Abro mis ojos cuando siento las manos de Jade sobre mi rostro, los he mantenido cerrados todo este tiempo, soy un cobarde. 

A la niña le cae una lágrima por su mejilla y antes de que pueda preguntar que es lo que he echo mal ella acorta el espacio entre nosotros y besa mis labios.

Tan suave y tierno que me hace sentir el hombre mas afortunado de todos.

—Tu también haces que mis problemas desaparezcan y no sabes cuanto necesito eso en este momento, James —murmura pegando su frente a la mía.

Cierro los ojos dejándome caer en la cama y dejo que Jade se suba sobre mi y deje besitos tiernos y cortos por mi rostro. Hace tanto que no sentía la sensación cálida en el pecho de estar completo que había olvidado lo maravilloso que es sentirse tan alto.

Por alguna razón esto se siente diferente a las otras veces.. se siente muchísimo mejor que las veces anteriores.

Sus manos acunan mi rostro y es instantáneo, ni siquiera puedo evitar decirlo.

—Te quiero —susurro sin pensar.

Cierro mis ojos cual cobarde esperando una respuesta, un sonido, un gesto... algo.

En su lugar solo hubo silencio.

Creí haber oído tintinear a lo lejos unas llaves mientras dormía pero ni siquiera preste atención aquello. Quizás si lo hubiese echo ahora sabría a dónde se fue mi padre a tan temprano un sábado por la mañana.

Ahora me toca estar preocupada, rogando mentalmente que nada tenga que ver con Clara, aunque se que eso es poco probable.

Inhalo y exhalo intentando no sentirme tan agobiada entre pensamientos.

Apenas hace unas horas ha salido el sol y no quiero deprimirme tan temprano. Mucho menos si en lo que debo estar prestando atención ahora es en el desayuno de mi vecino que está en mi cama en este momento.

Si de verdad existe una fuerza en el más allá debo agradecerle por no dejar que mi padre entre a mi habitación antes de irse.
Se hubiese llevado un disgusto terrible.

Lo que me lleva a recordar la conversación que he tenido con James anoche. Ni siquiera he sido capaz de llevarle la contra en su deseo de contarle todo a mi padre pero no creo que sea el momento. No puedo hacerlo ahora.

Odiaria darle otro dolor de cabeza.
No puedo ni imaginar cómo tomaría tal cosa como que su hija menor salga con su vecino que ya bastante grandecito está.

No quiero causarle un ataque al corazón, y eso es lo mínimo que tendría en este momento con tantos problemas en mente.

Suspiro dejando las últimas tres tostadas con queso en la bandeja de desayuno. Dos cafés, algunas cosas dulces y algo de fruta debería agradarle a James.

Subo las escaleras con cuidado y entro a mi habitación. El cuerpo de James está estirado por toda mi cama digno de una foto.

Me siento a su lado y apoyo la bandeja en mis piernas para poder liberar mis manos y acariciarle el cabello.
James abre sus ojos despacio dibujando una sonrisa en su rostro aunque demasiado efímera fue porque parece recordar algo y su semblante se vuelve serio.

—¿Has dormido bien?

El se estira en la cama para luego sentarse.

El color de la inocenciaWhere stories live. Discover now