Good morning, mañana (parte 5 y final)

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Dos polis lentos. Inexpertos o novatos. Tenían que haber sido más sagaces. En dos segundos, sus gargantas rotas en un puñado de trozos. Sus cuerpos ya no eran reconocibles ni por sus abuelas. No tuvieron tiempo ni de desenfundar. Ni siquiera de pensar en hacerlo. El perro no tuvo compasión de ellos. La apuesta era sencilla: ellos o yo. El instinto no conoce otra fórmula.

Mientras todo ocurría, Madeleine se quedó acurrucada a un lado del pasillo. Oyó todo el horror de la sangría, el desgarrar de músculos y huesos. Se tapó bien los oídos con las manos, pero el fragor era tan denso e insoportable que superó las barreras de la locura. Al final, sin quererlo, acabó aprendiendo a silenciar los sonidos de la muerte. ¿Cómo…? Prestando todavía más atención.

Pensó que no era ella la que moría despedazada y ese pensamiento le produjo una especie de anestesia con la que aplacar la angustia. A fin de cuentas, ella ya se moría a diario cada vez que era usada como un maldito cuerpo vivo para que otros se desfogaran. Ya estaba acostumbrada a no sentir lo que tendría que haber sentido, y fingir sentir lo que en realidad no sentía. Ese era ahora buena parte de su trabajo. Y no lo hacía del todo mal. Por una puta vez, el maldito trabajo que hacía le sirvió para algo más que para simplemente sobrevivir.

Cuando todo hubo acabado, buscó los ojos de Lazaarus. Los encontró fríos, húmedos y ciegos. Así fue cómo entendió que no es que hubiese acabado todo, eso hubiese sido incluso satisfactorio, sino que era el mundo el que había empezado a desmoronarse…

*   *   *

 Epílogo: Solitude.

 21 de diciembre de 2012, Nave «Future I», última Misión de la NASA, en algún lugar del espacio camino a Marte.

 El doctor Ameri contempla la Tierra desde la ventana de la nave. Le costó conseguirlo, pero al fin sus esfuerzos dieron su fruto. Ahí se encontraba, tal como lo había planeado. O casi.

El minúsculo planeta era ahora una ridiculez, visto desde la perspectiva del espacio abierto. Todos los desastres, miserias y demás pesares habían acabado de una vez para siempre. Su pieza maestra no había resultado ser quien él había pensado, pero estaba claro que todo había salido perfecto. Ángela, su enfermera, con su afán de huir y alejarse de su absurda vida, fue al final la encargada de extender el virus por todo el planeta. Sus dos grandes proyectos. Vida inmortal y muerte letal. Así que él había conseguido lo más preciado…

Todo ocurrió en poco más de un mes. Sus últimos estudios habían sido todo un fracaso. Hasta que encontró el caso Lazaarus. El poder de regeneración de sus células cancerosas tenían la clave. El último paso. El misterio de la inmortalidad por fin desvelado. Cómo controlar la regeneración sin fin de nuestras células.

 Ahora se dirigía hacia el planeta rojo. El mismo planeta en el que habían hallado recientemente condiciones semejantes a las de la Tierra en algún momento de su existencia. «Curiosity» se llamó aquella expedición. Hacia allí se dirigía para establecer el primer asentamiento de la Nueva Humanidad. Tenía toda la eternidad para plantearlo bien. Esta vez intentaría que nada saliera mal. Se retiraría una buena decena de años… o siglos, quizás.

Lo pensaría todo muy bien…

En la bodega de la nave, llevaba todo lo necesario para clonar a un ser humano. Y una buena cantidad de especies animales y vegetales. Todo comenzaría de nuevo.

Tendría que ir pensando seriamente cómo hacer de Dios…

  

FIN

Puro Terror (La Web del Terror)Där berättelser lever. Upptäck nu