19. Harry... Niall.

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No podía dormir y tampoco dejar de rodar por mi cama.

En solo pensar que Niall y Harry podían empezar una pelea en cualquier momento me tenía inquieta.

Sé que Niall no puede controlar su boca y Harry no puede controlar sus puños. Lo de Harry lo aprendí yo sola cuando impactó accidentalmente su puño con mi nariz. Aún duele.

- Vamos Anna, duérmete. –murmuré para mí misma.

Rodé una, dos, treces veces en la cama.

No, no podía ni siquiera pegar el ojo.

Demonios.

Tenía que saber a toda costa que estaba pasando abajo. No quería a Niall muerto. A pesar de estar completamente molesta con él no quiero que lo golpeen y menos por mí.

Me levanté lentamente de mi cama para que esta no rechinara tanto y me acerqué lentamente hacia el interruptor de la luz, pero este no encendió. Asumí que esto lo había provocado la tormenta.

Rodeé los ojos y husmeé entre los cajones viejos hasta encontrar una pequeña vela que encendí con el encendedor que había traído en mi maleta. Mujer precavida vale por dos.

Caminé con los pies descalzos todo el pasillo obscuro hasta llegar a las escaleras. La casa era de madera, por lo tanto era inevitable no escuchar el piso hundirse debajo de tus pies una y otra vez. Solo esperaba que tía Rory no haya escuchado nada.

Comencé a bajar la escalera una por una, tomando descansos pequeños para que dejara de sonar por escasos minutos.

Cuando por fin pise el último escalón asomé mi cabeza hacia la sala para poder verlos.

- Rayos. –fruncí el entrecejo.

Ambos estaban durmiendo cómodamente en los dos sillones que mi tía les cedió. Además, estaban tapados con una ligera sabana por el calor que aún hacía aquí dentro.

Mierda, había hecho esta misión de Tom Cruise por nada. No había sangre y tampoco había destrozos en el lugar. Bien, al menos si se quedaron dormidos y no se quedaron discutiendo cómo lo pensé.

Con la vela aún encendida me dirigí hacia la cocina de puntillas. Aprovechando que ya estaba abajo me serviría un vaso de leche fría para poder cesar pensamientos innecesarios y dormir hasta el día siguiente.

Deposité la vela con cuidado en el mesón de la cocina para que esta me iluminara correctamente. Tomé un vaso limpio y saqué la leche de la refrigeradora. Cuando por fin había terminado de hacerlo, me volteé para poder devolver la leche a su sitio, entonces la cara de Harry en frente de mí me tomó por sorpresa.

Por suerte su mano se estampó en mi boca antes de que pudiera soltar un grito que seguro despertaría a todos los animales de la granja y la tía Rory.

- ¿Te han dicho que eres muy fácil de asustar? –pregunta frunciendo los labios para evitar reírse.

Sacudo mi cabeza haciendo que su mano se aparte de mi boca.

- Deberías estar durmiendo. –murmuro enojada.

- Oh, discúlpame madre. –ironiza colocando sus brazos en su pecho.- ¿Me castigaras?

- Cállate.

Harry me quita la caja de las manos y la guarda dentro de la refrigeradora inclinándose un poco.

Cuando se inclina mis ojos lo escanean completamente y soy capaz de ver uno de sus tantos tatuajes en su cuerpo. Este se ubica en su cadera y es una letra "A"

Té para dos |H.S. & N.H.|Where stories live. Discover now