Capítulo 27

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No supe que me había dormido hasta que empecé a despertar. Quise estirarme pero me di cuenta de que Nilsa y yo seguíamos casi en la misma posición de ayer, solo que mi brazo que anteriormente estaba abrazando, ahora la rodeaba por la cintura... tocando su piel bajo la remera. Ella se estremeció cuando deslicé aquella mano por su piel, dejando escapar un leve jadeo que me hizo mirar su rostro.

Sonreí queriendo volver a dormir así pero sabía que si no iba uno ahora, vendrían a buscarnos. Me separé con cuidado de Nilsa y volví a acomodar la manta sobre ella. Fui a asearme y cambiarme de ropa para después bajar y encontrar a la mayoría de mi familia, porque Sarah aún no llegaba, desayunando. Me uní a ellos y tiempo después Nilsa baja también.

-Buenos días -saluda sonriendo.

-Buenos días -saludan mis padres.

Dylan lo hace con una sonrisa y un guiño, haciéndola reír nerviosa mientras que yo pasé "accidentalmente" la caja de cereales por su cabeza, al pasar tras de él para ir a mi lugar luego de servirme más.

-Oye -me reclamó.

-Ni siquiera te dolió, no te quejes.

-Chicos, no peleen -nos regaña papá.

Nos fulminamos con la mirada pero lo dejamos allí. Nilsa se sienta con nosotros y le pasamos el desayuno. Me agradaba que se sintiera tan cómoda estando aquí.

-Oye, Nilsa. Luego de desayunar iré a hacer algunas cosas, ¿me acompañarías? -pide mamá.

-Por supuesto, no tengo problema.

-Perfecto, gracias -sonríe ella.

-Bueno. He terminado, iré a entrenar -avisé levantándome al acabar mi segundo desayuno.

Me despedí de todos y fui al campo de entrenamiento donde encontré a cuervos de distintas edades entrenando, además de ver a Zira entrenando a los jóvenes. La saludé cuando me vió pero solo eso, aún me resultaba algo incómodo estar cerca de ella luego de las últimas charlas. Fui a un lugar libre y me puse a practicar con un muñeco de madera, así como los demás.

De eso se trató mi rutina en los últimos días, además de entrenar y pelear las batallas que aún habían con nuestros enemigos, pasar tiempo con Nilsa también se hizo parte de mi día. De vez en cuando salíamos a caminar, a veces nos quedábamos solos en casa y para no aburrirnos hablábamos de temas tontos que pudieran entretenernos, ya que aquí no había televisión.

Las dos únicas cosas que me preocupaban era lo de quién estaba liderando a los esbirros y además de eso... la enemistad creciente entre Zira y Nilsa. O no sé si solo no se llevan bien... pero cada vez que una ve a la otra todo se torna incómodo y serio, por esa razón evitaba los encuentros entre ellas. Zira y yo volvimos a hablar poco a poco, ahora intentando ser claro con mis sentimientos para no crear malentendidos de nuevo. No hablamos mucho pero al menos ya estamos progresando.

-¿Huh? -me detuve en seco al escuchar una voz conocida.

-¿De qué quieres hablar, Zira?

Bajé enseguida y me escondí tras unos árboles y arbustos. Observé con atención como Nilsa y Zira se miraban con seriedad, ambas a la defensiva y manteniendo distancia.

-Quiero entender las cosas -comentó Zira y se cruzó de brazos- ¿Por qué tú?

-¿Disculpa?

-Eres una humana, débil y asustadiza... Quiero saber por qué él sigue besando el suelo por donde caminas.

Fruncí el ceño por el disgusto que me provocó que le dijera de aquella forma despectiva y también por la confusión. Quise ir hacia ellas pero una mano en mi hombro me detuvo.

EL REGRESOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant