stories live. Discover now