Capitulo 4

60 10 15
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Mi vida era tan mundana como la de cualquier otra persona, hasta que conocí a Finneas hace un año, se mudó desde Wellington con sus padres, recuerdo nuestra conversación cuando nos conocimos "¿Qué te trajo al pequeño y olvidado Golden Valley?" pregunte en una tarde, a lo que él río y me contesto "Mi padre fue despedido de su trabajo y encontró una oportunidad en la fábrica de aquí" fue su respuesta.

Podría decirse, que conocer a Finneas fue mi maldición, nos hicimos amigos, y luego nos hicimos cercanos. Como...demasiados cercanos, besos robados en su cuarto o en los baños del colegio, toques de manos accidentales, pero nada de eso pasaba cuando sus amigos andaban cerca. Finneas prefería actuar como si yo no existiera, como si solo fuera un amigo mas. En lugar de su constante desahogo, porque eso soy para Finneas, un desahogo, ¿me importa? Ni un poco.

Por culpa de Finneas conocí mis adicciones, y conocí a Jimmy por él.

Me gustaría decir que soy mas fuerte que mis impulsos, que soy mas fuerte de lo que parezco, pero no, solo tengo ganas de más y presiento que nunca terminare.

Finneas era tantas cosas, era alto, de cabello rubio, de ojos azul oscuro, era buen besador, y un genio para hacer que rompa todas las reglas moralistas que tengo en mi vida. Ahora mismo, tendría que estar en clases, prestando atención en química para el complicado examen que se me viene, pero en lugar de eso, estoy sentado, en una parte oculta del patio de nuestro colegio, viendo a Finneas armar dos porros.

—Ten.—dice dándome uno, no dudo en agarrarlo y llevarlo a mi boca mientras cierro los ojos, entra a mi sistema demasiado rápido y siento como mis músculos se relajan. Intento ignorar el hecho de que Finneas puso su mano en mi rodilla mientras fuma de su porro, ambos nos miramos, él se acerca mas a mi y sopla el humo en mis labios, corto la distancia que nos separa besándolo. Un beso intenso, de esos que dicen "te extrañe".

Las manos de Finneas se sitúan en mi hombro separándome de su cuerpo, sus ojos azules se clavan en los mios, serio.

—No puedes besarme asi, no aquí.

—¿No aquí, pero si en el baño donde me suplicas?—pregunte algo brusco. Finneas me mira, siempre me mira de esa forma de perrito herido, porque sabe que soy débil cuando se habla de él.

—Solo no quiero que nos vean.

—Estamos fumando un porro y a ti te preocupa más que nos vean besándonos.—dije volviendo a llevarme el cigarrillo a mis labios.

—No te enojes, Asher.

Siempre era lo mismo con Finneas, era su muñeco, podía tratarme como quisiera y luego me decía "no te enojes, Asher" con aquella voz de que es un niño que no quiere ser lastimado. Nos miramos, y su mano aprieta mi rodilla mientras nos miramos fijamente.

Su mano es retirada tan rápido como si mi pierna estuviera prendida fuego, cuando suena el timbre, porque solo es cuestión de ¿minutos para que aparezcan los otros chicos. Y ahí Finneas se pone en su actitud de "chico seguro de si mismo", habla con ellos, se ríen, y yo me quedo ahí, fumando, comparto un poco de mi porro con uno de los chicos. Intento no mostrar una cara de disgusto cuando me dicen "gracias, amigo", ellos no son mis amigos, hace un año apenas si sabían mi nombre. Solo son mis amigos porque me junto con Finneas.

Circe & Asher | [Heridas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora