Capítulo 29

347 46 1
                                    

Narra Nilsa

Apenas logró recordar lo que había pasado, solo puedo pensar en que lo último que vi antes de desmayarme fue a Sarah, muy mal herida. Traté de levantarme pero el dolor en mi cuerpo era por poco insoportable, mis manos estaban encadenadas tras mi espalda y esa cadena se extendía hasta la pared. Pronto fui consciente del dolor, no solo en todo mi cuerpo, sino específicamente en mi muñeca.

Ahora recuerdo...
Recuerdo haber despertado y que me arrancaran la pulsera sin cuidado. El dolor fue tan insoportable que terminé desmayándome de nuevo por eso.

-¡Nhg! -solté quejidos ya que seguía doliendo.

Traté de mirar mi muñeca pero lo único que podía notar era la sangre que aún goteaba.

-Los cuervos siempre eligen a las humanas más hermosas...

Me sobresalté al escuchar una voz espantosamente tenebrosa. Me apegué a la pared mientras miraba a todos lados pero apenas podía ver que estaba en una habitación con solo una ventana que estaba abarrotada, y una puerta de hierro pesado como una prisión. Me quedé callada, atenta a cualquier cosa que pudiera suceder, tratando de mantenerme valiente pero sabía que temblaba por dentro...

-Por aquí, dulce humana -escuché pero aquella voz venía de todos lados- ¿No puedes vernos? ¿Qué tal... ahora?

Sentí una mano tomarme por las mejillas y jalar mi rostro hasta mirar a un lado. Estaba tan cerca... una criatura horrible que me hacía sentir completamente en peligro. Solté un grito de terror y me arrastré hacia atrás pero choqué con algo, al mirar pude ver a un esbirro que sonreía ampliamente. Volví a gritar y a retroceder pero los esbirros estaban por toda la habitación... me miraban como si de un trozo de carne se tratara.

-E..Esto... Esto no está pasando -traté de mantener la calma pero era inútil- ¿Cómo... Cómo puedo verlos? No tengo una pluma.

-Querida humana... las plumas solo portan el poder que te conecta a nuestro mundo -el demonio a mi lado vuelve a sujetarme por la barbilla-. Yo puedo hacer que los veas aún sin la pluma.

Lo miré tratando de recordar dónde lo había visto. Noté que solo tenía un ala y fue cuando recordé mi investigación.

-Tú... -murmuré-. Tú atacaste la escuela Guinevere en el noventa y cinco. E..Eres ese demonio...

-A parte de bella eres lista, humana. Pero no te comparas a mi princesa.

-¿Tú princesa? -cuestioné confundida.

-Así es, esa sí era una tremenda mujer -silba recordando-. Más perspicaz, más valiente ¡Joder, sí que lo era! Incluso se atrevió a cortarme un ala y matarme, ¡¿puedes creerlo?!

Reía como un lunático, pero no me sorprende por saber que es un demonio.

-Y además... No hay mujer más bella que ella -sonrió aún más-. Ni siquiera tú, pero he de admitir que estás cerca.

Me sobresalté cuando sentí un lenguetazo por mi cuello que me hizo asquear y retroceder.

-Oh, no, no, no, no... -el demonio se acerca y apoya su mano en mi cabeza-. Aún no es hora. Dejemos que los cuervos nos encuentren primero.

Los esbirros gruñían y se mostraban ansiosos. Traté de limpiarme el cuello con mi hombro por lo asqueada que me hizo sentir.

-¿Ves eso? -me hace mirar al esbirro que me lamió-. Huelen tu miedo, que por cierto... huele delicioso.

Cerré los ojos con fuerza por el miedo al tenerlo tan cerca de nuevo que su respiración molestaba contra la piel de mi cuello

-Nos estás dejando con hambre, lindura. Quizás deje que mis esbirros jueguen un poco contigo. De todas formas, ningún molesto cuervo podrá interrumpir esta vez.

Chasquea los dedos y los esbirros se acercan a mí con emoción.

-¡No! ¡No, por favor! -rogué cuando me tomaron por todos lados y lamieron mi cuerpo- ¡Haz que paren, por favor!

-Tu miedo aumenta y nuestra hambre igual. Si quieres que pare deberás aguantar.

Él ríe por el espectáculo mientras yo quería desaparecer ahora mismo. Pateé a un esbirro en el rostro para alejarlo de mí pero otro atrapa mi tobillo y lo muerde al igual que otros muerden mis brazos, cuello y hombros. Empezaban a desgarrar parte de mi ropa para llegar mejor a mi piel.

Tenía tanto miedo... quería volver a desmayarme para al menos no ser consciente de lo que estaba ocurriendo. Ni ser consciente del dolor y desesperación que me provocaba estar aquí.

-Bien, fue suficiente -se vuelve a escuchar el chasquido de sus dedos y todo se detuvo-. Debemos prepararnos para la visita de unos cuervos.

Los esbirros empezaron a alejarse de mí, dejándome temblando del miedo y horror. Sobraba decir esto y que todas las mordidas también dolían.

-Descansa, pero no manches la cama. Esa es especial.

Vuelve a reír y cierra la puerta de un portazo al salir. Sollocé cada vez más fuerte y desesperada, miré por la ventana y supliqué que todo esto fuera una pesadilla. De nuevo me sentí impotente y frustrada, no podía hacer nada, ni siquiera por mí misma. Nunca fui capaz de hacerlo.

Recordaba todas las veces que alguien tuvo que protegerme... la mayoría fue Jayd. ¿Qué estará pensando ahora? ¿Sabrá que estoy aquí? ¿Le importará siquiera? Me reí sarcásticamente al momento de recordar mi "charla" con Zira.

-Que estúpida... ¿Cómo podría pensar en que Jayd se fijaría en mí?

Y yo... ¿cómo pude pensar en tener una oportunidad y más en contra de Zira? Ella tiene todo lo que yo no tengo, especialmente las alas.

Soy una humana... atraigo problemas y tienen que estar salvándome porque yo no puedo hacerlo por mí. Como ahora.
Estaba segura que si en mi lugar hubiera buscado a Zira, ni siquiera habrían podido con ella. No la hubieran podido traer y Sarah tampoco habría salido herida porque Zira no lo iba a permitir.

Me recargué contra la pared a pesar del dolor, apoyé mi cabeza en esta y miré hacia la ventana... deseando tener alas.

Mis ojos empezaron a cerrarse, solo que no sabía si era por el mareo de oler mi propia sangre, por el dolor o porque perder sangre me hizo sentir más débil.
E

scuchaba como la sangre goteaba de mi muñeca hasta la corta distancia que lo separaba del suelo. Aún así podía escuchar como las gotas chocaban y se unían al pequeño charco que se había formado.

Quisiera... Quisiera despertar en casa... en un mundo donde mamá seguiría viva y papá nunca hubiera sido un cazador. Nunca me habría tenido que ir de Canadá y jamás hubiera conocido este mundo demoníaco.

Quisiera volver a ser invisible en mi antigua escuela, ser nadie para todo el mundo otra vez.

Quisiera...

EL REGRESOWhere stories live. Discover now