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Erick lo empujó con fuerza lejos de él. Estaba cruelmente tentado a darle con el mago del arma en el rostro, pero sabía que la respuesta de Joel sólo sería perjudicial para él. 

Entrecerró sus fanales, guardó el arma y se giró de forma definitiva a colocar la silla en el asiento. Casi al mismo tiempo, Joel obedecía en silencio y se colocaba en el lado del copiloto. 

Al cerrar la puerta, Erick se vio necesitado de tomar una ridícula bocanada de aire. 

Fue grotesca, la manera absurda en la que el aroma violento de Joel pronto se impregnó en sus fosas nasales. Tan intenso que sus células detuvieron violentas sus funciones.

Al verlo en el Range Rover, Erick no se contuvo a bloquearle las salidas con una sonrisa maliciosa. 

Joel frunció el ceño mirándolo desde la ventanilla. Cuando intentó abrir la puerta, Erick se dio la vuelta dejando los insultos del militar atrás. 

Erick sonrió victorioso. 

La casa de Christopher se veía cálida desde la distancia; como si tuviera la temperatura perfecta para que los pocos integrantes al interior disfrutaran de una tórrida velada. Sabía que Chris era aficionado de la temperatura alta en todas las salas, a pesar de que nadie las utilizaba normalmente. 

Al tocar la puerta, no tuvo que esperar demasiado hasta que Chris abrió, con Noah dormido entre sus brazos. Erick hizo una mueca. 

—Hola— dijo el castaño—. Se ha dormido hace poco, hemos jugado un montón. 

—Hola. Gracias, Chris. 

Él negó, restándole importancia. 

Erick se estiró y cargó a Noah con práctica. Chris no tardó en colocar la mochila sobre su hombro libre, ayudándole en cada movimiento mejorado con experiencia. 

Su sorpresa llegó cuando Erick quiso despedirse, y Christopher salió con un nuevo tema de conversación. 

—¿Cómo te va todo? 

Y por supuesto que Erick se quedó en silencio al principio. Por supuesto que lo miró y sintió fría la manera amarga en la que sus pupilas se dilataron. Por supuesto que tragó saliva con un ruido sordo y acompañó con hiel el camino perdido de su estómago. Por supuesto que cargó mejor a Noah porque de pronto sus brazos no respondieron a palabra alguna. 

La mirada de Joel en su nuca le calentaba la piel. Le hacía arder y querer desaparecer. La mirada de Christopher congelaba su mente y cristalizaba sus ideas. Era totalmente contradictorio, hasta el punto sólido del poder llegar a algo sublime. Pero nada era sublime ahí; nada en ninguna situación lo era. 

Erick carraspeó bruscamente su garganta. 

—Bien— mintió, asintiendo lentamente—. Vamos avanzando. 

—Sí, yo… Bueno, fue algo duro para mí también, ¿Sabes? 

Erick desvió la mirada fugazmente. Respiró profundamente y dio un paso atrás. 

—Gracias por cuidar a Noah, Christopher. 

Y Chris solamente asintió con su cabeza, desviando la mirada de igual manera. 

Erick se preguntó por qué tenía que ser incómodo. Se preguntó por qué no podía mirarlo fijamente a los ojos y decirle con palabras claras lo dolido y corroído que estaba su corazón, como si cada latido todavía tuviera un dueño con nombre sombrío. Quiso mirar a Chris y darle un abrazo, decirle que verdaderamente todo estaba bien. 

Sin embargo, Erick dio otro paso atrás y tragó saliva de nuevo, con el dorso amargo de una daga perforando su yugular; creando un reguero de gotas bermellón sobre su piel de porcelana. 

Arkhé || JoerickWhere stories live. Discover now