Capítulo 9

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Pude sentir cuando algo se aproximó rápidamente hacia mí, estaba recostado contra un árbol con los ojos cerrados y solo hice mi cabeza hacia un lado para esquivar la espada que se clavó en el árbol. Al abrir los ojos vi a Zira trotar hacia mí mientras uno de los niños con los que entrenaba agachaba la cabeza.

-Lo siento, a uno de los niños se le resbaló -se disculpó.

Arranqué la espada y se la lancé, ella la atrapa sin problemas.

-No te preocupes, no pasó nada grave -respondí sonriendo.

-Tienes buenos reflejos -comentó.

-Pues, gracias.

Ella vuelve hacia los niños pero me da una mirada rápida sobre el hombro. Suspiré y miré el cielo. Estaba atardeciendo, así que decidí levantarme y despedirme de Barclay y Vince que pasaban por allí justamente. Miré hacia Zira y me despedí con la mano. Ella no hizo nada, solo siguió dando clases a los chicos.

Alcé vuelo y regresé a casa, pero aún en camino empezó a oscurecer y cuando llegué ya todo estaba completamente oscuro, entré a casa, no había nadie abajo y las luces estaban apagadas. Por suerte, porque si mamá me encontraba me mataría por andar fuera toda la...

-¿Dónde andabas?

Mierda... ¿para qué pienso?

Me di vuelta con nerviosismo y la vi sentada sobre la mesa del comedor de brazos cruzados.

-Hola mami querida -hablé como niño pequeño mientras me acercaba. Arqueó la ceja y yo solo bufé-. Estaba en el clan.

-Aún ni hemos hablado sobre que podías ir allí cuando tú quieras.

-Lo sé... es que quería ir y preguntar algo. Me dicen muchas cosas interesantes allí.

-Y aún estás castigado -me recordó, yo rodé los ojos-. Si no quieres que tu castigo aumente será mejor que te tomes en serio todo esto.

-Me lo tomo muy en serio, pero también me gustaría que ustedes sepan lo importante que es para mí convivir con mi clan -murmuré apartando la mirada.

-Yo lo entiendo, también me agradaba estar allí cuando era joven. Pero no por hacer lo que quieras desobecedes a tus padres, ¿está claro?

-Sí, está claro.

-Bien, ahora a dormir.

Asentí sin más. Subí las escaleras y volví a mi habitación, me cambié y me tiré en la cama para dormir tratando de no quejarme pues mañana había escuela.

***

***

El timbre suena y todos los alumnos salen del salón mientras que yo me acerqué al profesor Ambrose.

-¿Sucede algo, Jayd? -pregunta mientras arregla sus cosas.

Solo le dejé la pluma en el escritorio y él se la queda viendo asombrado y procesando lo que estaba pasando.

-¿Es de Barclay? -preguntó sorprendido mientras la tomaba. Asentí.

-Sí, es de él -respondí.

-Pues muchas gracias, Jayd. Satisfaces mi lado coleccionista de objetos extraños como este.

-No fue nada, creo.

Me despedí del profesor y me fui del salón. Caminé por los pasillos pero me di cuenta de Nilsa yendo por el lado contrario, ella me vio y enseguida agachó la cabeza y aceleró el paso al cruzar junto a mí. La miré de reojo y vi como se acomodaba el cabello tras su oreja, pero no fue el gesto lo que llamó mi atención. Abrí los ojos de par en par al ver en su muñeca esa pulsera que había notado pero tampoco me importaba la pulsera, sino que tenía una pluma en ella. Era una pluma de las nuestras...

Sin saber cuándo ni porqué, me acerqué a ella y la sujeté por el hombro para que se detuviera.

-Oye...

Ella se voltea sorprendida y me mira sin saber qué hacer.

-¿S..Sí?

-Tu pulsera, ¿de dónde la sacaste? -pregunté directamente.

Ella me mira y luego a la pulsera en su muñeca, la esconde rápidamente con la manga de su blusa y aparta la mirada.

-Mi padre me la dió -respondió.

-¿En serio? ¿De dónde la ha sacado?

-N..No lo sé, yo en serio -hablaba como si tuviera miedo de mí. La solté confundido y ella se alejó un paso.

-Oye, tranquila -pedí-. No te haré nada, solo me interesa la pulsera.

-Lo sé, am... y..yo... me tengo que ir.

Ella se gira tan rápido que no vio al chico con el que iba a chocar. La tomé del brazo y la atraje hasta mí, evitando que eso ocurriera, pero por la sorpresa dejó caer las hojas y cuadernos que sostenía en brazos.

-Ups, lo siento -dice el chico sin dejar de caminar.

Miré los dibujos en aquellas hojas, eran realmente espléndidos, muy realistas y bien detallados. Pero me extrañó que algunos fueran alas negras... y creo ver uno que era... yo.

Intenté ayudarla a recoger todo para ver más de cerca aquel dibujo pero ella lo mezcla con los demás y levanta todo rápidamente, escondiendo sus dibujos en su pecho.

-Dibujas muy bien -comenté.

-G..Gracias... -dice más sonrojada que antes.

Ella se va caminando a paso rápido y yo decidí dejarla en paz. Me fui por el lado contrario pero miré por encima de mi hombro, viendo su pulsera asomada por la blusa.

Si la ataca otro demonio... No me tendré que hacer cargo de ella ¿cierto? No quisiera andar de niñera. Pero... tampoco puedo dejar que la maten... Agh, quisiera poder tener mi año normal. Creo que solo la ignoraré.

O eso fue lo intenté por los siguientes días. Pero ella era un imán para los problemas y ni sé porqué siempre yo era el que estaba cerca.

Me recosté en el suelo del jardín y miré el cielo por unos pocos segundos cuando escuché nuevamente unos pasos corriendo y al mirar supe que era ella, Nilsa. Resoplé cansado al ver a otro esbirro persiguiéndola.
Cerré los ojos tratando de ignorarla pero sentía una presión sobre mí que molestaba cada vez que intentaba no ayudarla.

-¡Agh! -me quejé y me levanté.

Corrí por donde ella se había ido. Esta vez fue fácil encontrarla, la vi llorando en el suelo tratando de esconderse del esbirro, que la acorraló. Ella se abrazaba a sí misma como si eso fuera a ayudarla. Saqué mis alas para llegar más rápido en el momento que éste saltó sobre ella. Lo empujé, agarré mi daga y en un rápido movimiento corté su pecho.

Escuché algo caer al suelo y cuando miré atrás vi a Nilsa inconsciente, de nuevo.

Volví a resoplar y maldecir por lo bajo, caminé hacia ella para cargarla pero me detuve un segundo y la observé. Llevé mi mano hacia su muñeca, en la que traía la pulsera.

Si se la quitaba ya no tendría problemas con esbirros y yo no tendría que ser su niñera de nuevo.

-Tsk, ¿por qué no lo hice ant...? ¡Mierda! -me alejé rápido y sujeté mi muñeca con dolor.

Miré la mano con la que había tocado esa pulsera, tenía quemaduras graves que dolían horrible.

-¿Qué carajos...? -murmuré confundido.

Agarré mi daga e intenté romperla pero tampoco funcionaba. ¿Qué clase de material es ese?

No tenía caso seguir intentando, no podría sacárselo. La cargué y la llevé a la enfermería de nuevo, inventando una nueva excusa. Pedí de paso una crena para quemaduras, pues estas dolían aún. Agradecí cuando me la dio y me fui de allí.

EL REGRESOWhere stories live. Discover now