25. Too much to ask.

124 13 2
                                    

Abrí lenta y pesadamente los ojos intentado adecuarme a la luz que se filtraba a través de la ventana.

Fruncí el ceño al notar la habitación, esta no se trataba de la mía en casa de tía Rory o en mi casa. No podía recordar bien lo que había sucedido y por qué estaba aquí ¿Qué es lo que había pasado?

Me apoyé en ambas de mis palmas y pronto noté que tenía un aparato blanco en el dedo índice conectado a una maquina posicionada en el lado de mi pequeña cama.

Llevaba puesto un camisón enorme color verde agua y no tenía mis zapatos puestos. Esto estaba muy extraño.

- ¡Por Dios! –gritaron cerca de donde yo estaba.

Me sobresalto un poco ante la voz femenina que retumba en mis oídos causándome irritación por algunos minutos.

Una mujer detrás del vidrio de la habitación me mira perpleja y luego sale corriendo hacia otra dirección, lejos de donde yo estaba encerrada.

Muevo mi cabeza rápidamente hacia otra parte de la habitación para poder examinarla por completo, pero un dolor terrible invade la zona haciéndome soltar un chillido. Mierda, esto sí que dolía.

Con mi mano izquierda palpo mi rostro hasta llegar a mi frente y siento una tela elástica envuelta en esa zona y en toda mi cabeza.

Ahora esto no solo era extraño. Era loco y escalofriante.

¿Acaso estaba en una película de terror? ¿A qué hora saldrá Michael Myers a matarme?

Un hombre con bata grande color hueso y algunos lapiceros en su bolsillo entra, lo veo con el rabillo del ojo para evitar que me duela más la cabeza. Tenía entre sus dedos una carpeta grande y amarilla con mi nombre en la portada. Puedo leer el "Anna Green" en letras color rojo.

- ¿Cómo te sientes? –pregunta sacando uno de sus lapiceros del bolsillo. Me examina con la mirada desde mi pies hasta mi cabeza envuelta.

Frunzo el ceño. No quería responder su pregunta, quería tener respuestas. - ¿Dónde estoy?

Su lapicero comienza a moverse dentro de la carpeta sin apartar su mirada de mí. – La paciente no recuerda nada... -Murmura con sutileza.

¿Es que acaso yo estaba pintada?

- Le hice una pregunta. –digo apretando la mandíbula. Simplemente quería saber cómo había llegado aquí y porque me dolía tanto la cabeza. El hombre aquí no parecía ser un tipo comprensivo.

Quería respuestas. Muchas.

Él enarca una ceja y hace el ademán de que se retirará, pero con mi mano izquierda logro jalar su bata antes de que de un paso más hacia la salida de mi habitación.

- Por favor... yo no... no recuerdo nada. –él suspira regresando a mirarme.- Por favor, solo quiero saber cómo terminé aquí.

- Aún eres menor de edad cariño, tu madre me dijo que...

Aprieto con mi mano izquierda su bata y hago mi mejor cara de tristeza intentando que algo en él se rompa para que por fin pudiera decirme que es lo que había pasado.

Lo logro al cabo de unos minutos cuando deja de estar tenso y se quita los anteojos.

- Bien... -toma mi mano izquierda y la aprieta.- Te trajeron aquí de emergencia porque habías caído en un pozo abierto.

¿Qué? ¿Cómo?

- Estuviste en coma por un mes, maso menos.

Intento decirle algo, pero mi sorpresa es tan grande que solo abro y cierro la boca un par de veces. ¡Wow! ¡Había caído en un pozo! Mamá tenía razón cuando me decía que cualquier día el ser despistada me pasaría factura.

Té para dos |H.S. & N.H.|Where stories live. Discover now